En días recientes ha circulado por Internet y otros medios el Informe Anual del Índice sobre Libertad Económica correspondiente al año 2023, al cual preferimos llamar en plural (libertades económicas) porque hay varias libertades económicas: libertad de producir bienes, libertad de prestar servicios, libertad para importar, libertad para exportar, etc.

Este significativo documento ha sido redactado por un equipo del Instituto Fraser en Canadá y distribuido por el Instituto Cato.  Ahora bien, dicho conjunto de datos está disponible hasta el año 2021.  Hace veinte días nos referimos a este denso documento y cómo no pudimos cubrirlo todo, en esta ocasión reseñaremos unos datos que continuamente menciona en su campaña electoral el candidato liberal a la Presidencia de la Nación Argentina, el economista Javier Milei.

Los más libres económicamente versus los menos libres económicamente

  • Los países situados en el primer cuartil de los más libres económicamente tenían un promedio del PIB por persona de US $ 48.569 en el año 2021, comparado a US $ 6.324 con los países con menos libertades económicas, situadas en el último cuartil
  • En el primer cuartil, el ingreso promedio de los más pobres era de US $ 14.091 en comparación con US $ 1.740. Es impresionantes cómo el ingreso promedio  de los más pobres que constituyen el 10% de la población es más del doble del ingreso promedio de todas las personas pertenecientes a los países con menos libertades económicas.
  • En el primer cuartil, sólo 2,02% experimenta pobreza extrema ( gana hasta US $1,90) en comparación con el 31,45% que está sumido en la pobreza extrema en el cuartil más bajo.
  • La expectativa de vida, indicador muy importante en la calidad de los sistemas sanitarios, en el primer cuartil es de 80,8 años, mientras que en el último cuartil donde están los países con menos libertades económicas, la esperanza de vida es de 65 años.
  • En el primer cuartil la mortalidad infantil apenas es de 4,2 por cada 1.000 nacimientos, mientras que en el último cuartil es de 39,1 por 1.000 habitantes.

Es interesante que este informe también incorpora la situación del Estado de Derecho en cada país, recabada a través del índice del Estado de Derecho del World Justice Project situado en Londres.

Es provechoso tener en cuenta que el propio John Locke, en su teoría del contrato social, explicó que la obligación de los individuos de someterse a un gobierno civil en virtud del contrato social se apoya en la de que el gobierno, mediante los organismos estatales u oficiales, está obligado a proteger sus derechos naturales, incluido el derecho a la propiedad privada. El Estado protege los derechos naturales y los derechos de propiedad privada garantizando la existencia de un Estado de Derecho en el que quede claro cómo se adquiere, y se comercia con el fin de evitar el robo, el fraude o la fuerza en estos procesos. Por fundamentales que sean estos derechos de propiedad individual, muchos países de todo el mundo, especialmente del Tercer Mundo, siguen teniendo dificultades para garantizar la propiedad.

Los diez primeros países en el índice del Estado de Derecho:

1)      Dinamarca

2)      Noruega

3)      Finlandia

4)      Suecia

5)      Holanda

6)      Alemania

7)      Nueva Zelanda

8)      Luxemburgo

9)      Estonia

10)  Irlanda

Los que están en los últimos lugares son:

133) Nicaragua

134) Camerún

135) Egipto

136) Haití

137)  Congo, República Democrática

139)  Camboya

140)  Venezuela

Es terrible ver que nuestra patria está de último en esta clasificación o “ranking” del Estado de Derecho. Aparentemente, esto no lo saben los candidatos que van a participar en las primarias. Otros venezolanos que supuestamente están en la oposición al actual gobierno dictatorial, que participaron en la Asamblea Constituyente que estableció la Constitución de 1999, ni siquiera saben de este ominoso hecho. El gobierno venezolano ha clausurado canales de televisión, emisoras de radio y periódicos como El Nacional, pero la oposición todavía piensa que hay algo de Estado de Derecho.

Tal como dijo George Orwell: uno no establece una dictadura para salvaguardar una revolución; uno hace una revolución para establecer una dictadura. Mejor dicho ¡imposible!


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