Fanatismos, extremismos y medias verdades dominan los escenarios políticos.

Los venezolanos mueren de hambre o por enfermedades, mientras otros buscan un mejor futuro fuera del país. Absolutamente todos los sectores productivos muestran signos de franco e indetenible deterioro y decrecimiento vertiginoso. El sistema financiero quedó de adorno bajo el dominio y acoso de la inflación y políticas fallidas de control del Estado. La espantosa crisis sigue obligando a los venezolanos a huir de la pobreza.

24 años de revolución en los que han dosificado sus anacrónicos y falsos postulados de bienestar para el pueblo no han sido suficiente escarmiento para la clase política que persiste en sus estrategias erróneas, que siguen vendiéndoles e imponiéndoles a la secuestrada y engañada sociedad venezolana.

Casi la totalidad de los partidos políticos funcionan como máquinas generadoras de falsas promesas y expectativas, bajo una línea creada y financiada por quienes tienen asfixiado y secuestrado el país.

Son tantos los actores políticos distractores, siempre al servicio de la corte del oficialismo, que logran establecer una cadena de posicionamiento periódico en la palestra pública y  coordinadamente se abren camino unos a otros para captar el segmento de incautos ciudadanos que, en medio del rebusque para el inalcanzable sustento diario y la esperanza de lograr una oportunidad, son presa fácil de quienes buscan consolidar una comparsa que les permita justificar sus compromisos irresponsablemente adquiridos en contra del interés nacional y en favor de la barbarie.

Es importante señalar una gran verdad. Más de 85% de los partidos políticos que podrían participar en las elecciones presidenciales están alineados o comprometidos con el régimen directa o indirectamente.

No podemos dejar de mostrar, señalar y advertir esta realidad que amenaza y persigue a cada segundo y a todas horas del día al ciudadano común, que abrumado, desorientado y susceptible puede ser víctima en algún momento, a través de alguna red social o medio de comunicación, de las ofertas políticas engañosas y fraudulentas que atentan contra el rescate de la democracia.

Los calificativos despectivos que emergen diariamente sobre quienes amenazan la posibilidad de cambio del país son mecanismos precarios de defensa ciudadana para identificar y etiquetar a los protagonistas de estas gestas antidemocráticas, tarifadas y controladas selectivamente por mentes brillantes al servicio de la esclavitud y control inhumano de la sociedad, aplicadas y perfeccionadas con éxito en sociedades ejemplos de atraso y permanente supervivencia, distantes del desarrollo y progreso.

Este círculo vicioso dominante e instaurado exitosamente en Venezuela tiene una salida. La unidad nacional y no confundirse con la unidad de partidos. Estamos frente a una oportunidad real de vencer al régimen y los partidos se asocian en grupúsculos cuyo mensaje claro es la insatisfacción y diferencias entre estos sectores que se niegan a atender el clamor popular de unificación por Venezuela.

El sector opositor que llamó a primarias está dando un espectáculo dantesco en un tablero empantanado y escabroso, creado por muchos que son parte del problema que para colmo es adicional e inmisericordemente  bombardeado por el régimen con la manipulación institucional y mediática.

Los venezolanos que permanecemos en el país hemos resistido la crisis económica y la situación actual nos obliga a enfrentar la presión psicológica a que somos y seremos sometidos sin piedad en los próximos meses por parte de los laboratorios mediáticos dispuestos por las clase política dominante y por los desacreditados actores políticos más visibles, ambos poco interesados en aliviar la tragedia que se vive en todo el país y la que muchos padecen en el exterior.

Tengamos siempre presente, ante cualquier duda que nos surja sobre nuestra decisión de cambiar esta realidad, las permanentes carencias para cubrir las necesidades básicas en nuestros hogares, la ineficiencia recurrente y constante de los servicios públicos, salud y educación , los salarios miserables que la revolución instauró y todo lo que se padece en la vida cotidiana cada venezolano.

Si la mayoría de los políticos no han entendido, hagamos todos causa común para respaldar la opción que despunte y sea capaz de enfrentar electoralmente al régimen.

Recordemos que el régimen de Maduro con un forzado y maquillado 15% de respaldo, que en lo personal opino que está extremadamente sobreestimado, no podrá con un candidato que desde ya asocie y logre la mayor unidad posible. Que aglutine al  menos a 40% de los venezolanos.

Los venezolanos a quienes nos hemos dirigido permanentemente tienen que saber e interiorizar que el oficialismo tiene varios candidatos que se inscribirán para las presidenciales con el propósito de dividir la voluntad de cambio de la mayoría del país.

Por esta razón es que nuestro trabajo debe ser, en primer lugar, no permitir que alteren  nuestra decisión y, segundo, identificar los partidos y los candidatos tutelados y financiados por el régimen para sacarlos del espectro político electoral de la opción opositora;  considerarlos, sin temor a equivocarnos, componentes adicionales del Gran Polo Patriótico.


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