OPINIÓN

¡Mamita, qué miedo, viene la extrema derecha!

por Víctor Andrés Belaunde Gutiérrez Víctor Andrés Belaunde Gutiérrez

El domingo 9 de junio se dieron elecciones para el Parlamento Europeo. La gran mayoría de medios han lamentado el supuesto avance de la “extrema derecha” en todo el viejo continente. Sin embargo, como suele suceder, las cosas no son lo que parecen o al menos la verdad no corresponde a lo que nos quieren contar.

Lo primero es que, en efecto, distintos partidos a la derecha del espectro político han tenido avances notables. Sin embargo, el único país donde se han producido efectos inmediatos ha sido Francia pero ello responde, exclusivamente, al cálculo de su Presidente, el señor Macron.

Al disolver la Asamblea proyecta la imagen de responder al mensaje del electorado y coloca a la señora Le Pen en el disparadero: Si su partido gana las elecciones se verá obligada a cogobernar (cohabitar le dicen allá) lo que neutralizaría aspectos de su ideario político. De otro lado, podría frenar la inercia de su crecimiento político en elecciones de mayor participación. La apuesta de Macron es que ambos escenarios lo favorecen.

Pero volviendo al miedo que se quiere instalar en la gente sobre esta pérfida “extrema derecha” detengámonos unos instantes y enumeremos qué postulados te convierten en junio del año 2024 en un extremista.

Primero: Sólo existen dos “géneros”, masculino y femenino, que se determinan en el momento de la concepción. Aquellas personas que dicen sentirse atrapadas en un cuerpo que no corresponde a su “identidad”, padecen de alguna dolencia psiquiátrica y lo que requieren con urgencia es tratarla no “transicionar” mutilando su cuerpo.

Segundo: La vida empieza en el momento de la concepción por lo que el aborto significa la eliminación de una vida humana inocente. Las situaciones en las que corre peligro la vida de la madre, gracias al avance de la ciencia médica, son excepcionales. Sus avances han permitido establecer con un alto grado de certeza, que, al menos desde una etapa temprana del embarazo, los fetos sienten dolor, por lo que los procedimientos abortivos les generan un espantoso sufrimiento.

Tercero: Pertenecemos a la Civilización Occidental, moralmente superior a las otras. Es la única que postula la dignidad de la persona humana como principio superior al interés colectivo. Nuestra civilización, además, se sustenta en el sistema ético judeocristiano. La Civilización Occidental sería imposible de no ser por la interacción entre la Iglesia Católica, la Reforma Protestante, el judaísmo y la tradición grecolatina.

Cuarto: La familia nuclear es la piedra angular de toda sociedad libre y sana. Están ampliamente demostrados los efectos nocivos en la formación de los jóvenes, en especial hombres, al crecer en hogares sin figura paterna. Se podrá haber superado el estigma social que antes acarreaba esta situación, pero la ausencia de condena no quiere decir que se trate de un buen ambiente para la educación de los niños. A su vez, la familia nuclear (junto con la Iglesia o religión organizada) es el gran dique de contención al poder del estado. Por esa razón el totalitarismo (neo)marxista busca relativizar a la familia y subordinarla al interés colectivo, para dominar todos los aspectos de la vida de las personas.

Quinto: El sistema internacional funciona sobre la base de Estados Nación independientes el uno del otro. Cada uno de ellos es soberano dentro de su ámbito territorial. Los organismos internacionales como las Naciones Unidas, creados al final de la Segunda Guerra Mundial, no pueden imponerse, mucho menos las personas que integran su Secretariado, o sea sus burócratas.

Sexto: Para que subsista la libertad y la democracia es menester restringir el poder y ámbito de acción del estado. En las últimas tres décadas, a pesar del fracaso del comunismo y del supuesto éxito del neoliberalismo, el poder del estado ha crecido de manera enorme y silenciosa. El pretexto más utilizado es el de regular situaciones complejas, proteger el medio ambiente, promover la salud, etc. El mundo lo gobiernan ahora los burócratas, ni siquiera presidentes, premieres o congresistas sino los funcionarios que les están (nominalmente al menos) subordinados.

Séptimo: Debemos explotar al máximo los recursos naturales de los cuáles está dotado nuestro país. Debemos promover la actividad económica, facilitándola, en todos los campos. Debemos procurar que cada individuo sea el arquitecto de su destino, no teniendo que recurrir a permisos burocráticos para sobrevivir.

Octavo: La principal obligación del Estado es la preservación de la paz y proteger de la violencia a quienes viven en su ámbito. Una segunda obligación es asegurar la existencia de un cierto colchón de amortiguamiento para aminorar circunstancias de pobreza extrema en las que puedan caer las personas y facilitar su recuperación.

Noveno: La igualdad es incompatible con la libertad, lo que no debe confundirse con la igualdad ante la ley. Quienes quieren meter a todos en el mismo saco, lo que buscan en realidad, es convertirse en los únicos y legítimos desiguales, para mandar a los otros hasta el final de los días.

Décimo: El socialismo, en sus distintas vertientes, es el mayor enemigo de la condición humana. Sus principios, llevados a su última y lógica consecuencia, llevan al genocidio. El socialismo comprende tanto al nazismo hitleriano (recuerden que su partido se llamaba Nacional Socialista de los Trabajadores Alemanes) como al comunismo soviético, chino, cubano, etc.

Pues bien, estimado lector, si usted comparte al menos tres de estos diez postulados usted es uno de los temibles miembros de la extrema derecha. ¿Qué le parece?

Artículo publicado en el diario El Reporte de Perú