Geopolíticamente hablando, la Organización de las Naciones Unidas está integrada por 193 países, de los cuales un poco más de 50 apoyan a la Asamblea Nacional de Venezuela y su presidente Juan Guaidó, el resto no lo hace. Las decisiones de la ONU son colegiadas, es decir, se cuentan los votos. Aquí comienzan los problemas, el discurso politiquero y el engaño: siempre en el contexto internacional se supo que el gobierno de Venezuela tenía asegurado los votos para ingresar al Consejo de Derechos Humanos. Me cuesta creer que exista tanta ignorancia por parte de la dirección política, que está al frente de las fuerzas democráticas. Además, hay que sumarle la campaña tardía de Costa Rica.
Hay que recordar que la Libia de Gadafi, así como la Cuba de los Castro, también formaron parte del Consejo de Derechos Humanos de la ONU. Así que no es de extrañar que la Venezuela de Maduro también esté ahora en esta instancia. Sin embargo, eso no los exime de sus violaciones de derechos humanos.
En la práctica, el hecho de que Venezuela vaya a ser nuevamente miembro del consejo entre 2020 y 2022 no significa que ese organismo y la oficina de la alta comisionada, Michelle Bachelet, no vayan a seguir vigilando e investigando las graves violaciones de los derechos humanos que han ocurrido y lamentablemente seguirán pasando en el país, mientras continúe este régimen tiránico; pues así es que se mantienen, a punta de anarquía, amenazas y torturas a inocentes con la intención de crear terror, al punto de que se les pasa la mano. Sin contar las innumerables vulneraciones de los derechos de las personas al no garantizarles el derecho a la vida, la salud, la educación y pare de contar.
La votación en la ONU dejó claro que esos 105 países reconocen a Nicolás Maduro, eso no lo hace un gobierno fuerte, como tampoco demuestra que 56 países que no lo reconocen, incluida la primera potencia del mundo, significa que en la oposición tengamos más fuerza. Con esto quiero significar que hay que dejar de repetir frases vacías, pisar tierra y terminar de entender la realidad, que no es otra que debemos ponernos de acuerdo ambos sectores, para avanzar en la solución de los problemas que aquejan a nuestro pueblo.
Por otro lado, todas las fuerzas democráticas sin excepción debemos prepararnos y organizarnos para defender el último bastión de poder que nos queda para enfrentar al régimen. Es una realidad, que en 2020 tocan por ley las elecciones para la Asamblea Nacional. Por ello es que nuestra invitación es que en este momento centremos la lucha para cambiar al Consejo Nacional Electoral, conquistar las mayores garantías electorales posibles que incluyan la más amplia observación internacional. En fin, es a través el voto que le podemos dar salida a la crisis, y por lo tanto no queda otra vía que promoverlo. Esa es la única arma que tenemos contra este régimen y toca usarla, hacerla efectiva.
Necesitamos políticos que asuman el liderazgo social, que no sean políticos de mesa ni de redes. La política no es un simple ejercicio de retórica, de dimes y diretes estériles. ¡Basta ya! Nuestro pueblo está ávido de que se produzcan resultados concretos, y por ende lleguen las satisfacciones.
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