La situación es inaceptable y abominable. El optimismo debe ser más fuerte. Cada vez quedamos pocos pero, eso no es impedimento. La negación de hacer maletas es cada día más sólida. Hoy, en medio del peor momento político, económico y social que vivimos no podemos darnos a la tarea de abordar por separado los retos que de ahora en adelante se nos presentarán: cada acción influye en el destino y rumbo de este país. No se trata de quien tiene el mejor eslogan o la mejor foto, se trata de definir nuestro futuro como uno de cambio, progreso y oportunidades. La unidad existe y reside en nuestro interior y por eso, debemos exteriorizarla a todo esplendor.
Debemos empezar con minuciosa profundidad y es que el incomprensible criterio venezolano es tan voluble como inestable. Vivimos en una eterna amnesia. Nos encanta olvidar con facilidad y prontitud. Lunas atrás, año 2013, un líder nos unificó y luchó hasta el cansancio y contra los pronósticos. Nos impulsó y nos llenó de esperanza en que sí «Hay un camino». Era el caballo del hipódromo. Luego fue criticado, desechado y lanzado a la hoguera cual hereje se tratara. Al siguiente año, ardiente 2014, otro líder alzó su voz y gallardía, nos llenó de fuerza y aliento, arriesgando su libertad por el despertar de un pueblo en que sí existe y es posible «La Salida» del régimen. El toro de la plaza. Luego, su destino fue el mismo que el del primer sujeto. Siguiente año, llegó el primer oxígeno en muchos años para los venezolanos al conquistar el Reichstag criollo y emergió de las cenizas otro líder que gozaba de la inteligencia, respaldo y audacia para llevar las riendas del triunfo. La frase “Aquí las cosas cambiaron” resonaba por doquier. El Zeus del Olimpo. Él era el que necesitábamos. Luego, el diccionario de descalificaciones se quedó corto para lo que pensaban de este personaje. Conclusión: la agudeza de nuestras emociones hace que nuestro criterio sea, en su mayoría, influenciado por ellas y no por la razón. Craso error.
Los escenarios deben aprovecharse y los espacios no deben cederse. Después del sacrificio y el esfuerzo, perder por forfait es algo catastrófico; por eso los abstencionistas están cada vez más solos y desamparados. No votar y votar por el PSUV es lo mismo. Apostar a un estallido social o una intervención extranjera es una ruleta que no tiene freno. Todavía, después de tanto, hay quienes siguen teniendo el pensamiento bochornoso y escuálido que conspirar contra la unidad política es una forma de salvo conducto para evitar el suicidio colectivo. Un “se los dije” en Twitterlandia puede dar un muy ligero respiro personal pero obviamente, no es un logro político. La unidad es necesaria, pero no es suficiente. Debe reinventar y reorganizarse. Las garantías deben ser distintas y las riendas de las instituciones arrodilladas han de ser removidas inflexiblemente. La táctica y la práctica ha de cambiar ya que los errores deben ser cada vez más minúsculos y la incongruencia en la retórica ha de ser suprimida. Las divisiones, los intereses individuales, la falta de un proyecto común más allá de la salida inmediata de Maduro, las alianzas ocultas con el poder terminan favoreciendo al oficialismo y agotando la fe y la paciencia de un pueblo sediento de cambio y cada vez más frustrado por la aniquilante situación.
Una de las decisiones más trascendentales y de imperiosa necesidad es darle respuesta inmediata a las distintas interrogantes que hoy agobian a la ciudadanía venezolana. Hasta al más académico la frustración lo domina. La gente pide claridad, respuestas y más aún, unión entre los distintos factores que hoy lideran el sentimiento de cambio. La abstención sin acción es nula; quiero salir a bailar y tú no quieres, entonces, dame otra opción porque quiero salir. Ejemplo básico de lo que está sucediendo hoy en Venezuela.
La unidad debe sobrevivir. El atisbo de una unidad sincera ha de materializarse cuanto antes. Himno Nacional, tienes razón: La fuerza es la unión. Debemos de fortalecer, aún más, cueste lo que cueste los logros obtenidos. Por eso, ahora las interrogantes son ¿qué piensan hacer, profesores, maestros, estudiantes de bachillerato? ¿Qué piensan hacer médicos, enfermeros, bioanalistas, estudiantes de la salud? ¿Qué piensan hacer, arquitectos, ingenieros, creadores, artistas? ¿Qué piensan hacer economistas, abogados, sociólogos, internacionalistas, filósofos, físicos, químicos, matemáticos, biólogos? ¿Qué piensan hacer, caraqueños, bolivarenses, maracuchos, merideños, barinenses, venezolanos? ¿Qué piensan hacer, personas con manos, con pies, con aliento, con cerebro, con vida? La unidad es tarea de todos. Si no entendemos definitivamente que el poder y el futuro de la nación están en nuestras manos estaremos condenados al implacable exterminio y el Armagedón será nuestro destino de llegada.
@JorgeFSambrano
#RendirseNoEsUnaOpcion