Presidente Juan Guaidó, soy un ciudadano preocupado, que se ha decidido a escribirle por esta vía pública porque pienso, al igual que mucha otra gente que respeta su integridad, valor y coraje, que usted sigue representando la esperanza más sólida para abrir caminos a la recuperación de la democracia y la libertad de nuestra Venezuela. Pero para ello es necesario que asuma no solamente la condición constitucional de presidente encargado que le otorgó la Asamblea Nacional, sino la de líder de la nación, algo que hasta el momento le ha resultado esquivo, y que le exige una serie de decisiones y acciones que en el esquema de gobierno colegiado tutelado por el G4 resultan literalmente imposibles.
He respaldado sus aciertos y decisiones en momentos en que era necesario asumirlas, sin embargo, es innegable que una serie de errores importantes ha empañado y debilitado su imagen y la del gobierno encargado: Toda la cadena de episodios que comenzó con el escándalo e improvisación de las acciones de Cúcuta; la ausencia de sanciones e investigaciones claras frente a acusaciones de corrupción de gente ligada a su entorno; el prematuro e improvisado llamado a acciones cívico-militares que carecieron de concreción alrededor de la salida de Leopoldo López; la inexplicable falta de decisiones oportunas en el caso de Monómeros; el permitir la salida intempestiva del gobierno de venezolanos sólidos como Humberto Calderón Berti, entonces embajador en Colombia, al tiempo que permitir conspiraciones internas de personajes muy destacados dentro del gobierno encargado; la inconsistencia de la relación con la Comisión Delegada de la AN y el retardo en tomar decisiones que afectan la defensa de la activos de nuestra industria petrolera, son algunos elementos muy preocupantes. Esta lista es claramente indicativa, no solamente de debilidades al interior del gobierno interino, sino de carencias en el entorno de sus asesores, y quizás algo esencial, ilustra las enormes dificultades de ejercer su cargo en las dificilísimas condiciones de un combate muy desigual contra el régimen usurpador.
Tal vez podría pensarse que enumerar públicamente los desaciertos del gobierno interino es un error grave porque presumiblemente le da herramientas al adversario. Me permito disentir de esa posición, porque es precisamente del análisis de nuestros errores, y escribo “nuestros” con absoluta intención, que podemos superarlos y actuar decisivamente para resolverlos. Cuando se perdió la I República, Bolívar, un político de excepción, hizo un análisis fundamental sobre la desvinculación con el pueblo que el movimiento de independencia tenía, y eso lo llevó a realizar correcciones fundamentales en su narrativa política e histórica, algo que atrajo a los llaneros, a los indios, negros y pardos a su causa. Menciono esta circunstancia, no solamente para enfatizar que corregir errores de manera decisiva en política es a veces la única manera de subsistir y avanzar, sino porque otra de las contradicciones que perciben muchos venezolanos es entre la coexistencia de un sólido respaldo exterior al gobierno interino, ganado a través de acciones muy importantes, y una débil conexión con la realidad del día a día de la gente, que percibe que el gobierno de Guaidó es muy importante fuera de Venezuela, pero que en el interior de la República, su influencia es mucho menor y que se está a merced del gobierno de facto de Maduro. Usurpador pero altamente efectivo.
Se acerca el 5 de enero, día en el que la AN legítima debe tomar una serie de decisiones esenciales sobre la naturaleza del mandato del gobierno encargado, y, en paralelo, se acercan las elecciones de Barinas, un evento de singular importancia porque existe el potencial de confrontar a la dictadura y propinarle una derrota en un territorio que considera sagrado y de su propiedad, independientemente de sus posiciones respecto a participar, o no, en las elecciones regionales. Frente a esta encrucijada se imponen acciones complejas y difíciles que me voy a permitir enumerar de manera resumida. Algunas de ellas son el fruto de largas discusiones en distintos grupos de “ciudadanos preocupados’, pero estoy convencido de que en este momento es necesario enumerarlas para tratar de que se establezca una Hoja de Ruta concertada y unitaria del esfuerzo opositor democrático, con usted como líder de ese proceso. Entendiendo perfectamente que se han cometido errores, pero que el peor de ellos sería abandonar y pretender sustituir o mediatizar su liderazgo. La primera de esas acciones es proyectarse como líder de la nación, abandonar la sujeción a la AN, que debe asumir su rol de fiscalización y contraloría, todo en acuerdo con el mandato constitucional. La segunda es el nombramiento inmediato del Consejo de Gobierno previsto en el Reglamento de la Transición, con participación de venezolanos intachables y con experiencia de gobierno en Venezuela y en la diáspora. Ello le saldría al paso a la maniobra que pretende transformarlo en un presidente simbólico, al tiempo que los sectores que controlan la AN se hacen con el mando efectivo del gobierno interino. La tercera es involucrarse de lleno en la elección de Barinas, independientemente, o precisamente por ello, de que el régimen pretenda robársela. Esa elección se gana triunfando en las urnas o evidenciando que el régimen comete fraude. Pero para ello es indispensable la participación unitaria del país democrático convocado por su líder. La tercera es exigir de todos los integrantes pasados y futuros, de su gobierno y de la AN, una declaración jurada de no tener conflicto de intereses con ninguna de las acciones que la República está emprendiendo para la defensa de sus activos. Esto incluye la demanda contra Citgo, los Bonos 2020, Monómeros y el oro bajo custodia del gobierno del Reino Unido. Ya es tiempo de evidenciar acciones concretas contra lo que se percibe, quizás sin fundamento, pero con un efecto extremadamente deletéreo, como corrupción cómplice y aberrante de algunas figuras ligadas a la oposición. Una declaración jurada no impide el cometer crímenes, pero la exposición pública lo dificulta tremendamente. Por último, es indispensable que le hable a toda la oposición, especialmente al chavismo disidente y a los sectores que se han mantenido en conflicto con el espacio de dirección de la MUD y el G4. Esto incluye tomar una posición clara respecto al referéndum revocatorio. Independientemente de las objeciones jurídicas sobre si la petición del RR legitima o no a Maduro está el hecho incontrovertible de que la Constitución nos exige a los venezolanos su defensa por todos los medios a nuestro alcance. Eso incluye el RR, que tiene el mérito indiscutible de que el candidato único es “derrotar a Maduro” y que puede servir no solamente como mecanismo de movilización, sino para resolver a su alrededor el espinoso tema de la renovación del liderazgo opositor. Estoy convencido de que usted debería anunciarle a la nación el 5E, conjuntamente con el nombramiento del Consejo de Gobierno, la designación de un Comité Organizador del RR, que permita armonizar esfuerzos con lo que ya está en curso, y asumir el claro mensaje de que usted continúa hasta que cese la usurpación y que el RR es un mecanismo para lograr este objetivo fundamental.
Espero no haberme excedido en mis atribuciones de ciudadano preocupado por el destino de nuestra Venezuela, señor presidente Juan Guaidó. Es indudable que las carencias del gobierno interino palidecen frente a los crímenes y la destrucción de la nación ocasionados por el gobierno de facto. Pero nosotros no podemos hacer nada por enmendarle la plana al régimen y, en contraposición, estamos obligados a hacer todo lo que sea necesario para hacer más efectiva la acción de la oposición democrática. Quizás no sea demasiado tarde para reconducir la ruta del mantra: cese de la usurpación, gobierno de transición y elecciones libres, por otras rutas. Al mejor estilo del Libertador.