Bosquejo y surgimiento de un liderazgo
Venezuela es un país distópico, complejo y sumamente impredecible en su comportamiento sociopolítico. Padeciendo en la actualidad un fracasado modelo político/económico que intento implantar el Teniente Coronel Hugo Chávez, “El Socialismo Bolivariano del Siglo XXI”, adquiriendo las características ineludibles del engaño, la manipulación de las masas, el resentimiento y la corrupción a toda marcha, como los elementos más desproporcionados de este período absurdamente oscuro que aun no se supera, y Nicolás Maduro incluso apretó el acelerador deformando a fondo lo irracionalmente ya insostenible.
No obstante, en el contexto del esfuerzo combinado con la intachable honestidad, se ha producido esperanzadoramente la eclosión de un liderazgo de rasgos diferentes, a través de la figura de María Corina Machado, de orígenes insoslayablemente pudientes, hija de empresarios, pertenecientes al círculo de las élites dominantes de las clases poderosas caraqueñas, simbolizando enérgicamente que encarna la antítesis del gobierno “socialista”.
Sin embargo, a la hora de verificar los comportamientos y los hechos sociales más importantes que se han desarrollado en el país en los últimos 20 años, dos nombres estarán presentes en lo negativo y lo positivo, Hugo Chávez y María Corina Machado. Unidos y separados por un hilo histórico de contradicciones y convicciones. Hugo Chávez, un doloroso pasado que aún no se extingue y María Corina, el luminoso futuro que aún no alumbra de un todo, ambos retratados en aquella frase de la novela Metamorfosis del autor checo Franz Kafka en 1915:
“El cambio es el universo mismo; es el motor que hace que el tiempo siga adelante”.
Las emociones en el centro de las decisiones
Teniendo María Corina, la oportunidad histórica de plantar fértilmente un modelo que reivindique la nación y la reconduzca por la prosperidad, poseyendo la característica extraordinaria de separarse de los privilegios y las exquisiteces más nobles que la burguesía pueda permitirle para luchar por la libertad y la democracia en la obligada clandestinidad y a su vez dirigiendo al pueblo en este momento histórico, escenificando que en Venezuela la clase burguesa está protagonizando una revolución, así de inverosímil parece, pero evidencia su existencia cuando demuestra que se puede degustar la ópera Fidelio de Beethoven o La Traviata de Giuseppe Verdi, y a su vez inspirarse en los bordones de un arpa apureña, con la voz de Argenis Sánchez, el señor joropo de Venezuela, como él canta: “más criollo que el mastranto de las sabanas de Arauca”, así de auténtica y genial es la creciente y fascinante figura de María Machado cuando se funde e integra con todas las clases populares de Venezuela, conduciendo en consecuencia una revolución de otro tipo a la devaluada y cacareada por el chavismo/madurismo, una revolución verdadera, desmontando además que ha acaparado y experimenta en carne viva todos los códigos y símbolos que en el inicio utilizó el chavismo para encantar al pueblo, derrumbando el odio sembrado en la población para desunir a la sociedad con el uso de revanchismos sociales y empujarlos a todos a levantar y reconstruir Venezuela.
Ahora bien, sus enarboladas banderas de resistencia, contra el sistema totalitario, y la dictadura de dimensiones modernas, dejan entrever la metamorfosis que experimenta, ofreciendo María Corina una iluminadora mirada a la vida cotidiana, examinando y proponiendo temas como la identidad y el espíritu de resiliencia del venezolano, el propio significado de su existencia en sus parámetros económicos, su surgimiento y enganche con las clases populares y a su vez el aislamiento, las traiciones, desencuentros y sin dudas la carga del destino de su carácter y su inédita fuerza política, ante un pueblo que le pide al unisonó que se empine en toda su experiencia, nos señala y conduce a una reflexión e interpretación conmovedora de la condición humana de un liderazgo político/social, que ofrece una visión trascendente y profunda para una nación que debe florecer nuevamente, sin endiosar a la clase política, y ella educa e indica sin reservas ese camino, liberada de egos y protagonismo exacerbado.
Quizás uno de los mayores problemas en el liderazgo de Hugo Chávez fue la mitificación del personaje, a través de un ego colosal, con una mezcla enrarecida de amor, deber y mucha ira, que siempre fue el centro de las decisiones políticas, ofreciendo un sinfín de inutilidades, que ahora se pagan a un alto costo por todos los ciudadanos, representando nuevamente María Corina una visión diferente en su capacidad de desentrañar lo bueno de lo malo, dedicándose a unir a la nación sin complejos y atavismos, sin emociones y egos que la dominen.
Planteo la necesidad imperiosa de citar al autor Emilio Mira y López, en su obra trascendental y vigente Los cuatro gigantes del alma:
“No es exagerado emplear la voz gigante para designar estos 4 núcleos energéticos, que a modo de cuatros puntos cardinales, orientan, propulsan y a la vez limitan el universo mental individual y específico del hombre, porque pareciera que miedo, ira, amor y deber fueran los 4 pilares, en los que se apoya el edificio de nuestra personalidad”.
Desafíos en el porvenir
Si bien María Corina arrebata todo el apoyo popular contenido en las clases populares, en las calles y en las barriadas venezolanas, y aunque aún el madurismo usurpa el poder político, debemos creer dadas todas las circunstancias históricas que ahora mismo convergen. Este perverso sistema muy pronto caerá estrepitosamente y podremos empezar piedra por piedra a construir una nueva y mejor nación, si bien María Corina posee una mágica conexión social, que genera credibilidad, encanto, compromiso, pasión y se hace viral: en el uso del lenguaje que nos define en la abrumadora difusión de redes sociales, dejando sin efecto los cuestionamientos de su carácter, las alianzas o las maquinarias políticas de sus adversarios internos y externos, teniendo la obligación de construir un ecosistema para unir al país en función de un proyecto, que trascienda del chavismo/madurismo e imponga inteligentemente un sistema de oportunidades para todos, la base de esa genial iniciativa será la unidad, la anhelada unidad desde los tiempos de la gesta de la independencia, su sola imagen en la compañía y lucha constante de la variada dirigencia política, pero vigorosamente notable en las voces honestas y firmes de: Andrés Velázquez, Andrés Caleca, Biagio Pilieri, César Pérez Vivas, Delsa Solórzano, María Beatriz Martínez, Juan Pablo Guanipa, Roberto Enríquez y otros tantos dirigentes que han apreciado el liderazgo de María Corina mas allá de la visión coyuntural de un determinado partido político, representan la oportunidad de una mejor Venezuela, sin descuidar el surgimiento o el rebrote de los demonios insaciables que intentarán obstaculizar el desarrollo de un modelo absolutamente diferente.
En la doctrina de Henry Kissinger, recuerdo haber estudiado que en la vida y en la política todo tiende a diluirse, por tal razón en los momentos de mayor fuerza se deben construir las relaciones más solidas para luego soportar esos arrebatos y amenazas, por el bien de Venezuela se espera que nuestros líderes guiados sin mezquindad por la figura de María Corina, logren esa fusión que soporte las crisis y las tempestades.
El país también deberá en lo sucesivo comprender que poseemos un sistema enfermo y cambiarlo ameritará grandes decisiones, la aplicación de la propia medicina muchas veces es dolorosa y necesaria, por lo que la base de la confianza en el liderazgo de María Corina, en la conjugación de sus gigantes del alma y en las relaciones de unidad y complementación política con todas las voces del país serán lo suficiente para navegar hacia el resurgir de Venezuela.
@jufraga12