OPINIÓN

Maduro y los despojos de la revolución contra María Corina y el pueblo venezolano

por Daniel García Daniel García

 

El coraje y la decisión de los venezolanos de enfrentar la crueldad y la barbarie es hoy una realidad a la que el régimen de Maduro le es imposible enfrentar con éxito. Si bien la institucionalidad del país, parcialmente de su lado, aún está aparentemente controlada, todo lo que sucede a diario en esta tierra de gracia declarada en rebeldía muestra el resquebrajamiento de las estructuras oficialistas.

El 22 de octubre ocurrió un verdadero hecho histórico protagonizado por el pueblo venezolano que generó un pánico generalizado en las instancias del poder en todos sus niveles: nacional, regional, municipal y parroquial. Miles de dirigentes chavistas fueron vistos en los centros de votación ejerciendo su derecho al voto, en zonas urbanas y rurales, en especial en sectores populares que un día fueron bastiones del hoy degradado y rechazado chavismo-madurismo. Como es lógico, esa abrumadora participación ha generado un gran debate nacional en medio del éxito del pueblo venezolano y la gran derrota del socialismo y su máximo exponente, el señor Maduro.

Describir en un par de páginas los alcances y consecuencias de este inédito proceso electoral se hace imposible, pero podríamos resumirlo en que la declaratoria de guerra que el régimen decreto contra los venezolanos al despojarlos progresiva y aceleradamente de sus derechos fundamentales que han ido en detrimento acelerado de la economía familiar y el bienestar general de sociedad ha tenido una respuesta inicial de los secuestrados, empobrecidos y humillados ciudadanos que permanentemente son víctimas del sistema imperante, claramente calificado inoperante y fallido en todos los aspectos.

Cada estado, cada municipio, el país en su totalidad y el mundo conocieron los resultados.  Surgieron cifras contundentes que han servido de preaviso a gran cantidad de alcaldes y gobernadores oficialistas que hoy ostentan el poder por la división opositora que se generó en el proceso electoral de las regionales en los convulsionados, judicializados, desprestigiados y fracasados partidos políticos.

Lo que venían señalando las encuestas sobre el rechazo a los partidos políticos que superaba el 80% y a sus dirigentes, también minimizados en sus aspiraciones con porcentajes irrisorios y poco competitivos, simplemente se vio reflejado en el resultado electoral en el que María Corina Machado obtuvo 92% de los votos. Lo que los jerarcas y voceros oficialistas han tratado de descalificar como una estafa es solo una acción mediática y efectista, pues el régimen conoce de estas tendencias desde hace meses y no ha podido contener el descontento generalizado en el país.

Más de 2 millones de venezolanos participaron y unos miles quedaron sin poder votar y todos, incluidos los curiosos y los mismos sectores oficialistas, fueron testigos de este fenómeno electoral que marca sin temor a equivocarme la hecatombe imparable de la revolución socialista y el triunfo inequívoco de la unidad nacional. La contienda en 2024 será la de Maduro y sus incondicionales contra el 90% de los maltratados, engañados y estafados venezolanos. Eso ya no tiene discusión alguna y está cuantificado a un año aproximadamente del proceso electoral presidencial.

Los voceros oficiales vociferan y amenazan, se burlan de la tragedia y la crisis que viven los ciudadanos en Venezuela y el exterior. Quién puede creer que Maduro pueda recuperarse después de destruir la institucionalidad, el aparato productivo y la economía familiar. Quién puede pensar que los venezolanos que han recibido una sobredosis de patria socialista seguirán respaldando su propia destrucción y avalando los índices estrafalarios y astronómicos de corrupción. Creo que nadie que se quiera a sí mismo, respete a su familia y verdaderamente ame su patria.

Los venezolanos tenemos que interiorizar y convencernos de que esta pesadilla que vivimos tiene sus meses contados. Tenemos un año para seguir construyendo la mayor unidad posible y para deslastrarnos con severidad de los sectores que están prestos y alineados con el régimen para dividir el esfuerzo del sentimiento nacional, con falsas ofertas electorales a través de organizaciones políticas fraudulentas con estrategias perfectamente diseñadas. Es suficiente tiempo para continuar organizándonos en nuestras comunidades y construir una gran maquinaria ciudadana que derrote por paliza a la debilitada estructura oficialista.

Desde esta columna exhorto y ruego a la clase política emergente y a la tradicional consciente a construir los puentes necesarios de integración, a borrar el sectarismo y la segregación del accionar político, que debe desarrollarse en favor del reencuentro de los venezolanos. Importante acrecentar los niveles de respeto y consideración para cada uno de los venezolanos que están prestos a colaborar para alcanzar una gran victoria.

Miles de noticias van y vienen, cientos de publicaciones de analistas ruedan, todas ellas generan opinión en la gente, por lo que se hace necesario un direccionamiento serio y responsable para desmontar toda aquella información que hace daño, muchas de origen fraudulento.

Un puñado de lideres oficialistas de verbo altisonante y pervertido, ante la pérdida del respaldo popular, actuarán en los múltiples espacios que tienen y controlan para tratar de desencantar a quienes les adversan y tratarán de generar caos en el pensamiento de quienes claman su salida. Es imperante evaluarlos y enfrentarlos con la verdad para diluirles sus pretensiones malsanas y es allí donde la dirigencia visible bajo una estrategia común debe darle respuesta a cada una de ellas, siempre pendientes deben estar frente a la manipulación y las medias verdades muy bien manejadas por sus asesores cubanos, que también están redoblado esfuerzos, pues la caída de Maduro se traduce en la caída del castrismo en Cuba, que subsiste por los recursos que les provee nuestra nación.

La consigna es ¡hasta el final! Contra el modelo socialista, el rescate de la democracia y la abolición de la influencia y chulismo cubano instituido por la revolución socialista.