Así quiere arreglar el ruso formado en la pesquisa, fisgoneo y espionaje cosas en las que -según algunos- tiene algo de razón, pero, por actuar a lo tiránico, no está resolviendo sino empeorando, llevando sangre, sufrimiento, muerte a su país y al vecino.
Han fallecido demasiados ucranianos, niños y mujeres, pero también rusos que no son chiquillos sino jóvenes soldados, oficiales y generales. Todo porque el acercamiento de países que una vez fueron tiranizados por aquella vergonzosa, asesina y represora Unión Soviética, está viendo mucho más hacia la Europa que prospera en libertad y donde los ciudadanos son tomados en cuenta; las empresas están bajo la dirección de empresarios con talento, empeño, conocimiento, y no en las de antiguos represores convertidos en confiables amigos del Kremlin.
Actitud que demuestra Rusia es tiranía lejos de la democracia, con un sector militar extenso y poderoso que no ha sido capaz de doblegar a un pueblo que, como el ucraniano, se ha empeñado en defender su libertad y soberanía; que prefiere la destrucción indiferente de cañones, a la vergüenza de ser sometido y humillado.
Se mata por emoción, por soberbia, creerse superior pero en el fondo es por miedo. Se negocia con argumentos a exponer. Los dictadores contemporáneos, descubren el poder, y no pueden dejarlo, es un vicio adictivo, quedan atrapados, se vuelven dependientes. Y si lo dejan, afloran síntomas de abstinencia, poniendo en peligro su libertad, en riego la vida, así como las de sus cómplices y socios. Los tiranos autócratas no desean abandonarlo, porque su destino, casi seguro, es la Corte Penal Internacional. Por eso, negociar es una tontería. ¡Dimitir significa la cárcel. ¿Se debe buscar un acuerdo con responsables de muertes inocentes? O ¿la ética y justicia obligan a deponer al violador de los derechos humanos y cometedor de crímenes de lesa humanidad? Para algunos es aceptable negociar, para otros, inmoral.
Un Putin lleno de tanques, lanzamisiles, cañones, aviones, helicópteros artillados y un ejército organizado de centenares de miles de hombres, calculó mal, no usó la prudencia del estratega sino la furia del canalla, y lo que pedante consideró un paseo militar de pocos días para adueñarse de Ucrania y deslumbrar al mundo, ha terminado por ser una larga serie de enfrentamientos en los cuales el primer defensor ucraniano es el lodo que nace del deshielo primaveral; la abulia de soldados enviados a pelear causa injusta y la dignidad de un pueblo que con escasos recursos, se defiende hasta morir. Ucranianos convertidos en héroes de la libertad; los rusos en imbéciles y torpes agresores.
Nadie creyó los alegatos de un hombre que tiraniza a su pueblo, esgrime la posibilidad nuclear para tratar de negociar con ventaja, en busca de una rendición que se ve lejana, por no decir imposible. Muy pocos le creen ahora, la sola insinuación de que si las cosas no salen como desea usará su arsenal nuclear, es una demostración de que es un asesino, no un mandatario moderno, un caudillo que desprecia al pueblo que domina. Aunque sólo sea por eso, no merece ser líder de los rusos.
No es un imperialista con propósitos de grandeza, es sólo un arbitrario déspota con formación indagadora, husmeadora, repleto de complejos y en quien tampoco confían los chinos, que considerados aliados, tienen su propia percepción del destino y el mundo. Ni siquiera comparan su aspiración por Taiwánque era China, con las pretensiones sobre una nación soberana como es Ucrania, libre formalmente desde que la Unión Soviética, se desmoronó, regresaron a la libertad y sus propias historias como: Polonia, Alemania, Checoslovaquia después dividida en República Checa y Eslovenia, Yugoeslavia desgajada por la rebelión de los serbios, Rumania, Bulgaria, Moldavia, Bielorrusia, Ucrania -que recordemos-.
Vladimir Putin organizó con bandidos un país en descomposición y estableció una mafia celosa, fanática e intransigente, por eso, es hora de que se vaya, o lo expulsen, ha derramado demasiada sangre, distribuido demasiados daños y miedo.
@ArmandoMartini