La invitación a parir formulada a las madres por Maduro se enfrenta a una cruda realidad. Los indicadores sociales niegan está posibilidad, la desnutrición afecta a 9,3 millones de venezolanos, cerca de 6 millones de personas han emigrado huyéndole al hambre y a las malas condiciones de vida, crisis en los servicios públicos básicos, electricidad, agua, seguridad, y lo peor, es casi imposible acceder a los alimentos, dificultad que no resuelve el CLAP. Además, según el Banco Mundial, la mortalidad infantil en Venezuela alcanzó 21 muertes por cada 1.000 nacidos vivos en 2016, una tasa desconocida desde la década de los años noventa, superior al promedio de 15 muertes por cada 1.000 nacidos vivos en 2017 para América Latina y el Caribe. El J. M. de los Ríos acaba de cerrar su servicio de emergencia pediátrica inaugurado hace 83 años.
En estas circunstancias oímos la invitación a parir a la mujer venezolana, a quien se le formulan promesas: “Proteger a la madre que da vida y preparar a la familia para brindar atención al niño y la niña que acaba de nacer es una hermosa labor que dejaremos como legado amoroso para las generaciones futuras”.
Es indudable que el campo más fértil para asentar el dominio dictatorial del socialismo es el cultural, el subjetivo, la mente de las personas. Son las ideas que logran sembrar en las cabezas y que se convierten en fuerzas internas poderosas que lleva a los seres humanos a asumir conductas ilógicas e insospechadas, por ejemplo, hacer creer que todo niño que nazca en Venezuela, cual Juan Bimba, trae su bollo de pan debajo del brazo, lo que sabemos hoy es que no lo tiene, aunque trabaje. Una hegemonía cultural que se ejerce amparada por la falsa convicción de que el socialismo es portador de una superioridad moral por ser ellos los que se ocupan de los pobres, de los necesitados.
Aunque la historia de la humanidad demuestre lo contrario, las carencias alimentarias en Cuba, las hambrunas en los países de la Unión Soviética, los recién nacidos abandonados, hasta hace poco, en las alcantarillas de China, la dependencia de una cartilla de racionamiento para sobrevivir. Y los 100 millones de muertos documentados, aun así, siguen repitiendo que ellos son los buenos, que el problema es la mala propaganda, como afirma Maduro. “No sabemos utilizar los grandes medios masivos para masificar nuestra filosofía humanista y ellos sí lo saben hacer para meter miedo”, y cínicamente agrega: “Es el socialismo, el reino de la ternura, la igualdad y la felicidad”.
Es el momento de arremeter contra estas falsedades, en las cuales el zorro se disfraza de oveja para comérselas. No tendremos una superación definitiva de las ofertas tramposas del socialismo si no evidenciamos sus criminales mentiras. Tenemos la realidad a nuestro favor, no dudo que en algunos meses veremos a Maduro repartiendo canastillas en las maternidades, que de paso ya no existen y habrá algunas parturientas fotografiadas cheque en mano, premiadas por la revolución. Espero que ese momento no llegue y el régimen no tenga a su favor 9 meses de gestación. Pero sí es importante iniciar un diálogo distinto con la gente aprovechando la circunstancia favorable y única en Latinoamérica de una población que ya ha bebido en el cáliz del socialismo y sabe lo amarga y letal que es la poción. Es imprescindible reconocer que el socialismo como modelo para construir una sociedad distinta ha fracasado en el mundo entero, pero esto no significa que esté derrotado. Allí podemos entender la invitación de Maduro: “Mujeres a parir”, como si no tuviéramos en nuestros cuadros internos la desnutrición como problema madre y que no sabemos dónde está la leche, que no se produce, no se importa, ni los hogares tienen ingresos para comprar este líquido vital para los recién nacidos en los famosos “bodegones”.
Sin embargo, para los irresponsables socialistas, la realidad no importa, es solo un obstáculo de la derecha y del imperio. Madres a parir, sin leche, sin maternidades, sin agua, sin luz y sin alimentos. Lo que vale es la consigna seudohumanista y patriótica: “Madres, a parir por la patria”.
Cuando hablan de la patria me devuelvo al texto de María Werlau, en el que describe cómo el régimen ha entregado este país a otro, más miserable, con pocas esperanzas en el futuro, sin leche, siempre colgando de la posibilidad de que algún pueblo camarada le preste y le resuelva los problemas básicos de esa sociedad en ruinas y envejeciendo sin remedio. Maduro propone el parto humanizado y seguidamente descubre el bojote escondido en esta propuesta, ordena que se incluya en el currículum educativo para que niños y adolescentes reciban formación al respecto en colegios e institutos. Es decir, una iniciativa propagandística basada en una cruel mentira, pero que puede calar en nuestros niños y adolescentes. Basta de burlas a los venezolanos, a las madres y a nuestras nuevas generaciones.