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Memorias urbanas de la redoma Nicolás Copérnico

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El astrónomo Copérnico, o conversaciones con Dios. Óleo de Jan Matejko, 1873 (f. Collegium Novum de la Universidad Jaguelónica, Pietrzakow, Polonia)

Redoma Nicolás Copérnico, Las Mercedes (f. 1951, Así es Caracas)

El Universo ha sido forjado para nosotros

por un Creador supremamente bueno y ordenado.

Nicolás Copérnico (1473 – 1543).1

1. Narratio prima

Nunca debemos subestimar a Caracas. Porque como todas las grandes ciudades, es una ciudad infinita. Su memoria urbana, cada vez que regresamos a consultarla, vuelve de nuevo para sorprendernos -y confortarnos- con su insondable riqueza arquitectónica, artística y urbana, pero especialmente con el mejor de los tesoros del que guarda testimonio: el orgullo con que la construyeron los nobles caraqueños que nos precedieron.

Hacienda La Trinidad de Ulloa. El vértice de caminos (f. 1936, Plano de Eduardo Röhl – Archivo FMU).

2. Muchas y muy grandes son Las Mercedes

Tal es el caso de uno de sus capítulos más brillantes de la historia urbana caraqueña, el del diseño y construcción de la urbanización Las Mercedes (1940).2 Teniendo como marco natural un pequeño valle triangular -o más bien un abra-, entre las colinas al sur del río Guaire, ya la topografía había aportado toda su fuerza natural al genio del lugar.3

En el plano de Eduardo Röhl de 1936 podemos apreciar muchos de los elementos naturales y urbanos que darían forma urbana a la futura Las Mercedes: la retícula paralela al río de los tablones de caña, formada por la avenida del cañaveral y los caminos que conducen al cauce; el sitio principal de la hacienda, marcado por la presencia de la casa; las dos serpenteantes carreteras viejas que conducen al lejano pueblo de Baruta, y la aguda confluencia que anuncia el origen de la redoma Nicolás Copérnico, el tema que nos ocupa hoy. La urbanización fue así diseñada sobre las trazas de la Hacienda de la Trinidad de Ulloa.

La decisión de respetar el hilo de la historia no es fortuita. En muchos urbanismos de la época, la memoria urbana y la lectura sensible del lugar no contaban como variables para el diseño. Afortunadamente para Caracas, este no fue el caso aquí, gracias al fino olfato y

Detalle de la redoma Nicolás Copérnico en la maqueta de la urbanización las Mercedes (f. 1943, maqueta de Iñiguez & Salvador – Archivo San Román).

al tino de dos cultivados urbanistas oriundos del norte de España, (específicamente de una ciudad ubicada justo en la frontera con el país vasco, Logroño). Los creadores del universo de Las Mercedes, los arquitectos Francisco Iñiguez de Luis y Amós Salvador Carreras, fueron también, emulando al Creador supremo, buenos y ordenados.

Venían de una ciudad fluvial, llena de arquitectura urbana, y traían al Ebro en la memoria, con sus riberas conectadas por puentes magníficos. Expertos en bellas ciudades, produjeron así en 1943 para la V.I.C.A.-Venezolana de Inversiones C.A. y para su visionario presidente, el promotor Gustavo San Román, un plan urbano que fue literalmente constructor de ciudad, creador de espacios públicos bien concebidos, y lleno de metáforas e imágenes urbanas poderosas, tal cual la ciudad lucroniense. Así, vemos

El universo heliocéntrico de Copérnico (f. 1708, Harmonia Macrocosmica, Andreas Cellarius – Wikipedia)

cómo el borde sur de la urbanización Las Mercedes lo define el curso de un afluente de la quebrada de Baruta, a lo largo del cual fluirá a su vez la avenida del río Orinoco, a la que arribarán en su punto medio dos calles que vienen del norte, la calle Nueva York y la calle La Trinidad, que baja desde el antiguo Estado Leal, del otro lado del río.

Un haz de calles. Una confluencia, un centro, y, por ende, un círculo. Este es el tema escogido para diseñar la entrada del nuevo urbanismo que se construiría al sur, el Valle Arriba Golf Club (1942). Para entrar valle arriba, en el vértice del plan, se dispone una redoma que más que una redoma es una puerta urbana monumental. Para construirla en el espacio, contribuirá la arquitectura moderna.

3. Sobre las revoluciones de los orbes terrestres

Dijo una vez Nicolás Copérnico (Torun, 1473 – 1543, Frombork), el astrónomo y matemático polaco que formuló la teoría heliocéntrica del Sistema Solar, que “como sentado en un trono real, el Sol gobierna la familia de planetas que giran alrededor suyo”. El haberle otorgado su nombre a la puerta sur de Las Mercedes fue claramente una

Edificios Yuruari y Cuyuní, Las Mercedes, en los cincuenta (f. 1950s – Archivo Fundación de la Memoria Urbana)

invocación a esta idea solar, probablemente concertada con los arquitectos de los edificios. Lo prueba lo que pasaría allí después con la arquitectura.

En una preciosa imagen de 1951 vemos el portal urbano ya concluido, con muchos de sus elementos.  Acompañando el círculo del rond-point se levantan majestuosamente un par de edificios simétricos semicirculares de tres pisos de altura, con sus claras nomenclaturas ceñidas a las cuatro torres de las escaleras: el Yuruarí y el Cuyuní (de nuevo, nombres de ríos) y el Okendo y el Elkano (nombres de navegantes), enmarcando soberbiamente la entrada al Valle Arriba Golf Club.

Son proyectos de 1948 del proyectista y constructor de origen donostiarro, Miguel Salvador Cordon. El conjunto de edificios modernos neovascos de la redoma lo completa el edificio Aralar, de lenguaje más racionalista, obra atribuida al arquitecto Urbano de Mantxobas Urbano (de Elbar, Euzkadi) junto al ingeniero también vasco Julián de Unzurrunzaga.

Estos edificios con poco, hacen mucho. No importa la relativa modestia de sus acabados. No hay quien pueda quitarles su gracejo y su elegancia natural. Pero lo que realmente los hace regios es su decidida voluntad de hacer ciudad. Por ende, todas las arquitecturas de la redoma Nicolás Copérnico son patrimonios modernos declarados (como lo es también la misma urbanización Las Mercedes, aunque a muchos quieran olvidarlo).

Edificio Aralar (f. 2017, Frank Alcock – Docomomo Venezuela)

En el diáfano vacío de la redoma la arquitectura lo logra todo. Como en la Esfera armilar que utilizaba Copérnico para explicar las revoluciones de los orbes celestes, los orbes terrestres del Yuruarí, el Cuyuní, el Okendo, el Elkano y el Aralar cumplen puntualmente su performance, organizando el espacio alrededor del centro. Un vacío, como dicen, lleno de sentido. Reina la calma, las farolas modelo Memphis y la plantación de Chaguaramos acompañan la forma urbana, y podemos imaginarnos cómo hubieran lucido cuando llegaron a crecer. Pero aquí no termina esta historia.

4. “Primus circumdedisti me”

Si hacemos memoria urbana, encontramos que allá en la península, al oeste de Pamplona, hay una comarca que toma el nombre de las montañas sobre las que se asienta, Sierra de Aralar, la cual se extiende por más de doscientos kilómetros entre Guipuzcoa y Navarra. Dénse un paseo por el mapa, y allí encontrarán la nomenclatura de muchas de las arquitecturas neovascas que aún sobreviven en la ciudad de Caracas.

Todos sabemos que las oleadas de inmigraciones desde España y Euzkadi fueron varias, y algunas, muy antiguas, desde que en 1533 los vascos obtuvieron el derecho de ir a las Indias. Eso explica la sensibilidad que estos recuerdos y homenajes han tenido para los habitantes de nuestra ciudad. Llama especialmente la atención el nombre de una población, Eraso. Justamente el mismo apellido de los dueños de la Hacienda La Trinidad de Ulloa, proverbiales socios de San Román en el desarrollo de la urbanización.

Almirante Antonio de Okendo y Zandategui (f. S/f, Museo Naval de Madrid).

Juan Sebastián Elkano (f. 1921, Ignacio Zuloaga – Museo Marítimo vasco, San Sebastián)

Como dice la leyenda, los Eraso eran bien conocidos por ser “hombres de mar”. Y ¿qué mejor homenaje que recordar en Las Mercedes, ese Mare Nostrum, en la redoma de las circunvalaciones, a los dos mayores navegantes vascos, Miguel de Okendo y Juan Sebastián Elkano? Okendo (San Sebastián, 1577- La Coruña,1640), general donostiarra con su propia nao, heroico líder de la flota Guipuzcoana de la Armada Española, fue Capitán General de la Armada de Guipúzcoa y Capitán General de la Escuadra de Cantabria, siendo apodado la «Gloria de la Flota».3 Elcano (Getaria 1476-1526), por su parte, navegante legendario, Capitán de la nao Victoria, quien buscando el paso del mar al sur para llegar a las Indias a través del océano Pacífico, fue el primero en dar la vuelta al mundo, fue honrado con un escudo de armas y un globo terrestre con la inscripción latina Primus circumdedisti me (fuiste el primero en darme la vuelta).

Así creemos ver en la redoma Nicolás Copérnico, en su concertado homenaje urbano y arquitectónico al descubrimiento del giro de la Tierrra alrededor de sí misma y alrededor del sol y a su circunnavegación por los navegantes, es también una oda a la gesta de todos los inmigrantes que a mediados del siglo pasado contribuyeron en la construcción de la Caracas moderna.

Por ello, frente al reciente interés de la Alcaldía de Baruta en la recuperación de este lugar de la ciudad gracias al proyecto de Enlace Arquitectura, quisimos aportar estas memorias urbanas de la redoma Nicolás Copérnico.4 No en vano, la Embajada de Polonia tiene frente a su fachada, al final de la avenida principal del Valle Arriba Golf Club, un busto de Nicolás Copérnico que reza en la base: Detuvo el sol y movió la tierra”.

Vista Copérnico_5 (f. 2022, Enlace Arquitectura)

Tampoco en vano, Carolina Pacanins de Herrera, caraqueña y emigrante exitosa a su vez, escogió -de todos los sitios de Caracas- a la planta baja del edificio Okendo para su sede principal en Caracas. Bravo por ella y por su buen gusto incomparable.

No echéis en vano el abolengo de nuestros lugares. Ni la valía de su arquitectura. La redoma es un espacio urbano, no la oportunidad para una cafetería. El edificio Aralar ha suido destruido, no restaurado como alegan pomposamente por ahí. Habiendo perdido el Ave Maris Stella, símbolo de la Terra Estella, que fuera lamentablemente erradicado de de su pavimento, implica que tanto quienes lo intervinieron como quienes aprobaron su “restauración” no saben absolutamente nada, ni entienden lo que significa Caracas.

Ave Maris Stella. Edificio Aralar (f. 2013, Sandra Carrillo – Docomomo Venezuela)

NOTAS

1 «Universum facta pro nobis per summum bonum et ordenado Creator». Nicolás Copérnico. Sobre las revoluciones de los orbes celestes, 1543.

2 Hannia Gómez. «Muchas y muy grandes son Las Mercedes», Suite IBERIA: la arquitectura de influencia española en Caracas, Embajada de España en Venezuela, AECID, Docomomo VE, Sala TAC, Caracas, 2015: pp. 48-51.

3 Wikipedia: “Genius loci”: https://en.wikipedia.org/wiki/Genius_loci

4 Bulevar Copérnico, Enlace, 2022: http://www.enlacearquitectura.net/obra/2022/06/bulevar-copernico/

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