Con el chavismo a la cabeza, el país, empezó su camino de retorno a la premodernidad. Ojo, no es que, antes de la llegada de Chávez, estábamos en presencia de un país insertado por completo en el reino de la modernidad, podemos decir que éramos un país, que, coadyuvado por la renta petrolera, transitaba por una rápida modernización, pero que aún había presencia y nunca han dejado de estar presentes, rasgos que nos mostraba como un país con déficits de modernidad. El sincretismo religioso, del que Chávez era uno de sus cultores, pudiera subrayarse como uno de esos rasgos.
A manera de anécdota, una parte sustancial de mi familia, tanto paterna como materna, tenían en un rincón de la casa un pequeño altar donde cohabitaban: La virgen María en varias de sus advocaciones (Virgen de Coromoto, la Chinita, La Milagrosa, etc.), Santa Marta, San Marcos de León, José Gregorio Hernández, San Benito y, a lado de ellos, una estatuilla de yeso de María Lionza montada en su danta y el Negro Felipe, al que de niño confundía con el Negro Primero.
Recientemente, Maduro, montó en la casa del gobierno un acto con un grupo de pastores evangélicos y con los ojos cerrados participó, con alguna gente de su gobierno, en oración pidiendo perdón y arrepentimiento por los actos de corrupción que se han cometido en…. su gobierno. Anteriormente había visitado la Basílica de la Chiquinquirá y se postró ante la Virgen. Hay registros fotográficos en la que podemos ver a Maduro y a Cilia Flores visitando a Sai Baba y orando en Mezquitas. También hay abundantes testimonios de su adoración por los santos cubanos: Oyá, Ochún, Changó y Ogún.
Así que Maduro, algunas veces es cristiano evangélico, otras veces católico, otras veces feligrés del islam, practicante del budismo, del hinduismo, del santerismo, etc.
Maduro nos recuerda a Beni, un personaje de la película “La Momia”, primera parte (creo que hay varias partes 3, 4, quien sabe) a quien Maduro, emula abiertamente.
¿Lo recuerdan? Beni Gabor, se llama ese personaje, que es sorprendido por la momia Imhotep quien para regenerar su cuerpo se “chupa” (para aquellos a quienes esta palabra les puede chocar pueden leer “absorbe”) los cuerpos de los vivos y los convierte en cartón piedra.
Beni, que es una versión egipcia del “vivo criollo” y con el terror en su cara, y a un tris de verse convertido en bagazo, saca de su cuello una cadena con un crucifijo, pero Imhotep, como si no fuera con él, solo observa los jugos del cuerpo de Beni que pronto se beberá. Entonces, Beni, saca otra cadena con una media luna, pero, Imhotep se pasa la lengua por sus labios, que todavía no son labios, Y Beni, llora, busca afanosamente entre sus numerosas cadenas y consigue una de Buda. Pero nada, Imhotep sigue con apetito voraz, alarga su huesudo brazo, su mano como una tenaza se acerca al cuello de Beni y este, en un último intento, le enseña una Estrella de David y habla en arameo (lengua temprana de los judíos) que, según Imhotep, es la lengua de los esclavos y convierte a Beni en su servidor y esclavo.
Igual que Maduro, quien es esclavo de su ambición de poder y de su resentimiento.
Recientemente, en el acto ya referido, el palacio de gobierno es declarado la “casa de Dios, del perdón y el arrepentimiento”. En ese acto, Maduro, ha pedido perdón, paradójicamente, admitiendo la corrupción y la inmoralidad de su gobierno, en una puesta en escena que trata de emular el “Yo soy responsable” que alguna vez dijo Chávez.
Pero pedir perdón no es fácil. Como él es un fiel devoto de varias creencias religiosas deberá pedir perdón, para poder ser redimido en cada una de las que dice ser un devoto feligrés y ya esto es un tanto complicado. Veamos.
Maduro está obligado hacerlo ante el hinduismo, pues no se puede pedir perdón tan solo frente a una sola de sus múltiples creencias. Uds. lo saben mejor que yo. Pero, aquí viene lo problemático, el hinduismo, según me dicen los estudiosos de este tema, no tiene de manera explícita una doctrina del perdón. Este puede ser reemplazado por el concepto del “ahimsa” esto es: “el no hacer daño a ningún ser vivo”.
Ahora hagan un balance, ¿Uds. creen que después del terrible y devastador daño infringido por Maduro y su régimen al país y a su gente, será perdonado por Brahma? Seguro, estoy, que este no solo le negará el perdón, aun con la mediación de Sai Baba, y lo desterrará al Naraka que es el sitio de tormento del hinduismo, posiblemente por toda la eternidad.
Maduro, en alguna ocasión se declaró budista, así, que es su obligación implorar perdón ante Buda. Según, el Maestro del Templo Mente Magnánima de la Comunidad Soto Zen, Densho Quintero, para el budismo “perdonar es la capacidad de dejar de identificarse con sentimientos de hostilidad y resentimiento hacia otros. Para hacerlo hay que ser capaz de soltar la carga de animadversión que nos hunde en la desesperación…y en la maldad”
Estimo que, visto la acción de Maduro, especialmente, desde 2013 y aun antes, ya lo habíamos visto en Puente Llaguno disparando contra la multitud el 11 de abril, no hay nadie más lejos del Nirvana que él y debe tener un puesto seguro en el “Avci”, que es el nivel más bajo del infierno budista destinado a los seres que han cometido grandes fechorías.
Con respecto al islamismo, aparentemente, allí no hay problema pues, según lo que he investigado, por mucho que Maduro se haya excedido cometiendo pecados, no tiene por qué desesperarse, pues la misericordia de Allah es infinita Por ello, los musulmanes no caen en desesperación por el perdón de Allah.
Sin embargo, hay algo que el islam no puede perdonar y ¡Ay! Allí está comprometido Maduro, pues el comete el más grande de los pecados, según el islam: él cree en varios dioses (incluyendo las deidades afro-cubanas), desobedeciendo el precepto fundamental del islam: la creencia en la unidad absoluta de la divinidad.
Pero, el islam, le da una salida a Maduro, quien, para ser perdonado, deberá repetir 7 mil veces mil, diariamente, “Astaghfirullah”, que no quiere decir, “hasta cuándo Firulais” sino: “Pido perdón a Dios”, cuestión que me comentó Ali Mustafá Baba, que seguramente Allah se lo negará, pues él es muy celoso y solo quiere que lo adoren a Él.
Nota: Se exime a Maduro pedir perdón dentro del judaísmo, pues él, igual que Chávez, se considera enemigo de esa religión porque acusa a los judíos del crimen contra Jesús.
Con respecto a la santería no es necesario pedir perdón, pues ella no contempla la culpa.