Comenzó el 2024 bajo el signo clarificador de cuál será el terreno en el que se jugará el destino de Venezuela: ¿el de la negociación política y transición electoral más o menos pacífica a la democracia o el de la confrontación de la sociedad patriótica venezolana contra la narcotiranía?

En los matices de hasta dónde están dispuestos a llegar para mantener el poder en Venezuela figuran las opciones que tienen y que seguramente utilizarán en el campo represivo policial, judicial, grupos de poder y de choque del campo militar y no militar, de naturaleza narcocriminal. Ya mostraron que seguirán usando a sus malandros para secuestrar a dirigentes como Víctor Venegas. Sus grupos criminales amenazan y ejecutan torturas, impunemente. Apresan y asesinan de manera expresa o lentamente en sus calabozos inmundos a dirigentes de la sociedad civil. Hasta a los que sólo les exigen el cumplimiento de reivindicaciones sociales básicas. A los que demandan que se cumpla la obligación constitucional de realizar elecciones presidenciales en el segundo semestre de este año 2024 en curso ya los han sometido, detenido arbitrariamente y amedrentado en la cárcel. Han soltado a algunos bajo chantajistas presentaciones judiciales periódicas.

Soberanía venezolana versus tiranía:

La resolución de la caótica situación venezolana, después de dos periodos de seis años del castromadurimo en el poder, sumados a los 13 de Chávez supuestamente ganando elecciones de acuerdo con las reglas del sistema partidocrático de entonces, donde las únicas que reconocemos que realmente ganó dentro de esas reglas, más o menos auditables, fueron las de diciembre de 1998. En el 2000, con la nueva Constitución refrendada del 24 de marzo de ese año contra el que queda históricamente como traidor del pueblo venezolano, Francisco Arias Cárdenas; quien se rindió y entregó a Chávez sin dar la pelea para constituir una fuerza ciudadana capaz de contrarrestar el militarismo castrochavista en desarrollo. A sí se cedió el poder de Venezuela a la Cuba dictatorial de Fidel Castro.

En 2002 la Venezuela democrática ganó la calle y obligó a renunciar al sátrapa. Su retorno es resultado de una segunda traición al pueblo venezolano por parte de cúpulas en disputa por el control de un poder aún no garantizado por una dirección unificada y clara en los intereses cívico-militares como una sola patria promisoria.

La elección en 2006 frente a Rosales sabemos que fue un simple trámite-acuerdo burocrático. Luego, durante los siguientes seis años, que Chávez los convirtió en una clara autocracia castrochavista, de dictadura de expropiaciones, atropellos y desmontajes de las libertades fundamentales de producción, expropiaciones y aniquilamiento de la expresión libre de los medios de comunicación con la llamada “hegemonía comunicacional”, y de sometimiento de la educación a todos los niveles; hasta llegar a las elecciones de 2012 frente a Capriles.

Ya diagnosticada su enfermedad, Fidel conocedor de su gravedad, prefirió sacrificarlo, víl e irresponsablemente, como individuo mortalmente enfermo, pero que pudiera haber tenido una oportunidad de salvar su vida. Antepusieron su comunistoide ansiedad de mantener el poder y garantía de manejo de los recursos petroleros de Venezuela. Auténticos métodos médicos-científicos lo hubieran podido haber salvado, y separarlo de una agonía electoral. Con sus acciones, más bien terminaron de matarlo.

Luego lo utilizaron cínicamente ya muerto. Por órdenes y componendas de Fidel Castro, de sus adláteres traidores del estamento político y militar seudovenezolanos, fingieron para sus macabros fines una muerte en marzo de 2013. Así pasaron del ventajoso uso de los recursos del Estado venezolano concedida por Chávez, al manejo de la Venezuela con Maduro; hasta que los árabes con Tareck se fueron creciendo para administrar la hacienda junto a un Maduro y Cilia, engolosinados en el poder con iraníes y exguerrillas colombianas trasformadas en mafias de empresarios del mal. De allí es Alex Saab.

Desde ese grupito, primero más castrista que chavista, los que ungieron al Maduro desde una perorata psicológicamente manipulada para inducir a un “hombre moribundo” a que dejara encargado a “un hombre de su confianza y obediente” al castrismo, como Maduro. Chávez lo expresaría “tan claro como la luna llena” de un tipo que para entonces estaba lunático. Ello internamente lo sabían los que manejaban un cuadro de nulas posibilidades ya de salvarlo, para ese momento después de haberlo dejado agravarse, participando en esas elecciones de diciembre de 2012. Ahora un Maduro crecido con sus mafias de árabes (del cual Tareck casi se le iba por encima) y colombianos, está instrumentando el uso de las herramientas que aprendió de la diplomacia del castrismo para manejarse en los vericuetos y sinuosidades de los intereses y estilos de grupos de poder, sean pro demócratas o pro republicanos de Estados Unidos, así como los intereses europeos.

Desde entonces, y mediante la pieza del tablero devenido a negociador internacional por el tema del interés petrolero mundial, Nicolás Maduro asume que todo está por encima de la decisión del voto del ciudadano venezolano. Los intereses petroleros mundiales, los de los castristas cubanos, de los ayatolás iraníes, de la geopolítica de América y Europa versus el Medio Oriente y Asia toda, mandan. Los intereses de los narcotraficantes y sus grupos de una neoguerrilla terrorista sin ideología. Los de los ecocidas explotadores y contrabandistas del oro venezolano. Los politiqueros del régimen, perpetradores de fraudes electorales cantados que, desde 2013 al ganarle Capriles, saben y actúan para que claramente tales elecciones no dejen espacio posible para cobrarlas.

Del reclamo de la soberanía popular a hacerla valer:

De este apretado resumen anterior,  refrescándonos la memoria y orígenes de lo que ya está por cumplirse desde febrero de 1999, veinticinco años, del que sólo hubiera sido un sólo gobierno de 5 años, sin reelección inmediata, con el cambio de las reglas de juego en una nueva Constitución, y ahora que poco les importa lo que tenga que hacer para pasarle tantas veces por encima como lo requieran para quedarse en el poder, porque es su naturaleza con  narcotiranía continuista, sólo nuestro decidido pensamiento y acción libertaria puede aclararnos el camino para responderse dos preguntas: 1) ¿por qué habrían de cambiar la que hasta ahora ahora ha sido la estrategia que los ha mantenido en el poder? y 2) ¿Qué es lo que ha cambiado desde aquel 2002 de Carmona, y tenemos que hacer valer que es también diferente frente al 2013 de haber elegido a Capriles sin contar y cobrar, uno a uno los votos. ¿Qué distinto al haber designado a un diputado de turno como presidente encargado? La respuesta es esta vez clara “como una luna llena”, como diría el entonces gravemente enfermo presidente: “Gane usted las primarias” y lo hizo, María Corina Machado. No sólo ha ganado las primarias, contándose, uno a uno los votos, sino que se ha ganado a pulso el liderazgo legítimo para ser presidente de Venezuela, porque así lo tiene decidido la abrumadora mayoría del pueblo venezolano, y esa es la auténtica soberanía popular. Ahora hay que empezar a cobrar desde la calle comenzando este 23 de enero y poniéndole plazo a la tiranía para que desaloje Miraflores.

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@gonzalezdelcas


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