Venezuela convulsionada políticamente. Todos los sectores politicos que hacen vida en el país implosionan, decrecen, mutan, desertan, se reconfiguran, en fin, sufren el efecto que señalan todas las encuestas, el distanciamiento y desconfianza de la sociedad sobre todos los partidos politicos de vieja y nueva data, de todas las tendencias e ideologías, sin excepción alguna
Esta inocultable realidad, evaluada, medida y cuantificada una y otra vez, propulsa el surgimiento de movimientos de carácter comunitario, parroquial, municipal, regional, nacional e internacional, que se organizan en torno al entendimiento y sentido común entre ciudadanos que se niegan a la desnaturalizada conducción partidista cupular tradicional.
El sector más abiertamente movido en este sentido es el opositor. Exdirigentes y exmilitantes de partidos configuran nuevas e innovadoras formas organizativas sin precedentes en el país, que indican que las regiones y sus sectores representativos buscan ganarse el respeto y preservar su autonomía, no discutible ni negociable, que desde ya logre la descentralización de la conducción y las decisiones políticas para que finalmente fomenten la consulta y participación de la ciudadanía y reconocimiento de los liderazgos verdaderamente comprometidos con el cambio y la transformación del país.
Mientras la oposición no partidizada cambia los esquemas, rompe los paradigmas, asume responsabilidades y se enfrenta a la manipulación que se ejercía en el pasado, el oficialismo controlador caso contrario desesperadamente aprieta las tuercas a sus estructuras políticas formales y aliadas ya imperceptibles, ambas rígidas y desmanteladas que obligadas, sufren los rigores y las consecuencias de tener que defender una revolución que fracaso, evidentemente prescrita por sus resultados intangibles en beneficios para el pueblo, pero muy sentida en todos los rincones del país ante la ruina de la nación y el engaño permanente de quienes coartan la posibilidad de un cambio urgente de modelo político y económico.
El régimen ejerciendo indiscriminadamente los poderes públicos continúa inhabilitando aspirantes a la presidencia, todos del sector opositor que transitan, en su mayoría, el camino de unas elecciones primarias para decantar la sobreoferta electoral planteada. Los oficialistas, sin darse cuenta o ignorando las mediciones de una decena de encuestadoras, declaran y hacen pública la inhabilitación de Maduro por parte del poder originario, que es el único que ya no controla, que manifiesta un rechazo superior al 85% al candidato aspirante a la reelección.
Ni los sectores oficialistas ven al actual candidato de la revolución socialista como una opción presidenciable. Los grupos que han construido espacios importantes dentro del poder manejan la posibilidad de un cambio de tercio para una eventual elección presidencial para el año 2024, que reconocen imposible de ganar en buena lid, pero que aspiran que al menos perdiendo con otro candidato sin estos índices precarios de respaldo, que salga de las filas psuvistas, pudiera conservar el porcentaje que aun por las vías de la presión, la coerción, el chantaje o conveniencia aún tienen, el cual oscila entre 10% y 15% en el mejor de los casos.
Tareck el Aissami, hoy protagonista de uno de muchos escándalos de corrupción de descomunales proporciones, evaluó, reconoció, concluyó y trabajó para disputarle el poder a quien dilapidó el capital político heredado, es decir, al Sr. Maduro.
Otras figuras oficialistas oficiosas conocen con números en manos la realidad del desplome de la revolución. Sueñan y no dejan de hacer fuerza para lograr un escenario de sustitución del líder ungido por el difunto comandante, que no pudo con tamaño compromiso e hizo de Venezuela el pais más cuestionado y señalado por el mundo entero por sus índices alarmantes de corrupción, desfalco, devastación, desmedro de la democracia y violación de los derechos humanos.
La distorsión de la politica y el ejercicio del poder ponen el futuro del país en una competencia de inhabilitados unos arbitrariamente y otro por la voluntad popular. No es difícil entender que vencerá el pueblo unido frente a la anarquía, la injusticia, la pobreza y la crueldad impresas con ensañamiento en cada uno de los ciudadanos venezolanos.
El oficialismo perdió su base de sustento y se ancló al descrédito. No pueden aspirar bajo ningún concepto lógico y matemático a pretender continuar en el poder y menos sustentarse en la pobreza que le generaron a ese más de 85% que persigue salir de la pesadilla del socialismo y mucho menos fundamentarse en ese 10% o 15% que duda y en gran parte de su líder encriptado en la Venezuela potencia imaginaria y fantasiosa de él y los insaciables, depredadores nuevos ricos de la revolución bolivariana.