Con tantas cosas que se han suscitado desde abril de 2019, pocos recordamos qué pasó realmente en España ese año.
El año 2019 amaneció con un anuncio del Partido Popular (PP): Isabel Díaz Ayuso disputaría la presidencia de la Comunidad de Madrid y Martínez-Almeida sería el elegido para intentar recuperar Madrid Capital del secuestro de la izquierda. Estos nombres salen de la nueva directiva de un partido que había sido sacado del poder por una moción de censura, promovida por sus adversarios y apoyada por sus socios de investidura.
Pablo Casado asume la presidencia del Partido Popular y se estrena con nuevos, y grandes, nombramientos para intentar el resurgir del partido. La tarea del presidente de esta organización no sería nada fácil, ya que sus socios traidores se disputaban el liderazgo de la oposición.
Llega abril y unas elecciones generales se vislumbran y el Partido Popular se juega la vida. Las encuestas daban a Ciudadanos, los socios traidores de Rajoy, la segunda plaza a dos semanas de las elecciones. El PP no se jugaba la presidencia, se jugaba su subsistencia. La gran campaña llevó a Casado a ser la segunda fuerza, pero con los peores resultados de su historia, a menos de un punto del tercer lugar y a un mes de las elecciones regionales.
El pánico empezó. La sangre no dejaba de correr pero, por lo menos, logramos salvar al partido. El crecimiento de Ciudadanos como fuerza política hacía tambalear las bases del Partido Popular desde sus cimientos. Para el PP era imperativo ganarle a Ciudadanos en la Comunidad de Madrid y lograr sumar para gobernar. Una tarea difícil, pero no imposible.
Para la Comunidad de Madrid, la historia pesó más que la situación coyuntural del país; sin duda alguna fue una campaña difícil, unos resultados muy cerrados, pero el objetivo se había logrado: se consiguió ser la segunda fuerza más votada y sumábamos para gobernar. Madrid era la esperanza del PP, Madrid era la salvación del proyecto político de Casado.
La victoria en Madrid construyó la nueva ruta del partido, las grietas se cerraron y se confirmaba el liderazgo de Casado. En octubre, con la repetición de las elecciones, se da un giro sin precedentes y los populares se alzan, nuevamente, como la única opción ante el sanchismo.
Ahora nos encontramos con un panorama muy parecido al del año 2019; las recientes elecciones en Cataluña ponen otra vez en aprietos el proyecto de Casado, el efecto “Catalunya” daña la imagen del partido y las encuestas lo ubican con el mismo porcentaje de abril de 2019. La historia se repite, ahora ya no con Ciudadanos, que ha dejado de existir, sino con VOX, que conquista con su populismo de derecha a los nuevos votantes.
No hay mejor momento que la entrada en acción que de Isabel “la Imparable” Díaz Ayuso. La nueva traición de los socios de investidura ha hecho que la presidenta disuelva la Cámara y convoque a elecciones en la Comunidad de Madrid. Nuevamente Madrid será el punto de quiebre entre ser tercera fuerza a nivel nacional o lograr la presidencia del gobierno.
La situación nacional sigue, como ya he dicho, muy parecida a 2019; tanto que es como si estuviésemos viendo la misma película pero con distintos personajes. Mientras tanto, la situación es mucho más cómoda en la Comunidad para los populares. La extraordinaria gestión de Isabel Díaz Ayuso ha impulsado la popularidad de los azules; ahora no hablamos de ganar las elecciones, sino por cuánto las vamos a ganar.
La apuesta del Partido es la misma que en mayo del 19: ganar Madrid, salir fuertes y a por las elecciones generales.
No es casualidad que la estrategia de Casado haya sido vender las grandes gestiones de sus presidentes de comunidades y de sus increíbles alcaldes. Ahora el Partido Popular se perfila como el partido de la gestión, el partido con proyecto de presente, el partido del futuro y el partido de todos.
Una vez más, Madrid saldrá un mayo a defender su futuro; ocurrió en 1808, en 2019 y ahora en 2021. Mayo salvará Madrid, salvará el proyecto de Casado, salvará al Partido Popular y será la primera gran victoria de 2021.
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