Giorgia Meloni se ha vuelto una de las principales detractoras de la agenda 2030, esta que busca aterrizar cada vez con más fuerza en todo el mundo. Los políticos lo saben y, por ende, desde que está en el poder la han ido atacando en diversas ocasiones, incluso llamándola fascista, todo porque no sigue las reglas del progresismo político mundial.
Su victoria alarmó a toda la izquierda europea y también a la internacional, dado que perdían un referente del socialismo como ha sido Italia por muchos años. Y lo perdieron frente a la “extrema derecha”. Qué dolor.
Desde entonces, todos los socialistas han intentado acorralar a Meloni, buscando dejarla mal ante los ojos internacionales, para debilitar así el apoyo a la primera ministra italiana. Uno de esos casos ha sido el del infame primer ministro canadiense Justin Trudeau, que dijo que estaba preocupado por la posición de Italia sobre los derechos LGBT. Usando un análisis igual de susceptible que los que usa la izquierda, podemos inferir que para el mandatario canadiense en la península itálica las normas son homófobas y discriminatorias.
Lo divertido es que a Trudeau le salió el “tiro por la culata” dado que ahora medios internacionales lo han criticado por “mansplaining democracy” a Meloni. Por si se desconoce el término mansplaining es “que un hombre, desde su posición privilegiada, le intente explicar algo a una mujer, de manera condescendiente”. Algo que la cultura woke condena abiertamente.
Era de esperarse de un primer ministro que quiere satanizar la libertad de expresión, que ha prohibido, bajo pena de cárcel, las terapias de conversión y que busca “reeducar” a las personas que se nieguen a utilizar pronombres inclusivos, como le sucede al psicólogo Jordan Peterson, si es que quiere mantener su matrícula como psicólogo.
Trudeu, un líder que condena a un padre por manifestarse en público y expresar su opinión sobre su propia hija, menor de edad, quien quería administrarse testosterona para abordar su disforia de género y buscar una transición hacia el género masculino.
¡Viva la libertad! Pero solo de la comunidad trans. ¡Ay, Canadá!
La primera ministra italiana, en cambio, ha manejado una política conservadora, que fue lo que prometió desde un inicio y por lo que la gente votó por ella. Dios, patria, familia, ese es el lema “fascista”, ese que todos los zurdos quieren condenar, porque la figura de Dios y de la fe es negativa para el mundo, porque priorizar tu patria es discriminatorio, y porque proteger a la familia es una idea “retrógrada”.
Desde que Giorgia Meloni asumió el poder el año pasado ha implementado políticas anti migrantes, dado que lamentablemente en Italia la inmigración ha sido descontrolada en los últimos años. Las políticas de la Unión Europea de “abran las puertas a todos”, pero que después no busca reubicarlos, fuerza a los países al sur de Europa a tener que mantener, subsidiar, ayudar y colocar a todos los inmigrantes recibidos. Mientras, solo una pequeña parte es enviada a otros países de la Unión Europea.
De la misma forma, la primera ministra evitó que los alcaldes se aprovecharan de la ley y permitieran, mediante el otorgamiento de poderes, a las parejas LGBT asumir el cargo de tutores legales de menores de edad, cuando en la legislación italiana no se contempla la posibilidad de que dos personas del mismo sexo puedan adoptar.
Artículo publicado en el diario El Reporte de Perú
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