Se ha estudiado mucho sobre la instauración de los sistemas totalitarios, las dictaduras, el nazismo, regímenes comunistas, incluso el absolutismo tiránico de siglos anteriores; pero poco se ha dicho sobre sus dispositivos, entre ellos el control mental que ejercen las ideas que lo determinan a través del programa ideológico, práctico y propagandístico de esos regímenes. Por ello se enumeran los métodos más resaltantes de tales sistemas políticos:
1.- Predisposición y promoción del culto a la personalidad del líder como si se tratara de una deidad. Además, miembros del partido y su gobernanza están abocados a la adoración y promoción del culto a muchas deidades, aunque digan ser ateos o agnósticos.
Aparte de que se erigen siempre en una nueva religión, una nueva creencia, una nueva fe como complemento de la ideología sectaria.
2.- Ordenamiento jurídico aplicado al irrestricto control de un órgano central, comandado por la autoridad y discreción del jefe, contrario al orden natural, imponiendo leyes contra la vida, además de disposiciones pro aborto subvencionadas por el Estado; igual sucede con la eutanasia y el matrimonio igualitario. Asimismo, con destrucción de la patria potestad, lo cual se refleja en la educación de los hijos; es compartida de manera parcial o total, a discreción del Estado, desafiando el sistema universal de derechos naturales y garantías.
Por si fuera poco, suprime los derechos de sucesión de manera parcial o absoluta; es solo un derecho de los líderes del sistema del Estado totalitario. Conjuntamente establece un código de leyes anti libre mercado, anti libre comercio, contra la propiedad y la libre iniciativa –llena de permisologías y regulaciones en oficinas–, contrarias a las leyes naturales de la economía, con pérdida de la libertad, y con ella de la vida, pues se encuentra en manos del Estado, personificado en el líder mesiánico que crean.
Al mismo tiempo que destruyen el derecho a la autodefensa, se elimina el uso de armas por la población civil; solo las poseen los del régimen, con grupos armados al margen de la legalidad, pero permitidos, que sirven de barrera, protección y muro de contención, entre el Estado y la población. En beneficio del régimen, esos grupos tienen puntos de encuentro con la ideología del Estado.
A todo eso se agrega la judicialización criminal de la política con la configuración de una serie de delitos que imposibilitan la disidencia y la oposición política, e incluso el desarrollo y la libertad política-económica si no es con el concurso del Estado. Solo se permite la disidencia y oposición controlada.
3.- Gozan de legitimidad a través de elecciones fraudulentas, de espaldas a las miserias a las que son sometidas sus poblaciones, que claman por sustento, abrigo, salud y servicios básicos.
4.- Se siembra el miedo al líder y al régimen, que contribuye al desespero y afán en la población por la supervivencia y el éxodo.
5.- Acompañamiento del aparato comunicacional del Estado que sostienen con cargas fiscales y el tesoro público para la sumisión, ideología y adoctrinamiento de la población, con manejo de una política de comunicación maniquea entre malos (los que se oponen) y buenos (los del régimen y los que apoyan), siempre bajo un pensamiento sectario y separatista.
6.- Establecimiento de una economía planificada por el Estado y su principal líder, que al final es un esclavo obediente a un poder supranacional que disipa la soberanía y la patria; aunque se diga lo contrario, estos regímenes reportan a otro que está por encima del nacional.
7.- Estado policial, inteligencia y contrainteligencia frente a cualquier idea que pretenda descomponer la ideología del Estado, flagrante de injusticia contra el sistema de derechos, garantías y libertad de las poblaciones.
8.- Instrucción pública condicionada a la obediencia al régimen, en el que se recrea toda la historia en beneficio de este.
9.- Estado burocrático excesivo.
10.- Fronteras parcialmente cerradas no solo al comercio, sino también a la libre circulación de las personas dentro del territorio nacional y fuera de ellas, a través de múltiples alcabalas.
11.- Supresión del conocimiento universal o merma de este.
12.- Infranqueable división de clases con una sociedad dividida, separada entre ricos y pobres. Los primeros son los del régimen y aliados, siempre una minoría; los segundos representan el resto de la población, dividida en una matemática nomenclatura entre lumpen, pobres, más pobres, los que comen poco y los que no comen.
13.- Se imposibilita gozar de una vida digna y satisfactoria, si no es con el concurso del régimen, y siempre se trata de una minoría.
14.- Servicios básicos precarios.
15.- Altos impuestos progresivos tanto al capital, la inversión y la propiedad, como al consumo y la vida misma.
16.- Control de la banca, estatización de esta, que desemboca en inflación. Además, no existe seguridad y libertad para la inversión privada.
17.- El Estado se convierte en el principal empleador y muchas veces con el fin último del socialismo como única fuente de empleo; en ese sentido, un monopolio u oligopolio. Todo esto genera escasez de empleo, sin trabajo dignamente remunerado y el establecimiento de sueldos base, sueldo mínimo precario, lo mismo que de leyes laborales que benefician siempre a las corporaciones que generalmente son del Estado o las maquilas asociadas al sistema.
Esos sueldos, paupérrimos muchas veces, no alcanzan para las cestas básica y alimentaria, con pérdida del poder adquisitivo y con ello de la calidad de vida, Ello arruina las fuerzas creadoras, que desembocan en un inexorable éxodo.
18.- Disminución de la población por el éxodo, muertes violentas, epidemias y otros problemas de salud, todo a raíz de la precariedad de abastecimiento, servicios básicos, garantías, derechos y libertades de las personas.
Estas características suelen coincidir en todos los regímenes totalitarios, sin importar la época o cualidad nominal con que se conocen en el pasado y en la actualidad. Ejecutan de forma religiosa y sistemática todas estas medidas políticas para la instauración de un auténtico reino del mal.