Ningún país democrático en el mundo reconocerá las elecciones presidenciales sin la participación de María Corina, Corina Yoris y Manuel Rosales. El liderazgo tiene un poder extraordinario. En este momento el triunfo de la alternativa democrática está en buena medida en manos de María Corina Machado. Por supuesto, la mayoría de la población entiende el poder de su liderazgo y la acompaña. Nadie de la verdadera oposición puede llegar a la presidencia sin el apoyo popular que la ilumina. Su liderazgo ha enfrentado los más grandes riesgos, incluyendo las más peligrosas agresiones y la cárcel. María Corina ha asumido una gran responsabilidad, que ambiciona lo mejor para la Venezuela que representa, y que está no sólo dando la cara, sino en la primera línea de batalla. Fue elegida en las primarias no sólo como la candidata opositora sino como la líder para lograr una gran victoria frente al oficialismo.
Las horas siguientes y los días que tenemos por delante marcarán la historia de Venezuela durante los próximos lustros. Hay momentos decisivos en la vida de un líder político y jugadas maestras. Una de ellas fue la de Rómulo Betancourt para ocupar la presidencia en el año 1945. Horas antes del golpe, amenazó a los jóvenes militares que iban a derrocar al presidente Medina con la no participación de AD en la intentona, a menos que los civiles tuvieran mayoría en la Junta de Gobierno que se instalaría para gobernar. Los hombres de uniforme aceptaron la pretensión y así Betancourt pudo hacerse con la presidencia durante el trienio. Eduardo Fernández, quien lideraba la oposición partidista el 4 de febrero de 1992, le dio en cadena nacional el apoyo irrestricto e incondicional a un Ejecutivo Nacional que en ese momento el pueblo aborrecía por las medidas económicas de “shock” que tuvo que implementar. Incluso Fernández metió al partido Copei dentro del propio gobierno adeco. El experimentado Rafael Caldera hizo todo lo contrario, interpretó a las grandes mayorías como dijo el hoy rector de la UCAB Arturo Peraza s.j, y se hizo de nuevo presidente.
En estas elecciones que se avecinan María Corina es la gran electora. Fue electa de manera casi unánime en las primarias. Hay que seguir presionando y empujando la transición con ella, pero en buena medida eso dependerá de su accionar y el de cada venezolano consciente. El régimen juega a la división y a la abstención. Viola de manera continuada el Estado de Derecho y los derechos humanos. Sabe que más de 80% lo rechaza y quiere cambio. En las últimas horas el régimen no sólo ha negado la candidatura de María Corina, sino también la de la candidata sustituta de la Mesa de la Unidad, respaldada por María Corina, Corina Yoris. Sin ninguna justificación se anulan candidaturas y se sacan de la chistera otras, para dividir a la oposición.
En cualquier caso, el partido UNT justo antes de vencerse el plazo y ya sin otras alternativas de la Mesa de la Unidad, inscribió a Manuel Rosales, quien respaldó a la plataforma unitaria y a sus candidatas hasta el final. Rosales ha sido también un perseguido político de Maduro, ha sufrido la inhabilitación y el exilio. Tiene un recorrido extraordinario como alcalde y gobernador del Zulia y dirigente del partido histórico más importante que ha existido en Venezuela. El Zulia después de la separación de Venezuela de la Gran Colombia no ha tenido un presidente zuliano. El maracucho Rafael Urdaneta fue el último presidente de la Gran Colombia y mano derecha de Bolívar. Más de 200 años después podríamos tener de vuelta a un zuliano. Lo ideal es que estuviera acompañado por María Corina como vicepresidente.
@OscarArnal