En Venezuela está ocurriendo un hecho singular, un acontecimiento cuyas características difieren por completo de cualquier otro que haya ocurrido con anterioridad en el escabroso terreno de la política nacional. Por primera vez, una mujer, fina, bien educada, valiente, de buen parecer y de buen decir, se enfrenta con probabilidades de éxito a un régimen militarizado y despótico que lo primero que ha hecho es inhabilitarla para no enfrentarla en las elecciones presidenciales del año entrante, consciente como está de su inferioridad. Pese a toda su bravuconería, prepotencia y soberbia, el régimen madurista no tiene vergüenza en demostrar su cobardía frente a la dama que lo enfrenta y desafía. Eso es ya, de por sí, una derrota manifiesta.
Un triunfo electoral de María Corina Machado en 2024, con su pensamiento democrático-liberal, anticastrista, antipopulista y antisocialista, sobre el castrismo-castrense adueñado del poder desde hace un cuarto de siglo, sería un hecho prodigioso, casi un milagro, porque el régimen, que para nada tiene escrúpulos, hará todo lo posible por impedirlo. Puede, incluso, llegar hasta los últimos extremos. Por eso, aun cuando todos los venezolanos, incluso los que están en el gobierno o lo apoyan, son conscientes de la superioridad de MCM sobre todos los demás candidatos a la presidencia de la República, incluido el propio Maduro, pocos son los que creen que pueda participar en el proceso electoral del año entrante. Hay en el espíritu de los venezolanos una dramática confrontación entre las aspiraciones, las esperanzas y las posibilidades reales de que MCM pueda, por ahora, hacer efectiva su superioridad.
Lo fundamental del problema radica en la hegemonía militar que se ha reinado en el país desde el momento mismo de su nacimiento como nación independiente. La mentalidad retrógrada, machista, narcisista y despótica, inclinada a la arbitrariedad y a la corrupción, de la casta militar ha impedido el asentamiento en Venezuela de un verdadero sistema democrático, aspiración que ha estado presente en las 25 Constituciones que formalmente ha tenido el país desde 1811. Los militares llevan más de 2 siglos de permanente intromisión en los asuntos políticos del país. ¿Podemos imaginarnos a la fuerza armada nacional chavista (oficialmente llamada bolivariana) mandada por una comandante en jefe, como María Corina Machado, cuadrándosele, saludándola marcialmente y pidiéndole permiso para iniciar el desfile militar del 5 de Julio? El día en que eso suceda, podríamos decir que Venezuela ha renacido.
Ha habido mujeres presidentes en varios países del mundo y en la misma América Latina, pero no en Venezuela, país bizarro, de caciques, caudillos y mandamases. La posibilidad de que tal cosa ocurra con MCM sería, no sólo un suceso milagroso, como ya lo expresamos, sino además un evento de inmensa significación política, social y cultural, porque sería el punto de inflexión de una nueva realidad que cambiaría todos los otros aspectos sociales y culturales de la nación, especialmente en lo que tiene que ver con la valoración de la mujer, asunto muy dejado de lado a lo largo de nuestra historia. Sería un punto de inflexión que podría traernos muchos buenos frutos, porque las mujeres que han presidido otros países han demostrado capacidades para gobernar, sin caer en excesos de autoritarismo, inflexibilidad ni violencia. Han sido buenas administradoras, honestas y precavidas, con excepción de aquellas que han llegado al poder en hombros de sus defectuosos y torcidos maridos, como en Argentina, por ejemplo.
En fin, no sabemos cómo van a terminar las andanzas de MCM, pero bien vale la pena haber vivido tantos años y haber pasado tantas vicisitudes para tener la oportunidad de ver, vivir y sentir esa odisea del espíritu y la voluntad que nos está brindando MCM, a quien deseamos todo el éxito posible, rogando a Dios que la ayude y la proteja.