OPINIÓN

México, ¿esperanzas o expectativas?

por Nelson Chitty La Roche Nelson Chitty La Roche

memorándum

«El corazón tiene razones que la razón desconoce«. Blaise Pascal

Una negociación, en mayor o menor medida, presume mutuas concesiones. Se trata de, partiendo de posturas enfrentadas, llegar mediante el diálogo, el reconocimiento y el respeto a una situación aceptable para las partes.

Lo que en México estaría intentándose es precisamente eso y vale entonces decir que el régimen de Maduro y los “designados” opositores exploran desde sus conocidas perspectivas además, un plano de abordaje de trances irresolutos y, una peligrosa tendencia a poner a prueba más que la coexistencia política, la paz social.

Paralelamente, la política es –y parafraseo de memoria a Leon Trotsky– “…la regularización de la conflictividad social”; pero, además, la política supone civilidad. Quiero decir que, para pacífica y racionalmente resolver las diferencias que se hacen intolerantes, los humanos disponemos del habla, del discurso y cordura, léase, capacidad comunicativa y así, de un instrumental que nos permitiría la desactivación de las tensiones por la vía del intercambio de nuestros pensamientos y apreciaciones y el sentido común.

Empero en México las cosas son y serán más que complejas, que lo son, pero también de extremas sensibilidades y fragilidades. De un lado, la llamada plataforma unitaria (???) que representaría a las organizaciones político partidistas, que no por venidas a menos dejan de ser, o pretenden, la referencia que ha sostenido a Juan Guaidó, presidente interino como presidente de la última asamblea nacional legítima; y de otra parte, una delegación que hace de representante de Nicolás Maduro y su gobierno. La primera carente de prestigio y la segunda de credibilidad y confianza.

El país ha salido, un tanto pero muy exiguo, del sopor en que vive, como resultado de la problemática económica y social que lo abruma, para acordarle al evento que se inició algo de esperanza o expectativa y otros siguen batiéndose sin otra fuerza o interés que la supervivencia. Decir o creer otra cosa es mentirnos o, peor aún, dejar que lo hagan los que nos toman por cándidos o simplemente resignados.

La gran dificultad se juega en el plano temporal y, en aquel material, vale decir que concierne a los asuntos que constituyen la agenda convenida. Y hay tantos y tan críticos aspectos que tratar lo que habría que considerar resulta pues un desafío, hacerse una lista y priorizarla incluso.

Confieso que tengo una preocupación con las demoras que, a mi juicio, son ya de por sí gravosas y angustiosas para temas como la pandemia que debieron de una vez afrontar, siendo que la problemática del país está gravitando en la vida de muchos y en la atención visiblemente deficiente de la susodicha. Eso me sugiere una constatación: debió incluirse, en lugar de otros, gente del mundo económico, social y sindical y académico. El país es más grande que eso que ellos personifican.

Me niego a admitir que solo se trataría en México el tema electoral o político institucional, sin que esto signifique que lo desestimo, pero y, por eso me preocupo más, postergan aquello que es la cotidiana dificultad con visos de tragedia de las mayorías. Debe atenderse prontamente una agenda inmediata y no creo que precisarla deba tomar mucho tiempo.

Claro que advierto que a Maduro le conviene ganar tiempo. El ocupante de Miraflores es astuto y ladino como el anterior, tal vez hasta más osado y caradura también. Eso explica el trato displicente que se permitió al referirse a los miembros del elenco que constituye la lista que encabeza Blyde y lo digo para dejar claro que intuyo se trató de un ademán calculado para impresionarlos o mostrarles que no es lo mismo hablar del diablo que oírlo tocar la puerta.

Esto me lleva a insistir en una clave de bóveda si deseamos que este esfuerzo resulte en lo que los venezolanos esperan o desean o merecen y que no derive o acabe en una pantomima más como la decena que antecedió y que solo trajeron decepción, frustración y desprestigio para la oposición y descomposición interna y descrédito para el régimen, será entonces obligante seguir, vigilar y controlar como opinión pública y como ciudadanos el decurso del diálogo o negociación.

La oposición comenzó sacrificando muchísimo: el interinato e incluso verdades que son bazas de su narrativa, para que el régimen se sentara y se exhibió al hacerlo, patológicamente mórbida. El oficialismo solo nos obsequió una simulada disposición a conversar sobre la circunstancialidad política, y no lució sino sujeto a eso y nada más.

Tocará y la negociación lo revelará, si dentro de los naipes de uno y del otro, esto puede ser distinto y ello significa susceptible de ayudar al pueblo venezolano que no los aguanta ya más, aunque luzca resignado e indefenso. La naturaleza de las crisis envueltas de todo tipo, género y naturaleza que han suscitado los yerros, compulsivos ya, de la revolución de todos los fracasos, así no lo exige.

Cuando pienso y vuelvo al tema en mis reflexiones, sobre lo que estratégicamente está realmente planteado, concluyo que lo principal o lo central es respondernos y concretar acaso si hay maneras para una salida democrática y pacífica. Recuerdo y parafraseo a Popper: “La democracia es el sistema que permite el traspaso de mando de unas manos a otras sin derramamiento de sangre”.

Existe y lo hemos repetido, un mecanismo para no perder tiempo, ni energía, ni más vidas que a diario se ven y se padecen al partir familiares, amigos, coterráneos que no aguantaron la mengua y la miseria, siendo que la tormenta del mal gobierno es insoportable.

Claro, quiero creer que hay algo de buena fe y razón en los involucrados en México y en los que podemos influir, un poco al menos, desde aquí. Se trataría a mi juicio de dejar el asunto al soberano, sin más aspavientos ni simulaciones.

Convenir en una consulta que resulte inobjetable y si alguna ventaja concede es al ocupante de la Presidencia. Me refiero y despejado al referéndum revocatorio.

Eso sí, sin trampas, manipulaciones y maniobras que ya les hemos visto hacer y repetir impúdicamente, en varias oportunidades. Respetando la Constitución y acatando la soberanía del pueblo y no promoviendo, articulando, urdiendo una violencia armada que siga como antes se hizo también, enervando el ejercicio de los derechos políticos ciudadanos y asesinando muchachos en las calles, como ya varias veces pasó.

¡Quiera Dios que prive por esta vez la sensatez y, no el cinismo ni el cálculo vil de los mediocres!

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@nchittylaroche