OPINIÓN

María Corina Machado frente al chavismo fascista del siglo XXI

por Humberto González Briceño Humberto González Briceño

La gran debilidad de la oposición venezolana frente al chavismo consiste básicamente en fallar a la hora de caracterizar al régimen y entender cómo operan sus mecanismos internos. Hasta ahora las denominaciones usadas para etiquetar al régimen chavista van desde un mal gobierno, pasando por la de un sistema autoritario y llegando hasta la de una corporación criminal agenciada para el delito, entre muchas otras.

Cada una de estas etiquetas provoca una estrategia distinta y diferente para enfrentar al régimen. Por ejemplo, una de las más usadas es la de “régimen autoritario”. Esta invita a un reconocimiento del sistema político-jurídico-electoral y a partir de allí tratar de ejercer presiones internas e internacionales para que el régimen en acatamiento a su propia legalidad entregue el poder.

Esta es la base angular de la vía electoral cuyo último episodio ocurrió el pasado 28 de julio. Sin embargo, al no existir mecanismos institucionales como soporte de un Estado de derecho, la voluntad de la mayoría queda brutalmente burlada con el robo descarado de las elecciones frente a lo cual no existe ni siquiera el recurso de apelación.

La concepción de “régimen autoritario” aconseja agotar todas las vías institucionales internas (aunque estas estén controladas totalmente por el chavismo) y externas para corregir el exabrupto. Esto es precisamente lo que ha hecho la MUD y María Corina Machado al constatar que no hay forma de lograr reconocimiento legal para la elección de Edmundo Gonzalez dentro de Venezuela y proseguir en la búsqueda de un reconocimiento internacional.

Pero esas vías institucionales tanto internas como externas actúan más bien como una camisa de fuerza que como una energía liberadora. Internamente el Tribunal Supremo de Justicia, en nombre de la legalidad del régimen chavista y su Constitución de 1999 a cuyo imperio se someten María Corina Machado y la MUD, ha dicho que el presidente electo es Nicolás Maduro.

La llamada “comunidad internacional”, que como tal orgánicamente es inexistente, se ha expresado en las declaraciones individuales de varios Estados que cuidadosamente identifican a Edmundo González como el ganador del 28 de julio, pero al mismo tiempo se abstienen de reconocerle el estatus de presidente electo.

Hemos planteado en otras oportunidades que una cosa es expresar simpatía en términos diplomáticos por la victoria de Edmundo González y otra muy distinta es declararle la guerra al Estado chavista para que le entregue el poder al hombre que esos países reconocen como el ganador del 28J. Mientras lo segundo no ocurra, lo primero no será más que un simbólico saludo a la bandera.

Últimamente también hemos visto como María Corina Machado le ha enviado mensajes tanto a los militares como a los jueces (en ambos casos de indiscutible filiación chavista) haciéndoles un llamado a reconocer la voluntad de los venezolanos expresada el 28 de julio y respetar la Constitución y las leyes (la legalidad chavista establecida en 1999).

Estos llamados no son otra cosa que una consecuencia del ejercicio de la vía electoral frente a un régimen que Machado aún considera es autoritario y que contiene algunas partes que se pueden salvar. La invitación de MCM asume que dentro del régimen chavista todavía quedan reservas institucionales en los poderes judicial y militar que podrían rebelarse en contra de la macolla dirigente.

Sin embargo, la premisa de la que parte María Corina Machado es equivocada y conduce a una estrategia errónea. No existen tales reservas como desearía Machado. Dentro del régimen chavista hay grupos definidos por el reparto de los privilegios y el botín, pero todos, sin excepción hacen causa común a la hora de defender un régimen que les permite seguir saqueando en nombre de la revolución.

Este empeño en saquear y lucrarse en nombre de la revolución tiene un sustrato cultural e ideológico que con sus matices se apoya en sólidos elementos de la doctrina fascista tales como la instauración de un estado totalitario, la imposición de un régimen de partido único y la destrucción de la persona. En el fascismo chavista del siglo XXI los clanes de poder no actúan como una federación sino más bien como grupos definidos por intereses particulares y utilitarios pero integrados en un solo sistema que ha demostrado una gran capacidad para reproducirse y depurarse para seguir en el poder.

El carácter eminentemente fascista del régimen chavista es lo que falla en reconocer o admitir María Corina Machado y lo que la lleva a seguir pidiendo reconocimiento a los resultados electorales del 28J y enviarles mensajes a los componentes de ese Estado para que se rebelen. Quienes integran los poderes militar y judicial dentro del Estado chavista no son elementos extraños a dicho régimen, todos ellos son parte del Estado fascista que hay que derrocar y razón por la cual nada se puede esperar de ellos como ingenuamente aspira María Corina Machado.

@humbertotweets