OPINIÓN

Método científico y empresarialidad

por Andrés Guevara Andrés Guevara

¿Cuáles son los motivos por los que las personas empiezan a emprender? Mucho se ha escrito sobre el particular. Las razones varían desde aspectos tan obvios como la “necesidad” hasta elementos mucho más sofisticados como la detección de una “ventana de oportunidad” para colocar algún producto en el mercado. Sin bien esto es cierto, el seguir estudiando la conducta de emprendedores y empresarios es un aspecto que parece no tener fin. Y probablemente nunca lo tendrá mientras la propia humanidad exista.

Tomada la decisión de emprender, sin embargo, nos encontramos frente a otro elemento de interés. ¿Cómo justificar la decisión tomada? Dicho de otra manera, ¿cuáles son los lineamientos que guían a un empresario a tomar una decisión de negocios? Aquí también se hallan una cantidad de imponderables, que van desde la cábala, la institución, el llamado “street smart” (en criollo la “universidad de la vida”) y cuando cierta sofisticación lo permite, algunos estudios de marketing, análisis financieros y gestión de capital humano.

Pocas personas, sin embargo, han reparado en la importancia de utilizar el método científico como driver para la toma de decisiones de negocios. Acostumbrados a la jerga empresarial, el entorno emprendedor no se le pasa por la cabeza que el hecho de pensar como científico pueda traer cambios  sustanciales -positivos- para su empresa. Esta al menos es la premisa que desarrolla el profesor de Wharton Adam Grant en su más reciente libro, Think Again.

Grant plantea que el método científico permite a las personas tomar decisiones mejor informadas sobre su vida y, por supuesto, en el ámbito de los negocios. Una decisión mejor informada posiblemente sea más inteligente, porque estará sujeta a las premisas de ensayo-error-evaluación a las que otro tipo de decisiones no están (por ejemplo, aquellas basadas en la intuición).

Para ilustrar su punto Grant señala un experimento que se realizó en Europa con un conjunto de startups italianas en las que se diseñó un programa de emprendimiento en Milán con dos enfoques (y que además era desconocido por lo sujetos del experimento): el emprendimiento bajo la óptica del método científico, y el emprendimiento bajo el enfoque tradicional. Culminado el programa de entrenamiento, y transcurrido un año del experimento, se evidenció que los startups sin entrenamiento científico, en promedio, generaron 300 dólares de ganancias, mientras que aquellos que tenían un enfoque de pensamiento científico obtuvieron 12.000 dólares de ganancia en promedio. Además de la brecha en el monto, también hubo incidencia en el tema de la rapidez: los emprendimientos basados en aproximación científica trajeron el doble de rápido las utilidades a sus negocios, y con ello, a sus clientes.

El profesor Grant señala que parte del éxito del enfoque científico se fundamenta en una premisa muy sencilla: cuando los empresarios observaban que las hipótesis de sus decisiones no se cumplían, llegaba el momento de repensar sus modelos de negocios. En el papel parece sencillo, ¿pero cuántas veces no observamos empresarios empecinados en mantener una línea de negocios a pesar de que no haya ningún elemento racional que la sustente? En la práctica, ello se traduce en tiempo y recursos perdidos que bien pudieron ser redirigidos a la creación de valor y a tareas mucho más constructivas.

No existe una sola respuesta que explique el éxito empresarial. Pero estar abiertos a replantear paradigmas puede ser clave para el futuro de cualquier negocio. Esto es aún más notorio en los tiempos que vivimos. La pandemia, los procesos de teletrabajo, los modelos mixtos de intercambio a distancia, incluso las propias circunstancias sociopolíticas de los países obligan a los empresarios a reestructurar sus premisas de funcionamiento. Lo que era viable ayer, tal vez no lo sea hoy. Y cada vez más, el un mundo se transforma aceleradamente. Sin que ello implique una pérdida de nuestro control moral y principios éticos, debemos ser capaces de repensar nuestras premisas si queremos alcanzar el éxito. La ciencia, puede contribuir a este proceso.