Mass media, es como llamamos hoy a todos los medios de comunicación de TV, radio y prensa junto a las plataformas sociales, que a raíz de la burbuja tecnológica, han revolucionado el negocio de la comunicación, a través, de los diferentes canales de las múltiples redes sociales que en forma de mantras repetitivos de múltiples mensajes intencionales con más de 72.500 repeticiones, en palabras de Aldous Huxley, autor de la afamada novela distópica «Un mundo feliz» son capaces del paroxismo mental, que a través, de signos, recreaciones, transmiten un tipo de percepciones de altísima conmoción en la psiquis y la conducta de los usuarios en la red.
Red, un nombre que en sí mismo connota trampa, pero dicha trampa de la Web, esta vez, está destinada para la psiquis de las personas, que serán uno de los canales y medio en sí mismo, único, homogéneos, para desarrollar la esencia que a todos toque el experimento de la psicología social que conducen a las personas; bien sea, por medio del conocido, inconsciente colectivo, hipnosis, o más bien método del contagio, en términos de salud mental, se comportaría como un virus patógeno por medio del miedo, que es psicosomático, a través de las miles y millones de repeticiones de frases y signos en los mass media van hacer esos impulsos diarios hacia la psiquis que de forma automática inciden en la conductas de las individualidades.
Todos los días se bombardean los medios de comunicación con las noticias más trágicas, sin escatimar en costos económicos y financieros, al punto de convertir la escena mundial en un apocalipsis total, no sólo se observan inundaciones, volcanes, tsunamis, huracanes, y todo el cambio climático real o simulado, sino que incluso se observan contacto con seres de otros mundos y dimensiones. No fue hasta ayer lunes 4 de octubre del presente año 2021, cuando la humanidad, fue testigo de la interrupción de la red, más prolongada desde la aparición de las principales plataformas sociales.
Con todo esto, no se pretende negar la tragedia, de ninguna manera, pero se recuerda que existe la tecnología suficiente para modificar una semilla, como para modificar cualquier organismo vivo, bien sea de forma orgánica o artificial, en los que hay que mencionar el transhumanismo, además de la tecnología necesaria, para incidir en el clima, entre otras cosas y, esta, es información pública, ya desclasificada durante décadas.
Cada instante, muere un niño bien sea de hambre o por la guerra, cuando poco se hace, para que cesen los controles socioeconómicos que desencadenan la escasa libertad, la poca inversión, el desempleo, el éxodo, el hambre y fragmentación de las familias y de la sociedad.
No obstante, en referencia al poder de las imágenes, vale la pena recordar un evento que se tiene estampado en el imaginario colectivo «Premio Pulitzer (1993)» del fotógrafo Kevin Carter que según la misma red, caído en depresión ante la narrativas que se reconstruyó de aquella escena se suicida en 1994 tras una severa depresión, a raíz de esa famosa foto en el Sur de Sudán del niño famélico, desnutrido ante la cercanía del buitre; él mismo, aclara que fue una imagen propia de la rutina que día a día, existen en los campos de concentración, que hoy se conocen como campos de refugiados, dispersos en el África y en todo el mundo, a consecuencia de las guerras y los regímenes tiranos que se levantan en esas regiones.
Por citar, un ejemplo, en Maicao, Ciudad de La Guajira Colombiana en América Latina, frontera con el Estado Zulia, a raíz de la guerra silenciosa que recae sobre la población venezolana, además de los mismos controles colectivistas que actualmente se expanden por todas las naciones, existe uno de las centenas de campos de refugiados, desplegados por las agencias de las ONU y ONG internacionales colaboradoras en esa área, frente al negocio multimillonarios que representa cualquier guerra, con los mecanismos que fueran, bien sea, una guerra abierta o declarada o una guerra silenciosa y enmascarada, como lo son los modelos colectivistas y estatistas sobre las poblaciones.
Bajo el argumento que sea, la guerra, bien puede sustentarse en frases de fama internacional, tales como: «seguridad sanitaria; cambio climático; la autodeterminación de los pueblos» con las que imponen el modelo colectivistas, de mucho contenido adoctrinador y difusión publicitaria y propagandística, muy usadas por los regímenes totalitarios para imponer el modelo totalitario, lleno de controles y restricciones socio económicas que terminan siendo causa y consecuencia de cualquier economía de guerra.
En medio de toda la tragedia que se expone en el mass media, poco se difunde el hecho que las múltiples disposiciones reglamentarias traen en sí misma una tragedia de magnitud mundial superior a las imágenes mismas grabadas en el subconsciente colectivo.
La población ante el avasallante aparato propagandístico de las tesis totalitarias, colectivistas, con todas sus disposiciones colmadas de una falsa generosidad, caen deslumbrados, confiando todos sus intereses e incluso la vida por las impresiones que se difunden en los medios, como una gran histeria febril en las psiquis, emociones y conductas de las personas que se recrudecen en el transcurso de los pocos años, en los que logran ver la cruda realidad, fatigados, hambrientos, ya sólo buscan sobrevivir ante estos regímenes.
Regímenes tiránicos que, al principio se muestran afectuosos, generosos, respetuosos, con sentido y amor hacia la vida, avocados al cuidado de la vida, sin conmoción, con espíritu abierto y comprensivo, el arquetipo vampiro, alucinador y esquizofrénico con altas dosis de propaganda colectivista, inducen a las poblaciones a ser hipnotizados, contagiados, como un desdoblamiento psíquico para hacer cosas contra la voluntad, contra la razón propia de las personas.
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