OPINIÓN

Masa crítica 

por Julio César Arreaza Julio César Arreaza

El extravío político es el causante de la dispersión que ha impedido alcanzar los objetivos y conllevado a desaprovechar oportunidades estelares, para ponerle cese a la usurpación. Ante este cuadro, la iniciativa ciudadana está resuelta a trabajar desde las bases y con la determinación de formar la masa crítica para recuperar la libertad. El reto es restaurar la democracia actuando con sentido de realidad, trascendencia y grandeza, porque para vencer al mal encarnado en el ecosistema criminal hay que superar las limitaciones humanas.

El camino, de ninguna manera, es dejarse llevar por lo más fácil y cómodo, sino mantenerse realizando esfuerzos ciudadanos enfocados en los objetivos libertarios, que siempre comportan un sendero espinoso de sacrificios y renuncias.

Propiciamos la formación ciudadana que afirma conciencia de sometimiento a la ley y la actuación dentro de los límites de sus mandatos, que jamás deben ser traspasados. La virilidad cívica se desenvuelve en el círculo vital tribulación-paciencia-virtud. Y la virtud  probada genera esperanza que nunca defrauda.

Cortamos de raíz con el régimen que coarta, de manera totalitaria, la vida en libertad, a contrapelo de su apalancamiento en “la equidad” -engañosa narrativa- que condujo a la más brutal desigualdad y cuyo basamento real descansa en la premisa hobbesiana: el hombre es el lobo del hombre. 

Romper la bancarrota moral y restaurar la democracia es nuestro norte.

Con la llegada de Petro, los demócratas perdimos el espacio y la seguridad de Colombia, que en la práctica resultaron mayores que los que ofrece Estados Unidos. La disidencia allá contaba con un espacio de protección jurídica. Lo que se espera desde el vecino país es el desencadenamiento de acciones que contribuyan al fracaso de las sanciones internacionales, diseñadas e impuestas por la comunidad internacional. La senadora María Fernanda Cabal eleva su voz supremamente clara, y anuncia desde ya, como corresponde a la voluntad soberana manifestada  en  las urnas, convertirse en oposición al gobierno que emerge y lo vislumbra como una tragedia para Colombia y el hemisferio.

Con respecto a México, no tenemos ninguna expectativa, los representantes allí sentados no representan a nadie de la acera democrática. No hay posiciones de fuerza y resultan irrelevantes para el país. El G4, responsable de la dispersión de la oposición, está constituido por partidos vaciados de entusiasmo ciudadano.

El desafío sigue siendo pasar de un estado primitivo de humanidad, en el que se acepta la ley de la venganza, de devolver mal por mal, a un estado de plena humanización, caracterizado por devolver mucho más bien que el mal recibido.

¡Libertad para Javier Tarazona! ¡No más prisioneros políticos, torturados, asesinados ni exiliados!