¡Después de una larga espera el viernes 26 de enero se estrenó en Apple TV la tercera entrega de la cooperación entre Tom Hanks y Steven Spielberg (que incluye a Gary Goetzman. ¡Y todas las expectativas han sido cumplidas después de ver los tres primeros episodios! Se puede afirmar que se ha generado una “marca y un estilo”, y con algo de esperanzas podemos decir que se han convertido en una escuela de la representación cinematográfica de la Segunda Guerra Mundial. La maestría que nos mostraron en las anteriores series, frutos de esta cooperación: Band of brothers (2002) y The Pacific (2010), se repite una vez más. Me refiero a su gran apego a la historia, a cuidar cada detalle de la época y centrarse en lo militar. Las exigencias hollywoodenses (romance, patrioterismo, etc.) son secundarias. Es maravilloso cómo logran armonizar el relato del drama de la guerra, la camaradería del combate con una sencilla explicación de aspectos técnicos e históricos. Todo ello cuidando el vestuario, la ambientación, las armas; y perfectamente filmado con una fotografía, sonido, música, actuaciones y guion que desarrollan en el espectador una sensación inmersiva en el mayor conflicto de la humanidad.
La serie se basa principalmente en la obra del historiador Donald L. Miller: Masters of the Air: America’s Bomber Boys Who Fought the Air War Against Nazi Germany (2007); aunque el guionista John Orloff incluyó otras fuentes, como las memorias del teniente Harry Crosby: A Wing and a Prayer: The Bloody 100th Bomb Group of the U.S. Eighth Air Force in Action over Europe in World War II (1993). De esta manera, así como en Band of brothers se dedicó a relatar la lucha de los paracaidistas de la “Easy Company” desde su entrenamiento pasando por el salto previo al día D (6 de junio de 1944); hasta el fin del conflicto; Masters of the air se centra en los llamados “Bloody Hundredth” (la tripulación, pilotos y personal de los aproximadamente 35 B-17 que formaron el 100th Bomb Group), la cual recibió ese nombre por las grandes pérdidas que sufrió. De modo que se mantiene la intención de seguir valorando el sacrificio realizado por Estados Unidos, en especial su juventud, para librarnos de la amenaza totalitaria nazi (y en el caso de The Pacific, del militarismo imperial japonés). No busca la exaltación de la guerra como alguna crítica ya se ha adelantado; sino dejar el pacifismo que domina el género y hacer énfasis en ver a la Segunda Guerra Mundial como una guerra justa, conservando así el gran mito estadounidense de «faro de la libertad». Aunque considero que lo primero será siempre sumergirnos en la camaradería que nace entre los combatientes: el «compañerismo de las trincheras» y de allí el primer nombre: Band of brothers, tomado del discurso de Henry V antes de la Batalla de Azincourt en la representación de William Shakespeare.
El primer episodio como siempre se dedica a presentarnos los protagonistas: mayor Gale “Buck” Cleven (Austin Butler, famoso por Elvis), mayor John “Bucky” Egan (Callum Turner), teniente Curtis Biddick (Barry Keoghan), teniente Harry Crosby (Anthony Boyle) que es quien narra la historia; entre otros. Nos ofrece su traslado desde Estados Unidos, pasando por Groenlandia hasta llegar a las islas británicas. Para luego llevarnos a la acción con la primera misión a Alemania (verano de 1943) como prólogo a la terrible violencia que padecerán las tripulaciones en lo que queda de serie (tres largos años de guerra). Lo que me fascinó es que cuida los detalles del vuelo, combate y bombardeo en un B-17 “Fortaleza volante”; de manera que es una pequeña clase del bombardeo aéreo aliado en la Octava Fuerza Aérea de la United States Army Air Force (USAAF). Es inevitable no recordar la película Memphis Belle (Michael Caton-Jones, 1990) y el peligroso reto de impedir que decenas de bombarderos vuelen en formación cerrada sin chocarse. Al final, después del bautismo de fuego y sangre, solo queda la frase del protagonista: «Tenemos un largo camino por recorrer».
En el segundo episodio se dedica la primera parte al reconocimiento del papel de los mecánicos y todo el personal de apoyo para que los bombarderos sigan volando y rindiendo al máximo. Al mismo tiempo convierten a un encuentro de pilotos de la Royal Air Force (RAF) con los protagonistas del 100th group estadounidense, en la excusa perfecta para explicar los argumentos que sostenían cada uno para bombardear en diferentes momentos: de noche (los británicos) y de día (la 8th de la USAAF). La fotografía, la reconstrucción del enjambre de bombarderos; supera todo lo hecho hasta ahora por el cine al tratar las luchas aéreas. Y es que siempre lo terrible de estas películas eran las imágenes, que le quitaban todo realismo y por tanto el necesario pacto de ficción. Hay que repetirlo una vez más: la serie ha logrado la experiencia inmersiva, estar con nuestros héroes en el encierro de sus naves a 8.000 metros de altura con temperaturas gélidas y el terrible miedo a morir por los cañones antiaéreos (“Flak”) o los cazas de la Luftwaffe, por no hablar de los riesgos que implica todo vuelo. Lamentablemente, en la escena del bombardeo de un puerto de submarinos en Noruega no entiendo por qué se les pasó un error que cualquiera con un poco de conocimiento sobre la Segunda Guerra Mundial habría notado. Al ser atacados por cazas la tripulación los nombra como Ju 88, pero al aparecer en pantalla identificamos perfectamente que era unos Bf 110. Yo entiendo algunos errores históricos para mantener algunos elementos de la trama, pero este no se entiende.
En el tercer episodio la acción y el sufrimiento de nuestros héroes lleva a su apogeo cuando participan el 17 de agosto de 1943 en el bombardeo de la fábrica de los cazas Messerschmitt en Regensburg (Ratisbona) en el sur del Tercer Reich. Es un masivo ataque donde otros grupos bombardean la fábrica de rodamientos de Schweinfurt; y después siguen en dirección a África para aterrizar en Argelia. Desde Bélgica comienza la reacción de la Luftwaffe y varios B-17 caen, entre ellos algunos deben esconderse en la Europa ocupada. Podemos concluir que en general la reacción de los numerosísimos aficionados e historiadores que mantienen espacios en internet sobre la Segunda Guerra Mundial, ha sido de total aprobación e incluso de gran euforia. No dudo que el interés por el tema se potenciará entre el público en general, anhelando que todo ello se traduzca en mejores películas y nuevas investigaciones historiográficas. La semana que viene esperamos tratar la Batalla de Montecassino que llega a su 80 aniversario, con la lamentable destrucción del patrimonio histórico y artístico de Europa que era su abadía. Pedimos disculpas a nuestros lectores y a El Nacional porque se nos ha hecho muy difícil mantener el ritmo semanal de entregas en los últimos meses. Como mínimo anhelamos conservar un promedio de dos artículos mensuales, y en tiempos vacacionales volver a la frecuencia de siempre.