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¡Maestra vida camará…!  

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¡Todo se ha consumado! La realidad se nos mostró en el ejercicio de lo que hemos llamado “votaciones”, dentro del “entramado narcocriminal del castromadurismo”. Concluyó, quizás en su más perniciosa faena, una nueva fase del calculado y hasta ahora eficaz plan internacional de sostener secuestrada a Venezuela, y la expansión desestabilizadora mediante un modelo de narcoestado hacia todo el cuerpo de democracia ingenua de las naciones de América.

Más que por cualquier otra razón, ante el invariable y prostituyente desempeño del régimen tiránico, castrocomunista y chavista, frente a la debilidad moral y arrogancia de una “seudodirigencia política de oposición». Enmascarada en la cohabitación con tal criminalidad, los venezolanos quedaron entrampados en una dilemática realidad de si optar por participar y navegar sobre tan putrefactas aguas, e intentar así la sobrevivencia, o continuar su masivo éxodo hacia otras tierras más firmes, que le prometan satisfacer necesidades básicas de alimento, salud, empleo, servicios; amén de un futuro en libertad y progreso para su descendencia.

Ante algunos “analistas políticos” que se asumen a una postura de frialdad numérica ante las duras realidades nacionales, para dizque hacer un “examen objetivo” de las mismas,  opino que se distraen en cifras que emanan de un estado de cosas sumamente enrarecido y distorsionador. No existe en Venezuela ambiente que posibilite tales abstracciones matemáticas, ante la realidad de profundización de la crisis económico-social, y que requiere mucho análisis cualitativo de qué es realmente lo que está pasando (recordemos si las cifras de los estudios sobre pérdida de peso de los habitantes de Venezuela bajo la dieta Maduro).

Lo anterior nos obliga a precisar ciertas observaciones, ante extraviadas elucubraciones, como por ejemplo extraer “de un plumazo” para el cálculo de la abstención en las pasadas “votaciones del 21N” a millones de venezolanos expulsados del territorio por la tiranía. Estimada conservadoramente, la diáspora ha superado hace rato ya los 6 millones de personas. ¿A cuántos de esos se nos robó el derecho a  ejercer nuestra soberanía sobre Venezuela? También a los encarcelados, maniatados, perseguidos y amenazados. A los asesinados. ¿Cuántos de estos aparecerán votando si se realizase una auténtica auditoría? En ese registro electoral está la primera base de manipulación de todo lo sucedido consecuentemente. ¿Cuantas veces más habremos de reiterar lo imprescindible de la depuración de dicho registro y la activación del derecho de voto en el exterior?. Todo requerira primero la liberación y establecer el orden en el país.

La pobre calidad organizativa e ineficacia política de la dirección de los partidos que se dicen de oposición, incapaces de practicar hacia sí mismos una democracia y renovación internas debilita cualquier alternativa democrática. Mucho menos se ha logrado asumir un plan unificado y coherente de liberación, lo que el país reclama como lo más importante y lo más urgente. La ambivalencia del deshoje de la margarita: “negociamos o no negociamos”, “votamos o no votamos”, sigue. Nos referimos, claro está, a las gentes  que “reptan” en el llamado “mundo del G4”, procurando dádivas ante el opresor. Traicionando a los que debían ser sus aliados en la lucha. Junto a alacranes y otras especies tienen a flor de labios el ¿cuánto hay pa´ eso? Muchos de ellos se asumen  a sí mismos como eternas “dirigencias de oposición”, y están más ocupados en competir deslealmente unos contra otros, que en derrocar la opresión.

¡Alcemos la mirada! Reconozcámonos en lo mejor de lo que fuimos durante los cuarenta años del esfuerzo democratizador, pero también en los sueños de esa República libre e independiente por la que hace dos siglos un 24 de junio de 1821 plantaron batalla nuestros antepasados, para darnos identidad libertaria como nación. Recobremos fuerzas morales para superar la mediocridad y amargura del momento. Es menester por ello recomenzar sin prisa, pero sin pausa ni temores la nueva faena. Nuestro esfuerzo invertido para formar conciencia libertaria, ahora es hora de validarlo con un nuevo primer paso en la dirección y sentido correctos. Paso que nos mantenga unidos en valores y principios, como son luchar por mejorar nuestra familia, la escuela, el barrio. No continuar entre traidores y proxenetas esperando cosechar un cambio. Requerimos una auténtica organización liberadora.¡Demos término así a la ya tan manoseada necesidad de una unidad de todos, así sea revolcándonos en el estiércol!

Precisamos la claridad de un deslinde hacia una unidad propositiva y trascendente. Planteemos la unidad que emane del proyecto. Compartamos junto con las mayorías de venezolanas y venezolanos la ansiada lucha libertaria del día tras día. Junto a los americanos de bien . Acompañemos la lucha por todo el continente. Por una América libre, democrática y moderna. ¡Si se puede! Todas esas familias, de aquí y de allá que, como nosotros, han sufrido y sufren los rigores de la pérdida de la libertad, y el bienestar en sus vidas serán parte fundamental de nuestras fortalezas. Como ocurre en Centroamérica con Nicaragua, y en el Caribe y al Sur de América con Cuba y Venezuela, así como Colombia, Ecuador y Perú, vayamos al encuentro de un presente de esa maestra vida que nos ha quitado pero nos ha enseñado para que nos dé los frutos que queremos hacia el porvenir de Por todo lo anterior y más, hermanas y hermanos de nuestra nación venezolana,  y americana toda, el reto es asumir la vida en lo esencial de su oportunidad, y la belleza de una lucha promisoria. Esa es la enseñanza: “Maestra vida camará, te da y te quita, te quita y te da…

@gonzalezdelcas/[email protected]

 

 

 

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