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Maduro y su paradigma mediático electoral

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Los medios de comunicación son actores centrales de los procesos electorales. Entre sus funciones, están servir de canal de comunicación de las propuestas de los candidatos hacia el electorado, visibilizar las problemáticas nacionales, regionales y locales, dar visibilidad a los distintos sectores sociales, económicos y políticos en el territorio, servir de elemento educativo y pedagógico electoral en contextos de baja cultura política participativa, entre otros. Lange y Ward afirman “los procesos electorales son parte esencial de la democracia contemporánea. La expresión institucionalizada de la voluntad popular es un requisito ineludible de todo sistema político democrático. La calidad de la democracia se ve, en parte, determinada por la transparencia, la libertad y la vitalidad de las elecciones que deben ser un reflejo de la diversidad ideológica de una sociedad, cuyos procedimientos deben garantizar la participación y representación política de toda la sociedad involucrada”.

Ahora bien, para otros especialistas en la temática de los nuevos paradigmas mediáticos de la comunicación, su relevancia esta se ha convertido en actores políticos decisivos de las democracias contemporáneas. Su poder reside en su capacidad para influir en el poder: el poder de los gobiernos, el poder de la política; el poder de decisión de los ciudadanos. Los medios de comunicación dejaron de ser intermediarios o la cancha de lo común de la, para pasar a jugar la batalla del poder constituir, destituir o instituir.

Los medios son instrumentales para el proceso y la plataforma que proveen en tiempo de elecciones permanece como un escenario vital para la presentación de las ideologías de los partidos, así como para garantizar al público la oportunidad de escrutar y recolectar información de un amplio espectro de propuestas presentadas por los candidatos. En este momento histórico, el gobierno se apuntala en el paradigma mediático, tiene una fortaleza relativa en la contienda proselitista con mira a la contienda presidencial 2024, sin embargo, la relevancia que posee el contenido real de la esencia de la actividad política no debe ser ignorada. La lucha por el poder adquiere sentido si es racional, lo real es racional según el filósofo alemán Hegel, más si se sustenta de los valores de fondo que todo candidato en este caso presidencial debe apropiarse: vocación de servicio, honestidad, plan y liderazgo; y todo aquello que le permita una efectiva comunicación con el electorado vinculado al su contexto nacional. Para algunos politólogos, “el proceso electoral involucra dos dimensiones de idéntica trascendencia: sustancia y forma; así como una política sin forma es ineficaz y estéril, una política sin sustancia es inconducente y superficial”.

El predominio de la lógica de los medios / redes sociales en la precampaña electoral que se desarrolla intrínsicamente en nuestro país, también, se intensifica con el desencanto del factor político en la ciudadanía. Los partidos políticos que apoyan al gobierno y las organizaciones políticas de oposición, la mayoría carecen de contenido de naturaleza ideológica, además se revela que existe un vacío de lo social y la solidaridad ante las crisis.

Los medios televisivos del Estado venezolano con sus estratégicas propagandas electoreras nos han llevado malinterpretar la verdadera función de la comunicación política moderna, cuyo objetivo difiere de reemplazar ideas por imágenes. Por el contrario, su verdadero objetivo es poner las imágenes al servicio de las ideas, así se mueve la estrategia revolucionaria. Por ello, es necesario advertir a los que tienen intenciones de ir a votar en las próximas elecciones presidenciales acerca de los peligros que una visión distorsionada de la política electoral se encauce hacia modelos de la perversidad, mentiras y terrorismo psicológico.

Ante la apatía política, la falta de intereses y la desconfianza de los ciudadanos hacia la clase política venezolana, las rutinas informativas relacionadas con la información política han devenido la personalización, banalización y espectacularización de los asuntos públicos. En este escenario, el tipo de comunicación política que activa la televisión ha sido fundamental y más aún en tiempos electorales.

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