La esperanza en el futuro de Venezuela, no me surge de apreciar cómo se desenvuelve la dinámica política. Al contrario, ello sería un motivo de resignación o apatía o desesperanza.
Hay expectativas que se generan en este orden, pero las mismas se sustentan en premisas falsas. Una hegemonía despótica y depredadora a la que solo le interesa el continuismo en el poder no tiene problemas para enmascarar y prometer, sin ninguna intención de cumplir. A falta de presión popular, la hegemonía solo juega con sus reglas.
Allá los que se empeñen en repetir y repetir sus definiciones fallidas. Le hacen un gran daño a la nación.
La esperanza proviene de lo bueno de Venezuela, que todavía existe y mucho. Incluyendo los millones de forzados emigrantes que podrían ser de gran apoyo para un futuro mejor, dentro y fuera del país.
Venezuela tiene reservas humanas de gran potencial. Tiene un vasto territorio con muchos y variados recursos naturales. Tiene un historial con elementos afirmativos que también pueden justificar y sostener el cambio necesario.
Gran parte de la oposición política está conforme con «esto es lo que hay». Y no pocos han logrado articularse a la hegemonía. Unos de manera notoria y otros no. Ninguna esperanza sale de allí.
Venezuela, así mismo, posee reservas espirituales y de solidaridad social. Y tiene el derecho de ofrecer una vida digna y humana a su pueblo. Es de allí que brota la esperanza, que se debe convertir en mensajes de ánimo y compromiso para una lucha política eficaz.