OPINIÓN

Marquetalia, Sinaloa y Somalia

por Antonio Ledezma Antonio Ledezma

Aquella Marquetalia, que fue un mito guerrillero con ideas liberales que se negaron a deponer las armas en medio de la estruendosa violencia que involucraba a las dos fuerzas partidistas de los años cincuenta en Colombia, que terminaron incrustándose en la agreste zona montañosa de la Cordillera Central, buscando escapar del acoso de las autoridades, tiene en territorio venezolano a su nueva versión del siglo XXI. O sea, en el propio suelo de aquella Venezuela que fue ejemplo de democracia resplandeciente y después que sus gobiernos democráticos vencieran los movimientos guerrilleros alentados desde Cuba por la nomenclatura que lideraba Fidel Castro, ahora se instalan y se mueven los restos de esos núcleos narcoguerrilleros de origen colombiano.

Ya les resulta imposible negarlo a quienes se han empeñado en desmentir las denuncias que se han formulado al respecto. Por más argucias que saquen a relucir para encarar las pruebas que pusieron a circular los directivos de Fundaredes y las no menos fundamentadas denuncias que diera a conocer en el propio centro de la Organización de Naciones Unidas, el actual presidente de Colombia, Iván Duque Márquez, resulta absolutamente cierto que el territorio de Venezuela es, por consentimiento de Nicolás Maduro, la madriguera de esos bandidos que tanto daño le han causado a la humanidad.

Fuentes venezolanas confirmaron que Hernán Darío Velázquez, alias el Paisa, habría muerto en Venezuela, en el estado Apure. El excomandante de la columna móvil Teófilo Forero, una de las más violentas de las FARC, habría caído en un atentado en territorio venezolano. Debemos tener presente que este sería el segundo comandante de las disidencias muerto en nuestro país, tomando en cuenta que Jesús Santrich murió tras la emboscada de un comando enemigo, también en territorio venezolano en medio de una disputa por el control de las rutas para traficar cocaína. Todas las pruebas confirman que Santrich fue abatido en «la Serranía del Perijá, zona binacional fronteriza, entre El Chalet y la vereda Los Laureles, dentro de territorio venezolano».

Otro narcoguerrillero dado de baja en nuestro territorio fue Henry Castellanos, alias Romaña, un bandido con un prontuario aterrador que dirigió los más horrendos crímenes en la hermana República de Colombia.

En cualquier portal de noticias será posible encontrar información que permite comprender que Venezuela está también cediendo su territorio a los más peligrosos y poderosos carteles de la droga que tienen rango internacional. Basta con leer “el reciente informe de la Junta Internacional de Fiscalización de Estupefacientes de la ONU donde advierte una fuerte penetración del Cártel de Sinaloa —liderado por Ismael el Mayo Zambada— en Venezuela, con un aumento muy significativo en el volumen de exportaciones de drogas y la complicidad con el Ejército de Liberación Nacional de Colombia. En sustancia, este documento que se dio a conocer este jueves, describe el afianzamiento de los cárteles mexicanos en la región de América del Sur”. Por eso se habla del Zulia como “la pequeña Sinaloa”. Todo indica que, lamentablemente, el territorio zuliano se ha convertido en “uno de los centros operativos de la organización sinaloense y en el mayor puerto de embarque de cocaína con destino, especialmente, a Estados Unidos”.

Si a eso agregamos la presencia de las fuerzas irregulares del ELN con sus campamentos montados en por lo menos 18 estados de Venezuela; más la evidente incursión de los enclaves del terrorismo como Hezbolá; el rol de los pranes encabezando los gobiernos paralelos que controlan los centros penitenciarios del país y finalmente las miles de bandas y decenas de megabandas que tienen sitiadas regiones y localidades venezolanas, hay que concluir que para nuestra desgracia “Venezuela está somalizada”.

La deplorable situación que experimentan los seres humanos encerrados en ese Cuerno este de África y que forman parte de esos pequeños estados independientes, repartidos entre el oeste y noroeste, limitando con Etiopía y Yibuti, al sur de Kenia, norte con el Golfo de Adén, zonas estremecidas por esa prolongada guerra civil que ha dejado una estela de muertes y sufrimientos en lo que era Somalia. Es la similitud con el resquebrajamiento de nuestro territorio venezolano, hoy en manos de esas mafias de narcos, terroristas, malandros y élites corrompidas. La diferencia es que en esos lejanos espacios la lucha obedece a pleitos étnicos y diatribas religiosas, mientras que en Venezuela el resquebrajamiento lo ocasiona la pugna entre las mafias que integran esa corporación criminal que ha somalizado a nuestro país.

@alcaldeledezma