I Introducción
Considerando las situaciones que se presentarán la próxima semana después del triunfo avasallante de las 5 preguntas en el referéndum del domingo 3 de diciembre, 48 horas después de la aparición de este artículo, se pueden prever una serie de medidas de alto impacto que el gobierno puede tomar, desde el patrullaje naval agresivo de la zona marítima allende al área en reclamación, cortando de plano las actividades de exploración y extracción de petróleo en varios bloques; la segura creación de la Gobernación del Estado Esequibo, que no sería novedad, puesto que la República Argentina hizo lo mismo en 1990 al crear la Provincia de la Tierra del Fuego, Antártida e Islas del Atlántico, con el objetivo de colocar sus objetivos de posesión territorial de las zonas polares y las Islas Malvinas en un esquema gubernamental.
El problema de nombrar un gobernador del Esequibo con toda su carga burocrática, que va desde guardaespaldas a asesores, secretarias, porteros, choferes y pare de contar, incluido un Consejo Legislativo del Estado Bolivariano de la Guayana Esequiba (Clebge) con diputados nombrados a dedo, es que si van a trabajar desde Caracas o el estado Bolívar, sin incidencia real en el territorio del Esequibo, sería cuestión de meses para que todo el país termine rechazando este “elefante blanco”, consumidor de recursos financieros, sin que se observe ningún beneficio territorial para Venezuela.
Las vías militares, tanto el patrullaje intenso o el bloqueo naval de las zonas marítimas, son de alto riesgo para el gobierno de Maduro, tanto como una invasión terrestre del denominado territorio -condado en Guyana (County)-, no por el comienzo de dicha operación, que debería ser de aplastante dominio militar venezolano, sino el final del mismo, que puede derivar en una intervención militar de los países de la Comunidad Británica de Naciones, junto a países europeos y muy posiblemente con el apoyo de otros países del continente, más interesados en un conflicto militar que les dé la oportunidad de conseguir un cambio de gobierno en Venezuela, que de defender la integridad territorial de la República Cooperativa de Guyana.
Por ello, observando la reacción en la opinión pública mundial sobre lo ocurrido con la población civil de Gaza por la invasión militar de Israel, después de los ataques terroristas del 7 octubre, no cabe duda de que una intervención militar abierta no está en los cálculos geopolíticos del gobierno nacional, en mi opinión, por lo cual parece existir la posibilidad de que la respuesta hipotética del gobierno de Venezuela sea reeditar una brillante maniobra de la CIA, realizada por el Reino de Marruecos para evitar la creación de la República Saharaui, aliada de Argelia, que a su vez era un firme aliado de la Unión Soviética durante la Guerra Fría (1946-1991).
II La Marcha Verde
Utilizaremos la descripción siguiente de los acontecimientos ocurridos, narrados por expertos:
“El 6 de noviembre de 1975 los españoles desayunaron con la noticia de que Marruecos había decidido la invasión pacífica de la última colonia española: el Sahara Occidental. Desde el año anterior estaba decidida la celebración de un referéndum de autodeterminación previsto por Naciones Unidas y el censo de la población local se había realizado, solo faltaba la fecha de efectuarlo. Pero las maniobras diplomáticas de Marruecos, en busca de anexionarse el territorio, y las acciones terroristas del Frente Polisario lo retrasaban. A pesar de que la ONU y Marruecos querían que España se retirase del Sahara, el anuncio del referéndum no fue recibido de la misma manera. Para la ONU fue una buena noticia: era uno de los pocos territorios africanos que quedaban pendientes de descolonizar. Sin embargo, la posibilidad de una independencia desató el miedo en Marruecos, por lo que el rey Hassan II, hijo de Mohamed V, ideó una estrategia para retrasar el referéndum. Hizo que la vecina Mauritania se involucrara en las reclamaciones territoriales y exigió a la Corte Internacional de Justicia que se pronunciase acerca de a qué país pertenecía el Sahara. El 16 de octubre de 1975, la CIJ dictaminó que el territorio era del pueblo saharaui y que éste tenía derecho a la autodeterminación. No obstante, la resolución no fue del agrado de Marruecos y el monarca alauita anunció que convocaría la Marcha Verde para recuperar el Sahara. Así, el 6 de noviembre 350.000 civiles cruzaron la frontera para ocupar el territorio «de forma pacífica» y presionar a España para que lo abandonase. De las noticias llegaban imágenes del Ejército español preparado para repeler la agresión, de campos minados, de diferencia de potencia militar entre los dos países… incluso el entonces príncipe Juan Carlos acudió a la zona para mostrar apoyo a las tropas. Sin embargo, nada se dijo de las negociaciones que se mantenían, de los pactos secretos, de las cesiones y contraprestaciones; ni de la intervención de Estados Unidos que, por medio de su Secretaría de Estado a cuyo frente estaba Henry Kissinger, apoyó la manifestación por temor a que un Estado saharaui socialista con el respaldo de Argelia pudiese reforzar la presencia de la Unión Soviética en el Magreb. De modo que a España no le quedó más remedio que ceder ante las presiones marroquíes. Marruecos detuvo la Marcha Verde tres días después con la condición de que España negociase su retirada del territorio. Una semana después, España firmaba el Acuerdo Tripartito de Madrid por el que cedió la administración del Sahara a Marruecos y Mauritania al margen de la ONU”.
En un país lleno de invasiones a haciendas y parcelas, no requiere mucho esfuerzo del gobierno nacional reclutar decenas de miles de “colonos patriotas”, que pasen la frontera e invadan los terrenos al otro lado del río Esequibo, con la presión militar adicional de que un ataque contra los mismos, de parte de las Fuerzas de Defensa de Guyana (Guyana Defence Force), tendría una respuesta enérgica de las Fuerzas Armadas de Venezuela, siguiendo el esquema de Vladimir Putin que invadió Ucrania, según su visión, para proteger a la población rusa de Crimea, Donetsk y Lugansk, desatándose un enredo político y diplomático, donde se puede especular que Colombia y Brasil pudiesen apoyar a Maduro por razones ideológicas y políticas, dado el odio particular de sus gobernantes a los países occidentales, invocando la solidaridad latinoamericana.
El silencio “cómplice” de Gustavo Petro y Lula Da Silva es más preocupante para Guyana de lo que se admite públicamente, puesto que la Caricom no tiene ningún peso frente a estos países sin el auxilio del Reino Unido, Canadá o Australia, mientras que otros gobiernos asiáticos y africanos de este grupo, especialmente Nigeria y la India, evadirían una participación activa, según el papel que la Federación Rusa tenga en apaciguarlos con diplomacia económica o militar, mientras que China seguramente entiende que quien se quede con el territorio será suficientemente inteligente para respetar las enormes inversiones chinas, para evitar conflictos con esta superpotencia.
III Conclusión
Habiendo logrado vender a un sector de la población de Venezuela la necesidad de hacer hasta lo impensable meses atrás para recuperar el territorio Esequibo, no cabe duda de que el actual gobierno entiende la trascendencia internacional de lo que juega, o sea, “ a Rosalinda”, un venezolanismo para expresar que está apostando todo en esta mesa de póker geopolítico.
En cuestión de días veremos las orientaciones mediáticas y las acciones políticas definitivas de la presente administración.