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Más allá del Estado-Nación

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La idea del Estado-Nación, tal como la conocemos hoy, es relativamente reciente. Su desarrollo ha ido de la mano del de la modernidad, período cuya marca ha sido el ascenso del mercado en el plano económico, con el capitalismo como su principal articulador. Hoy no se puede comprender el mundo si no se parte desde sus bloques más elementales, específicamente los países y sus respectivos Estados. El covid-19 ha sido un recordatorio de cómo funciona el sistema internacional, nos ha mostrado cómo la prioridad de cada Estado son sus ciudadanos y su territorio, lo que inevitablemente lleva a que en situaciones de amenaza cada país se cierre sobre sí mismo.

Pero el sistema tiene dentro de sí dos grandes fuerzas que pudieran transformar la noción de un sistema internacional basado en los Estados y sus intereses. Esas dos fuerzas no son inocentes, cada una de ella tiene sus propias dinámicas e intereses, una está marcada por las grandes corporaciones internacionales y cuya expresión geográfica es una gran red de ciudades; la segunda fuerza está relacionada con la aparición de problemas que no pueden ser abordados desde una lógica fragmentada de países, por ejemplo, los retos medioambientales, el terrorismo y las grandes migraciones humanas. Estas dos fuerzas amenazan la vigencia del Estado, y hasta su legitimidad.

Hoy la comprensión del mundo gira en torno a conceptos e ideas que no logran explicar y abordar nuevas realidades. Un ejemplo claro se encuentra en la tensión entre derechos ciudadanos y derechos humanos en el ámbito de la migración, si una persona está escapando de la violencia en su país y entra a otro país por vías irregulares (porque por ejemplo no puede esperar por los trámites burocráticos) en términos civiles de ese país la persona puede ser categorizada como “ilegal”, pero desde el punto de vista de los derechos humanos la persona debería tener otra categoría, quizás “refugiado”. Pero paradójicamente quien decide sobre si dar o no esta segunda categoría es el propio país, no el sistema internacional.

En el ejemplo anterior se puede visualizar una tensión entre la lógica basada en los Estados y los problemas que trascienden las fronteras de un país. La misma situación se repite en otros ámbitos, quizás el más evidente es el ambiental, pero también ocurre incluso a nivel de la seguridad internacional. Antes, los conflictos eran entre Estados, hoy gran parte de la violencia trasciende las fronteras y obedece a dinámicas que van más allá de una concepción geopolítica tradicional. En cuanto al medio ambiente es aún más complejo, porque no solo implica el desvanecimiento absoluto de las fronteras políticas, sino que introduce el elemento temporal, las decisiones de hoy afectan a las generaciones futuras.

Todas estas problemáticas son abordadas de alguna manera por el papa Francisco en la encíclica Fratelli Tutti (octubre, 2020), en la que hace una reflexión amplia del contexto mundial actual y apela como elemento central para superar estas contradicciones a una idea simple pero muy poderosa, asumir la fraternidad entre todos los seres humanos como la base de cualquier acción. Al hablar de la fraternidad, y dentro de este de la dignidad humana, el papa Francisco plantea una ruta para poder seguir avanzando como humanidad en medio de tantas contradicciones. Sin duda, el reto que plantea el pontífice no es sencillo, pero es tan complejo como ineludible.

La interrogante lógica ante semejante empresa es por dónde empezar. Para responder a ello el propio papa Francisco plantea una solución práctica, empezar por el entorno inmediato, promoviendo la fraternidad en nuestro alrededor, reconociendo la dignidad de cada persona, y a partir de ahí desarrollar relaciones constructivas. En este marco, una de las fuerzas que ya se encuentra en marcha, la importancia de las ciudades más allá de los Estados, puede ser ese espacio natural de cada persona desde el cual aportar al fin último que es lograr asumir a la humanidad como un todo. El reto no es fácil, pero no se debe olvidar que el mundo de hoy es lo que otros pusieron en marcha en el pasado.

@lombardidiego

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