Nicolás Maduro ha definido el papel de la mujer en la sociedad. Ella es, dice él, fundamentalmente, existencialmente (¿únicamente?) procreadora, es decir, ha venido al mundo a parir.
¿Acaso esa expresión de Maduro puede sorprendernos? No, para nada. Pues, esto que ellos han llamado revolución y que definen como profundamente socialista, humanista y, eso sí, profundamente chavista, se ha caracterizado por no reconocer las diferencias; a menudo Maduro, y por lo general la nomenclatura chavista, hace chistes sexistas, homofóbicos y de la mujer, especialmente, ha tenido una concepción desvalorizada y despreciativa.
En efecto, la concepción de la mujer en la narrativa chavista ha sido expuesta públicamente y sin ruborizarse por los representantes más conspicuos del chavismo, empezando por el mismísimo Hugo Chávez, quien en vida (por supuesto) prometía darle lo suyo a su mujer una noche caliente y no reparaba lugar y momento (todos sabemos que entre las cosas que más resaltaba Chávez era su supuesta virilidad), describiendo con detalle las veces que “le dio lo suyo” en un incómodo Volkswagen escarabajo.
También José Vicente Rangel hijo y su esposa se refirieron “revolucionariamente” a la mujer, cuando una de sus ofertas electorales para la Alcaldía del Municipio Sucre fue: “Le vamos a buscar macho a todas las mujeres en Venezuela. Importantísimo. Y además, a su gusto. Del tamaño que quieran… el hombre, por supuesto. Aquí estaremos complaciéndolas a todas».
Mientras que su esposa, Gabriela Chacón, también formuló comentarios sobre controlar a las mujeres: “….yo soy la abogada personal de todos los hombres del municipio Sucre. Tú también vas a tener tu espacio porque nosotras somos unas cuaimas, y a las cuaimas hay que controlarlas”.
Es posible que Maduro solo esté conectado a Twitter, Instagram o Netflix. Y eso no le ha permitido enterarse de las transformaciones, de cambios sustanciales que ha vivido el planeta desde los lejanos días bíblicos en la que Dios se hizo autor de la canción “El negrito del Batey” que dice que hizo el «trabajo como castigo” y castigó a Adán obligándole ganarse el pan con el sudor de su frente y a Eva la castigó con parir con dolor, es decir a soportar los dolores de parto, que según los especialistas, equivalen a 20 fracturas simultánea de huesos, todo por comerse unas manzanas, hasta mediados del siglo XX, transformaciones que se siguen profundizando en este siglo XXI cuando “la mujer ya no es definida por la mirada del hombre y no fue (ni es más) más lo que el hombre quería (y quiere) que fuese”.
No ha entendido, y cómo, que la mujer no es un simple objeto confinada a la casa, y donde pasivamente se somete sexualmente al hombre como si este fuera el único que desea.
Ellas, también, desean y de la libertad sexual que han ganado hoy es de donde nacen sus estrategias, que sin lugar a dudas son fatales que terminan con desarbolar las estrategias del “seductor”, ése que actúa con la creencia de que el hombre es el único que desea, como dice Jean Baudrillard en Las estrategias fatales y en La seducción.
Ahora, qué pensarán las feministas que acompañaron a Maduro en ese Congreso Venezolano de las Mujeres donde él expone su primitiva concepción de la mujer, en la que solo le asigna el papel de parir para llenar la patria de muchachos. Muchachos que están destinados, de seguir él en el poder, a morir, junto a sus madres, en el tapón del Darién o ahogados en las aguas del río Bravo o Grande, como gusten llamarlo.
Pero, bueno, no hay que exigirle mucho a Maduro. Pensemos que después de todo él es un ignorante, que todavía no se ha enterado que la mujer hoy tiene el poder de reinventarse (Cilia Flores se lo ha dicho todos los días: “Yo soy la que verdaderamente tengo el poder” y le demuestra su astucia fingiendo que no tiene lo que realmente tiene, solo, para que la gente crea. Mientras él sigue simulando tener lo que no tiene y … se lo cree). Para nada ha entendido que la mujer hoy es militante del descasamiento, que concibe el sexo como actividad de placer y no solo para la procreación, pero, que no olvida por ello que es madre y esposa.
Aunque de verdad, las mujeres venezolanas, en este caso, no tienen por qué soportar esa absurda y ridícula cuestión de querer imponerle que tenga seis muchachos para poblar la patria…. Bueno entendamos nosotros también que Maduro no ha tenido nunca un cólico nefrítico.
El periodismo independiente necesita del apoyo de sus lectores para continuar y garantizar que las noticias incómodas que no quieren que leas, sigan estando a tu alcance. ¡Hoy, con tu apoyo, seguiremos trabajando arduamente por un periodismo libre de censuras!
Apoya a El Nacional