Estos días se están celebrando los 75 años de la Constitución alemana. La efeméride es significativa especialmente porque fue una contundente respuesta al pasado nazi que había sufrido la nación, y al reto de enfrentar en la frontera el régimen marxista que se iniciaba. Al finalizar la II Guerra Mundial Alemania estaba devastada y destruida económicamente, como ha quedado Venezuela hoy después de 25 años de caída estrepitosa.
La nueva carta magna alemana propuso entonces un sistema de gobierno federal, donde en el artículo uno se obligaba a respetar por encima de todo la eminente dignidad de la persona humana. Se establecieron dos figuras máximas en la línea de conducción nacional, un jefe de Estado, el presidente y un jefe de gobierno, el canciller. Fue la antítesis del derecho nazi, que le dio todo el poder a Hitler e interpretó tal y como lo fundamentó el jurisconsulto Carl Smith las leyes de manera maniquea para servir a Hitler. De igual forma se creó un sistema parlamentario en el cual el canciller depende de la confianza del Legislativo para gobernar, lo que profundiza la autonomía, independencia y separación de poderes. En la Constitución se apuntaló además una economía de mercado, que hizo posible el “milagro alemán” logrando que el país como el ave fénix resurgiera de sus cenizas. Mientras tanto, la Alemania del este u oriental, adoptó un modelo de partido único, donde se cercenaron todas las libertades, y un sistema económico centralizado donde el Estado confiscó para sí mismo los medios de producción arruinando a los habitantes. El producto interno bruto (PIB) per cápita a la caída del Muro de Berlín en la Alemania occidental alcanzó los 25.000 dólares, mientras que en Alemania del este promedió 8.000 dólares. De manera que la economía de la Alemania libre más que triplicó a la vecina, siendo el mismo país con los mismos habitantes, cuando lo único que los diferenció fue el sistema económico y político y el muro que construyó la Alemania comunista para detener el éxodo de sus habitantes hacia el lado occidental. Dentro de los horrores implementados por el régimen marxista estuvo la temida agencia de inteligencia Stasi, que recordó los métodos de persecución, tortura y exterminio de la Gestapo de Hitler. Por cierto, Putin como agente de la KGB fue un enlace soviético con la política secreta de Alemania oriental.
Valga la reflexión para resaltar que el marxismo es un materialismo que niega la existencia de Dios. Para Marx “la religión es el opio del pueblo”. El marxismo busca en las que llama sociedades “burguesas” fomentar las contradicciones (el odio de las mayorías) para estimular la lucha de clases y provocar la implosión a fin de dar paso a la dictadura del proletariado. La realidad como en el caso de Alemania, de Corea, Cuba y de la Unión Soviética en general fue que la dictadura del proletariado se transformó en tiranía, imponiendo regímenes totalitarios, donde nadie con ideas distintas podía opinar u organizarse. Desde el punto de vista económico predominó la escasez, las largas colas, la corrupción de la burocracia y las hambrunas asesinas que se produjeron especialmente en China y en la Ucrania soviética, con millones de muertos.
En Venezuela quienes gobiernan con orientación marxista han acabado con el sistema económico y apenas quedan espacios en el sistema político. La Constitución obliga cada seis años a que se realice una elección presidencial. Es hora de darle una derrota sin precedentes al madurismo. Es la hora del cambio. De la victoria de la libertad frente al despotismo y la barbarie marxista. Todos con Edmundo y María Corina que representan la salvación nacional. Ahora o nunca.
@OscarArnal
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