Nicolás Maduro podría recordar los sucesos del 19 de abril de 1810 en Venezuela y seguir el ejemplo del gobernante, Mariscal de Campo Vicente Emparan, renunciando al mando. Emparan no dijo que se quedaba en el poder porque era el Capitán General de Venezuela, parte del imperio más grande de la época, el español, y comandante supremo de las fuerzas españolas. No ensangrentó las calles ordenando —como pudo hacerlo— reprimir al pueblo reunido en la Plaza Mayor de Santiago de León de Caracas. No. Simplemente se sometió al voto público mayoritario que revocó el mando de su Capitanía, renunció y se retiró sin causarle desgracias al soberano.
Nicolás Maduro debería meditar esto, porque si toma un camino distinto al de Emparan, la historia no lo perdonará. Por ello, sería conveniente entregar su mandato al finalizar su período, el 10 de enero.
El alto mando tampoco debe desatender el cada vez más sonoro grito popular que exige un cambio de rumbo en Venezuela. Recuerdo a Hugo Chávez cuando señalaba que la voz del pueblo era la de Dios…
Es probable que, si le mencionara a Nicolás Maduro o a los miembros del alto mando los nombres de José Félix Sosa, Martín Tovar Ponte, Nicolás Anzola, o Francisco Javier Ustáriz, entre otros firmantes del Acta del 19 de abril de 1810, no reconocerían quiénes son, al igual que innumerables lectores venezolanos. Pero lo que sí recuerdan todos es el nombre del alto jefe militar y gobernador de la Capitanía General de Venezuela, Vicente Emparan.
El Alto Mando Militar y su actual comandante en jefe, deben pensar que a Vicente Emparan, la historia —por su acto de aceptar la revocatoria de los ciudadanos—consideró con enorme benevolencia a este ilustre representante del Imperio español.
Emparan es reconocido como el primer demócrata que realizó un referéndum revocatorio en Venezuela y acató la voluntad de la mayoría. Lo que ocurrió el 19 de abril de 1810 es que cuando los miembros del Cabildo desconocen al Mariscal de Campo Vicente de Emparan como Capitán General de Venezuela, él va a la ventana del ayuntamiento y pregunta al pueblo congregado en la Plaza Mayor de Caracas —hoy Plaza Bolívar— si querían que él siguiera mandando. Al gritar el pueblo “NO”, él entonces pronunció su célebre frase: “¡Pues yo tampoco quiero mando!”, y ¡pasó a la historia! como la figura más importante y reconocida de los sucesos del 19 de abril de 1810. Al tiempo se fue entonces a Filadelfia, en los Estados Unidos, cuna de la revolución estadounidense, y finalmente a su país natal, España.
¿Quién fue Vicente Ignacio Antonio Ramón de Emparan y Orbe?
No era un advenedizo ni un hombre inculto. Era, ni más ni menos, que el Gobernador y Capitán General de Venezuela del Imperio español, Caballero de la Gran Cruz de la Orden de San Hermenegildo. Provenía de la Real Academia Militar de Matemáticas y Fortificación de Barcelona, España, donde egresó como Alférez del Ejército. Veinte años después de navegar en la armada española ya era Capitán de Navío.
Más tarde, fue gobernador de Portobelo (Panamá) y después de la Provincia de Nueva Andalucía (Cumaná).
El naturalista alemán Alexander von Humboldt escribió de él que “… Don Vicente Emparan, gobernador de la provincia, nos recibió con franqueza y esa noble simplicidad que en todo tiempo ha caracterizado a la nación vasca…”
El historiador venezolano Ildefonso Leal escribe de él: “… Es bueno decirlo y recordarlo: Emparan constituye uno de los gobernantes más cultos del período colonial. El prestigioso naturalista alemán, Alexander von Humboldt, acota que Emparan amaba demasiado las ciencias, atesoraba estupendos libros, y se interesaba vivamente por la astronomía, y, además, poseía el rasgo notable de la generosidad…”
Fundó pueblos en el oriente venezolano como Santiago del Orinoco, San Vicente de Carapa, San Pedro del Pao, Santa Gertrudis, San Simón de Maqueta, Santa Catalina de Carito y San Jacinto de Úrica, y el Puerto Real en el Golfo de Paria. Construyó hospitales e iglesias en Barcelona y Cumaná, dejándole al hospital general de Cumaná fondos suficientes para su funcionamiento. Luego, volvió a España durante cuatro años, y elevado a la jerarquía de Mariscal de Campo, fue nombrado Capitán General de la Provincia de Venezuela, cargo que ocupó a su regreso a Venezuela hasta el 19 de abril de 1810.
Pero no es por quién era que lo recuerdan… Más bien, por dar el paso de renunciar y aceptar la voluntad del pueblo que gobernaba.
Quizás renunció precisamente por ser quien era, por su sabiduría, por su sapiencia, por ser un hombre culto y experimentado. ¿Podrá entender Maduro, como lo hizo Emparan, que aceptar el resultado electoral es su mejor alternativa? ¿Podrá entender el alto mando militar el momento que obliga a tomar una decisión histórica y seguir los pasos del Mariscal de Campo?
CAP y Caldera
Una carta muy similar a este escrito, junto a otra, le entregué a Carlos Andrés Pérez siendo presidente, a finales de 1992. Había sido miembro de su gabinete presidencial como ministro de Estado, y me desempeñaba como Ministro Plenipotenciario y Embajador de su gobierno en Canadá. En la primera misiva, le planteé que dimitiera para salvar las libertades en Venezuela, dando paso a las nuevas generaciones de dirigentes formados en democracia. La segunda carta era mi renuncia a mis cargos en su gobierno. CAP me explicó exactamente lo contrario: que no renunciaría precisamente porque si lo hacía, sí se perdería el régimen democrático.
La realidad fue que mantenerse en el poder significó su salida forzada del gobierno. Para mí, fue un golpe institucional de los partidos tradicionales usando a la Corte Suprema de Justicia y al Congreso, controlado mayoritariamente por ellos. Posteriormente, para “abrirle” paso a las nuevas generaciones de esos mismos partidos, le tocó el turno a Rafael Caldera. Así, se canceló la necesaria renovación generacional para salvaguardar el régimen de libertades, y el cambio generacional lo hicieron los golpistas del 4 de febrero, en 1998, esta vez con los votos mayoritarios de los venezolanos. Han gobernado por una generación, y en enero cumplen 25 años en el poder. Pérez fue a la cárcel, luego casa por cárcel y después al exilio.
En el presente
El bravo pueblo ya se pronunció. Se abre una nueva oportunidad para que, sin revanchas y venganzas, se acepte la voluntad popular. No hacerlo conducirá a abrir un proceso ilegítimo del que sabremos cómo empieza, pero no cómo, ni cuándo, se termina, aunque sí conocemos sus nefastas consecuencias. Solo espero que el alto mando militar y su actual comandante en jefe no intenten, como CAP y Caldera, extenderse en el poder, por lo negativo que sería para nuestra nación.
Mientras tanto, en EE UU cómo se maneja la alternancia del poder
En estos días pensaba en Venezuela mientras observaba a Joe Biden anunciar que retiraba su candidatura a la presidencia para abrirle paso a la vicepresidenta Kamala Harris. ¡Qué diferencia!
El primer presidente de Estados Unidos, George Washington, decidió no gobernar más de dos períodos como presidente, pudiendo quedarse por seguir siendo el líder de mayor jerarquía y el verdadero comandante supremo del ejército, ya que comandó la revolución y la guerra de independencia de EE. UU. Pero, por varias razones claves basadas en sus principios y visión para la joven república, el general y presidente Washington creía firmemente en los principios del republicanismo, que abogaban por un gobierno dirigido por los ciudadanos y no por un monarca o un líder perpetuo. Temía que, si permanecía en el cargo por demasiado tiempo, podría sentar un precedente que permitiera a un presidente mantenerse en el poder indefinidamente, lo que podría llevar a una dictadura o monarquía. Al retirarse después de dos mandatos, quería asegurar que la presidencia fuera una posición temporal y no un cargo vitalicio.
Washington era consciente de que sus acciones como primer presidente establecerían precedentes importantes. Quería demostrar que su país era diferente de las monarquías europeas, donde los gobernantes a menudo ocupaban el poder de por vida. Al renunciar voluntariamente, estableció un ejemplo crucial para futuros presidentes, mostrando que el liderazgo en una república debería cambiar de manos regularmente para evitar la concentración de poder.
El presidente Washington había expresado su deseo de regresar a su vida privada en Mount Vernon. Estaba cada vez más preocupado por el surgimiento de partidos políticos y el fraccionamiento durante su presidencia. Temía que extender su tiempo en el cargo pudiera exacerbar las divisiones dentro del país. Al apartarse, esperaba reducir las tensiones y permitir que la nación eligiera a un nuevo líder que pudiera unificar al pueblo. La decisión de Washington de limitarse a dos mandatos eventualmente se convirtió en una regla no escrita, respetada por todos los presidentes posteriores hasta Franklin D. Roosevelt durante la Segunda Guerra Mundial. Este límite de dos mandatos se incorporó más tarde en la Enmienda 22° de la Constitución en 1951. La elección de Washington estableció una tradición de transición pacífica del poder que es fundamental para un régimen de libertades, que conlleva la alternancia del poder y la sucesión democrática generacional. La pregunta hoy es si los miembros del alto mando militar de Venezuela y su actual presidente, seguirán estos ejemplos del mariscal, del general y del comandante en jefe para que la historia les pueda reconocer…
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