Ni el pueblo ni los ciudadanos venezolanos conocían los juguetes de guerra que desde que se atornilló Hugo Chávez en el poder se le han venido comprando a Rusia a crédito y al contado. Ha sido en los últimos días, a los 21 años de revolución bonita, que se conocen los misiles antiaéreos, los radares superfragilisticoespialidosos y la posibilidad cercana de que en cualquier momento se arme no las “sampableras” de la gente de Ezequiel Zamora y Toñito Guzmán Blanco del siglo XIX, sino una verdadera guerra del siglo XXI, tipo Siria o Libia, y la catástrofe que significaría. Están dados los elementos, las armas y, aparentemente, la disposición.
En todo el país se han movilizado los tanques y el ministro Vladimir Padrino López le ha dado la bienvenida a los 3,5 millones de milicianos que fueron incorporados como otro componente de las fuerzas armadas, del Ejército, sin importar la calidad del entrenamiento ni las destrezas. Por supuesto, está bien claro que se trata de la vieja consigna revolucionaria del pueblo en armas conquista su destino y no simple carne de cañón, tampoco costillares desnutridos como se observa en los videos que transmite la televisora rusa RT de las maniobras y demás escarceos de combate.
En la región fronteriza con Colombia, Freddy Bernal, el “protector” del estado Táchira de la entidad o administrador de hecho y sin derecho de administrar el situado constitucional de la entidad, ministro para los CLAP, ex comandante del Grupo Ceta y de “los Pantaneros” de la Policía Metropolitana, directivo del PSUV, vicepresidente para los asuntos que decida el sustituto mayor, inductor de la cría de cabras en apartamentos, eterno aspirante a ser ministro del Interior, restituido comisario del Sebin, ex alcalde de Caracas, viejo residente de la calle Stadium de Altavista, Catia, y propietario de una finca colindante con la de su paisano fallecido Luis Tascón en el municipio Independencia, no pierde oportunidad para encasquetarse una gorra del FAES, el escuadrón más mortal de los cuerpos represivos del régimen, y ponerse un chaleco antibalas.
Apareció ante las cámaras de televisión en La Fría. Sin anestesia, pausado y con su mejor pronunciación afirmó algo inesperado: “Sería un suicidio un enfrentamiento militar con Estados Unidos, una potencia muy poderosa, con mucha fuerza militar. Nosotros respetamos su gobierno, pretendemos nunca hablar de violencia. Sería una locura, un suicidio, pretender enfrentarse en el campo de batalla con una potencia de esas características. Nosotros siempre le hemos pedido respeto a Estados Unidos”.
A pesar del palabreo, defendió las maniobras militares en marcha en todo el país ante “la permanente amenaza insolente del gobierno de Donald Trump”. Bajo el sol andino, aplaudió con estilo gocho-prusiano a los cientos de militares y milicianos civiles que desfilaban con armas automáticas rusas, tanques de guerra y vehículos con misiles antiaéreos. Y sonrió al escuchar lo que cantaban con paso marcial y fusil al hombro los muchachos de verde para sorpresa de los moradores: “¡Te voy a enseñar algo más que a disparar! ¡Que aprendas a sentir el placer a destruir! ¡Que aprendas a matar sin temor a morir!”.
A las pocas horas, el video desapareció de las redes sociales, solo quedó en el historial de algunas páginas web, pero no por la canción, que es un canto al odio y un desprecio a la vida y a la humanidad que solo se le podría ocurrir a José Tomás Boves y al Iluminado Espinosa, nihilistas primitivos, avanzada nazi, sino por advertir sin medir las consecuencias que un enfrentamiento militar con Estados Unidos sería un suicidio, precisamente lo que han pretendido ocultar y que todos saben. Los de arriba, sin excepción, hasta Juan Barreto, tienen una vía de escape, un clavo caliente al cual agarrarse, una salida de emergencia. Todos gritan la el lema patria o muerte que inventaron los cubanos, pero con el significado de sálvese quien pueda. A los otros, al pueblo armado, quizás les apliquen el método soviético: dispararles desde la retaguardia para que sigan avanzando y no retrocedan, para que mueran por la patria. Vendo radar inservible comprado a un hijo de Putin.
@ramonhernandezg