OPINIÓN

Métodos de la tiranía

por Albert Geovo Albert Geovo

Detrás del dictado de las reglas está el hambre, la inseguridad, los efectos de la alarma mundial que traen pánico y psicosis colectiva como parte de una agenda de despoblación, aunado al desabastecimiento, la guerra, el afán por el control de la natalidad, la ocupación de grupos terroristas en territorios nacionales, la destrucción del sistema de servicios básicos a través de la poca o nula inversión, la corrupción como táctica, el chantaje, el espionaje, la desindustrialización, la compra de conciencias, el adoctrinamiento, la burocracia, la inflación como consecuencia de la ampliación de la masa monetaria de la mano a la implementación de subsidios que terminan encareciendo el costo de la vida, los daños al ambiente, la destrucción del ecosistema en aras del cambio climático y sobrecalentamiento global, la centralización de la justicia de cara al hecho de la mundialización de la misma, como también sucede con la salud, la política, la economía, esto y más son la perspectiva de los análisis de cada año.

Mientras la humanidad toda está librando una batalla, que bajo la figura de los escombros de los Estados nacionales aún se piensan que son guerras aisladas -por ejemplo, en Venezuela, donde a su población le está tocando vivir un holocausto de gran magnitud al estilo de archipiélago gulag-, se ha sumido a la población mundial en un caos, no dándose cuenta o haciendo mutis ante los grandes atropellos que se cometen contra la vida y la justicia.

Así que la lucha es de la humanidad contra un sistema absoluto en la sombra de orden global, con la única intención de oprimir y convertir al individuo a condicionados esclavos al interés de élites gobernantes sin capacidad de pensamiento libre para la población, que no esté censado por la agenda.

La estrategia más ambiciosa ha sido llevar a cabo la planetización de la escena mundial de opresión y represión a la perspectiva de normalización con el plus directo de la esclavitud, donde el precio de la no libertad se ha hecho cada vez más insignificante.

Todo esto son hechos de orden histórico que se pueden constatar, además de que el centro de operaciones del poder global ha fluctuado por todos los imperios totalitarios del mundo en todos los tiempos, bajo muchos nombres de ideologías y cosmovisiones, con el mismo fin totalitario, donde el individuo masa es la consecuencia de un duplicado que se reproduce por millones a la velocidad de pulsaciones digitales a escala planetaria.

La mesa ha sido servida en todas las culturas, basadas en una combinación de cosmovisión materialista de seudo humanismo con fusión de antropolatría; sumado a una espiritualidad vacía que coloca la feminidad en meros objetos y no en lo que realmente es, el complemento adecuado para la evolución, el progreso y la libertad.

Otro asunto de interés y que llama de forma poderosa la atención a los espectadores del puzzle es cómo siempre ha sido así con todas las cosmovisiones, por lo menos como se conoce en el orden histórico; cómo la conducción religiosa está y ha estado siempre al servicio de un sistema opresor, siendo rebajadas sus autoridades a meros hechiceros y encantadores sociales, cuando la narrativa de su génesis es para la libertad del individuo, sin encontrarse hoy quien proteste o denuncie esta situación como bien lo tuvo la Reforma. Hoy sus detractores, mejor conocidos como parte del positivismo cientificistas, filosófico, materialista, ateístas y afines, son más represivos, sectarios que la misma religión.