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¡Maduro y el bastón de mando!

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¡Avanza la liberación de Venezuela! La oferta del sátrapa usurpador es bañar de sangre la nación venezolana, antes que entregar el bastón de mando. Curioso que esta ya no sea la misma nación venezolana que Chávez Frías embaucó en su momento.

Entre repartición de prebendas, latrocinio, perversión de una cúpula parte de la oficialidad y la compra de conciencias, de la supuesta revolución, se ha agotado en sí misma. Ya no hay espacio, Maduro, para consejas o malandrerías como las de José Vicente Rangel, con chantajes de “dialogamos o nos matamos”. Ya se ha insistido hasta el hartazgo en conversaciones con ustedes, con sus maniobras de retardos, engaños y trampas.

Chávez fingió entregarte a ti, Maduro, el testigo de su supuesta epopeya. Un despropósito de lo que todos sabemos se trató de la entrega a Fidel Castro, y a su secular dependencia de una ahora Rusia desvencijada, para una alineación geoestratégica contranatura. Ni siquiera fueron respetuosos del delicado estado de salud de Chávez al mantenerlo en carrera electoral, ni de la preocupación de sus familiares directos, al fingir una fecha de fallecimiento falsa. Quienes así manipularon al que fuera teniente coronel del Ejército venezolano no merecen de nuestra parte consideración alguna. Los castristas-cubanos deben salir de inmediato de Venezuela, al igual que los rusos de Putin, invasores genocidas de Ucrania.

No eres, Maduro, más que un monigote manejado por ese eje Moscú-La Habana, que te sube y te baja del avión. Que si te quedas o que si te vas. Tú, Maduro, ya no estás en capacidad de garantizar nada a nadie. Es el bravo pueblo venezolano y su auténtico Ejército Libertador los que, renaciendo de las cenizas en que han pretendido entregarlo, te arrebatarán el bastón de mando. Te llegó la hora Maduro, o corres o corres, pues es el momento del rescate de la soberanía que reside en el pueblo (Constitución venezolana: “artículo 5. La soberanía reside intransferiblemente en el pueblo”…).

Maduro, balbuceas pura palabrería que te muestra como lo que eres, un cobarde acorralado en su miedo. Incapaz de enfrentar una derrota electoral anunciada por todas las calles, pueblos y ciudades de Venezuela, aceptando el veredicto popular. Haciendo el papel de seudo comandante en jefe de una Fuerza Armada Nacional, la cual harta de tanta manipulación demostrará lo que volverá a ser, a partir del 28 de julio, como gloriosa Fuerza Libertadora, y auténticamente antiimperialista. Justamente ante regímenes de dictadores como el de Putin, asesino invasor de Ucrania. O el de un Castro subyugador por 65 años de la nación de Martí. O el de un Ortega, traidor de los verdaderos postulados que han buscado libertad y democracia para Nicaragua; desde los mismos años cincuenta y antes, del siglo pasado, como nosotros.

Nuestros jóvenes oficiales, Nicolás, saben mucho más que sólo leer y escribir lo que les han intentado inoficiosamente adoctrinar. Saben muy bien interpretar nuestra Constitución Nacional y su papel junto al pueblo. Es Maduro, ejército y nación heredera de las glorias del  Ejército Libertador que recorrió una vasta región del mundo, que va desde Centroamérica hasta las montañas del alto Perú. Hoy son seis naciones en nuestro continente americano que constituían las que fueron La Nueva Granada, Quito y Perú. Hoy, las glorias de nuestro ejército se reconocen en las historias de Panamá, Colombia, Venezuela, Ecuador, Perú y Bolivia. Con Miranda, Venezuela alcanzó reconocimiento del venezolano en África, Europa hasta América del Norte.

Con Simón Bolívar al frente, y en la conciencia patriótica que luego se ha convertido en auténtica admiración eterna de su claridad como nuestro ideólogo, y primer libertador de Hispanoamérica: Sebastián Francisco de Miranda, se encendió también en el corazón de cada uno de los máximos combatientes, hoy próceres del subcontinente americano, la llama de la libertad de la gran nación que estamos llamados a ser. Bolívar, Sucre, Nariño, José de San Martín, O’Higgins, Artigas y otros tantos, que nos muestran el camino del amor a la patria. El sacrificio por ella ha sido grande, pero más grande ha sido el honor de luchar por nuestras niñas y niños, por su futuro de salud y felicidad, que sólo puede ser alcanzado desde un sistema de libertades y de democracia.

Nuestros oficiales, Maduro, se han leído la verdadera historia de quien fue nuestro mejor y primer aliado histórico entonces: los Estados Unidos de América. Y, sí Maduro, lo es ahora nuevamente Estados Unidos, para reconquistar la libertad y la democracia ultrajada por la mentira que ustedes pretenden vender, después de un cuarto de siglo de violación continuada e inclemente de los derechos humanos de millones de venezolanas y venezolanos, arrojándolos al extranjero, asesinando dentro y fuera del territorio nacional.

Nicolás Maduro: sin armas bélicas en las manos, pero sí de la mano del Supremo Autor del Universo, con María Corina Machado Parisca como voz de mando que anunciará el triunfo popular y Edmundo pa’ todo el mundo presidente, el próximo domingo 28 de julio el pueblo de Miranda y de Bolívar irá a la calle a enfrentarte con la verdad. El coraje de su voto libertario es imparable. Los designados para defender su decisión soberana de cambio estarán en las mesas «hasta el final”. No te atrevas a inducir la violencia en esos momentos, Maduro. Luego del resultado electoral no intentes ningún fraude, porque vendrá el cobrar de la calle. Ese sí que es para ti un resultado impredecible.

Nicolás, lo que sí es vital para ti es que ni siquiera te pase por la cabeza insinuar a la Fuerza Armada dispararle al pueblo, contraviniendo una de las más grandes directrices que nos señaló Bolívar durante su “Mensaje al Congreso Constituyente de Bolivia”, Lima, 25 de mayo de 1826: “¡Dios nos preserve de que vuelva sus armas contra los ciudadanos!”. O dicho más claro, y que es como ha sido repetido por la sabiduría popular: “Maldito aquel soldado que vuelva su fusil contra el pueblo”.

Maduro, es mejor que te vayas antes y cumplas tu juramento de no entregar bastón, ni poder, ni nada. ¡Mejor vete y déjanos en paz! El poder para entonces habrá vuelto al propio pueblo de Bolívar, quien sabrá “intransferiblemente conservarlo” y alternativamente designar a sus mandatarios, período constitucional tras período constitucional, por los siglos de los siglos, amén.

@gonzalezdelcas/ [email protected]

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