Todo apunta a que Nicolás Maduro, aunque usurpador e ilegítimo, seguirá en el poder unos cuantos años más, y que la inoperancia de la oposición, dividida en dos o tres toletes, continuará dinamitando cualquier posible salida a la crisis.
En este momento hasta la protesta está en duda. Algunos decidieron bajar la santamaría y ponerse en modo navideño; otros, que ya habían decidido emigrar, metieron el freno para pensarlo, porque Argentina, Colombia y Chile nos han enseñado que si es malo el comunismo mucho más lo es padecerlo como extranjero.
Muchos andan en onda antipolítica, esa peligrosa que ya permitió en su momento que se subiera al coroto Hugo Chávez y que ha hecho que terminemos preocupándonos más de la propia supervivencia y del círculo familiar y de amistades.
La estocada la preparan en Miraflores con ocasión de la visita del rey de España a Cuba para celebrar los 500 años de la fundación de La Habana. En los actos estará presente Maduro y una foto suya dándose un apretón de manos con Felipe sería un golpe fulminante a cualquier nueva escaramuza opositora. Eso lo sabe el chavismo por lo que activaron todo para que eso sea realidad la próxima semana.
Es un momento dramático para todo el que quiere salir del régimen. No hay certeza de nada y en los corrillos políticos lo que se busca es llegar a diciembre lo más entero posible. Algunos ya no quieren ni hablar, se esconden, esperan pasar por debajo de la mesa para que nadie los critique ni los señale.
Para Juan Guaidó la verdadera prueba será en enero, después de un año en el que no hubo cese de la usurpación ni tampoco elecciones libres. Ya su mirada está puesta en reelegirse como presidente de la Asamblea Nacional, lo que le permitirá seguir adelante con su interinato. Si no hay acuerdo no sabemos qué pasará.
Vistas las cosas, permítame decirlo, esto no pinta bien para los demócratas. No solo es que nos comeremos las hallacas con Maduro y su combo en el poder sino que no se ve cercano que entregarán el coroto o que de alguna forma les sea arrebatado.
Nos los tendremos que calar hasta el 2050, por la medida chiquita, porque además en el continente resurge la izquierda y eso los fortalece. Lo sucedido en Argentina (victoria de Alberto Fernández), Chile (protestas) y Colombia (triunfo de la centroizquierda en gobernaciones y alcaldías) ha sido un golpe bajo en contra de los que aspiraban erradicar el comunismo. No son buenos tiempos, para nada.