OPINIÓN

Mensaje a quienes creyeron en Chávez

por Juan Francisco García Escalona Juan Francisco García Escalona

El chavismo, una gran estafa

Como millones de venezolanos, también creí en Hugo Chávez. Llegué al MVR siendo aún menor de edad, con el fragor de la juventud en una Venezuela con grandes dolencias. La retórica de aquel discurso era un canto de esperanza que incendiaba la pradera, en esa imperiosa necesidad de revitalizar y renovar la arena política en medio de la convulsión social  que agobiaba al país.

Recientemente se cumplieron 23 años del ascenso al poder, el 2 de febrero de 1999, y 30 años del golpe de Estado del 4 de febrero. Es merecido hacer un balance del país que tenemos hoy, el retroceso histórico y la destrucción de tal magnitud son propios para reproducir palabras de un buen amigo, el exdiputado del PSUV por el estado Guárico Jesús Cepeda Villavicencio: “El chavismo es la estafa más grande de América Latina y cuidado si del mundo”. Pienso que no es exagerado plantearlo de tal manera.

La corrupción desbordante de civiles y militares con las banderas de la revolución ha representado en esencia al chavismo, todos protegidos en una suerte de solidaridad en pago de lealtades. El autoritarismo y los métodos antidemocráticos para dilucidar los problemas del país han sido características del ejercicio del poder totalitario, actuando siempre para envanecer y endiosar la figura del comandante de la revolución, hecho un caudillo, vendido al pueblo como el gran mesías, el segundo libertador, lleno de profundas contradicciones y odios que confrontaron toda la estructura social, la venganza fue el eje transversal de los resentimientos personales adquiridos desde su infancia.

Pudiéramos decir mucho más, sin embargo, el chavismo es desde hace mucho parte del pasado del país, su deformación en niveles impensables lo representa Nicolás Maduro, impuesto por el propio Hugo Chávez a petición de los cubanos, sin liderazgo en el pueblo venezolano, en el PSUV y mucho menos en la Fuerza Armada Bolivariana. Solo se abrazó al concepto del legado de Chávez, para que la población chavista en su ideario lo asumiera como líder y una vez suficientemente empoderado pudiera echar a andar su propio modelo político despejado de las sombras de quienes le disputaban el liderazgo interno ante los seguidores históricos de la revolución, hoy bastante diezmados.

El madurismo

El madurismo, podemos decir, desenmascara al chavismo, y se plantea plenamente como la luna llena, en palabras del propio Hugo Chávez, para mostrar sus verdaderas intenciones esclavistas, de dominación y uso del poder dictatorialmente sin matices de ningún tipo.

Es un modelo que arremete sin piedad contra las clases populares, que fueron su mayor músculo político, al aplicar medidas económicas profundamente neoliberales, mucho más que las del Fondo Monetario Internacional, principal argumento del surgimiento de los estallidos sociales de 1989 y 1992. No existe un solo plan compensatorio que alivie la carga económica y social que hoy llevan sobre sus hombros los venezolanos, sacudidos por la crisis multidimensional que ha provocado la migración mas grande del planeta, calculada hoy en 7 millones de personas.

El irrespeto permanente a la Constitución, la ausencia de autonomía de los poderes públicos, demostrado con creces en la conducta de la Asamblea Nacional de Jorge Rodríguez, el Ministerio Público, del Consejo Nacional Electoral y del Tribunal Supremo de Justicia, cuya sentencia más reciente ha sido el robo descarado de las instalaciones del diario El Nacional, para entregárselo a Diosdado Cabello en una especie de trofeo compensatorio, quizás por la indiferencia que le dedica el propio Nicolás Maduro y el azote a lo poco que le queda en la estructura burocrática, en la que su hermano José David Cabello en el Seniat parece ser el próximo en la guillotina de Maduro.

El madurismo es un modelo depredador que representa abiertamente la destrucción de toda la nación. Lo que ocurre en el Arco Minero del Orinoco  es espantoso, es el ecocidio más grande que se lleva a cabo en el planeta, con impactos inimaginables en las generaciones del futuro; es un modelo que promueve la entrega del territorio abiertamente a los intereses, cubanos, rusos, chinos, iraníes, y todo régimen antidemocrático que surja de aliado a sus deseos de perpetuarse en el poder. Por si fuera poco, todo el esquema de aprovechamiento sin control de los recursos naturales, la entrega de soberanía va mas allá,  ante la mirada complaciente del Alto Mando Militar, pues ha estimulado la presencia de organizaciones terroristas como las FARC y el ELN en nuestro territorio, un escenario bélico debido a su control, a los fines de operar con libertad en el desarrollo de sus actividades ilegales, alimentadas por los carteles mexicanos, los grandes patrocinantes de la industria del narcotráfico.

El madurismo es la negación de la paz, es cinismo infinito, incapaz de provocar por voluntad propia, un solo elemento para confluir en soluciones a estos terribles males, salvar a  Venezuela lleva implícito superar al madurismo, todo lo demás es falaz.

Debemos apuntar a la democracia

La violación sistemática de los derechos humanos solo podrá ser superada si somos capaces de construir métodos democráticos. Le corresponde a toda la población dar un salto cualitativo por el bien del país, especialmente a quienes creyeron en Chávez, avanzar sin atavismos, liberados de la carga ideológica que no les permite asumir con transparencia dónde está la maldad que le arrebata la esperanza a 30 millones de ciudadanos.

Más allá de las medidas internacionales que toman, por ejemplo, Estados Unidos, naciones de América Latina y de Europa, a pesar de que España es un país al servicio de la tiranía, con líderes corrompidos de la mano de Rodríguez Zapatero, es necesario procurar la cohesión de todos los ciudadanos venezolanos, mas allá de las dislocaciones recurrentes de los líderes de los partidos tradicionales de oposición, también corrompidos y alacranizados por las hábiles maniobras del régimen, que se constituyen en rémoras y no permiten la integración, la articulación y sobre todo la reconciliación de todos los factores sociales del país, entre ellos los provenientes del chavismo.

Será un deber ciudadano espantar los fantasmas, unificar criterios, y en especial construir un gran movimiento ciudadano, que sea un ejemplo para la avanzar hacia la Venezuela democrática.

Le corresponde a los líderes de oposición coadyuvar a la construcción de una dirección política, en la que el interés de lo mejor para el país sea definitivamente el elemento central de ese movimiento, al que se pueda incorporar una base proveniente del chavismo para que abra un cauce definitivo hacia la construcción de una Venezuela de todos. Mientras eso no ocurra navegaremos perdidos, defendiendo pequeños espacios que no son garantía de un futuro democrático.

@jufraga12