OPINIÓN

María Corina: ¿prohibido que sea presidente?

por Armando Martini Pietri Armando Martini Pietri
futuro

Foto: Henry Chirinos / EFE

El título refleja complejidades y desafíos que enfrenta en su justa y legítima aspiración, abriendo el debate sobre la legitimidad y justicia del sistema político. Necesario entonces, contextualizar el marco político-legal en el cual se desarrolla, y el desmedido propósito del oficialismo castrista y sus cómplices del statu quo para conservar el poder.

Su postura contra el socialismo carente de brújula moral, que se burla del bien público y su defensa de los principios democráticos, la han convertido en la líder que inspira confianza y esperanza. Legitimada en la primaria en un entorno de represión y censura, enfrenta impedimentos como la inhabilitación injustificada y judicialización de la actividad política; mañas habituales de mandones para neutralizar a sus contrincantes destacados.

La prohibición para que María Corina aspire a la presidencia tiene profundas implicaciones para la democracia y demuestra el temor del régimen, que utiliza el sistema judicial y otros mecanismos como herramientas de persecución política. Cercenar el derecho de elegir y ser elegido socava el principio para elecciones libres y debilita la pluralidad de una democracia saludable. El comunismo socialista, desesperado por su permanencia, impide la competencia, desconociendo el sentimiento de cambio que sobrepasó lo conocido, incluso el de las bases chavistas.

La comunidad internacional con su diplomacia interesada, guabina y protocolar, aunque timorata ha condenado la táctica. Sin embargo, a lo interno de Venezuela, la infamia, ha sido catalizador para la movilización y resistencia. La vergüenza de los métodos antidemocráticos y violatorios de los Derechos Humanos, ha intensificado la rebeldía ciudadana que pacíficamente ha manifestado su desacuerdo. El esfuerzo enorme de María Corina quedará para la historia, asunto que usufructuarios del triunfo deberán considerar. No reconocerlo, además de una ingratitud estulta, tiene consecuencias.

La prohibición de María Corina para ser presidente, no es solo un asunto legal -no defendido- por sus adversarios, hoy beneficiarios de su entrega, sino también, un símbolo del estado deplorable de la democracia en Venezuela. El uso ilegal del poder para consolidar el autoritarismo y reprimir la disidencia. No obstante, la lucha ciudadana por la restauración de la democracia, libertad y cambio es emblemática, destacando la urgencia de reformas y fortalecimiento de las instituciones democráticas, dando al traste con el enfermo socialismo criminal, asegurando un futuro en el que los ciudadanos participen libremente en la vida política.

Llegó el tiempo, el 28 de julio de 2024, Edmundo González Urrutia será presidente de la transición en Venezuela por impulso, apoyo, endoso de María Corina Machado, y quien lo intente empequeñecer, será parte -voluntaria o involuntaria- del fraude y las variadas hipótesis sobre lo que el régimen intentará para modificar la realidad imposible de ocultar. El continuismo no tendrá miramientos ni límite, harán lo necesario e inimaginable, incluso, cometerán la estupidez de impedir el conteo a viva voz de la boleta electoral, es decir, verificar papelito por papelito.

Ya instalada la transición en Miraflores, con los caseros decadentes que se niegan a morir, pero habilidosos, que negociaron aprovechándose de la diatriba que lograron instigar. Pero, sin percatarse que sus acciones, generaron una deuda moral y ética con Venezuela, que tendrán la obligación de honrar. No conciben la evidencia que el país chavista, socialista y/o revolucionario desapareció, pero también, los partidos y dirigentes que la ciudadanía percibe como encubridores.

Por ello, restablecer las libertades democráticas y de inmediato, convocar elecciones respetuosas de la integridad electoral, a fin de legitimar las autoridades, cumpliendo el mandato inequívoco de la primaria el 22 de octubre, es la única posibilidad para solventar el adeudo con el país. Las demandas ciudadanas, han sido ignoradas; consignas y gritos salen, pero sin la suficiente escucha. María Corina es designada por la ciudadanía, como la coordinadora del justo porvenir.

La historia apenas comienza y cualquier ocurrencia luce posible. Tratos agazapados y en cuclillas parecen iniciarse, aceptar espías disfrazados de custodios, es un comienzo. La elección del 28 de julio, se va a ganar y su resultado se respetará, nadie tiene dudas, el país hará lo correcto, y ni siquiera, la conveniencia desleal de profanos y sacrílegos podrá evitarlo.

@ArmandoMartini