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¿Madre patria? o ¡cuando la luz se va! 

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La historia de la humanidad revela, en no pocas etapas históricas cruciales, la superación de las más aberrantes injusticias y violación de los derechos humanos. Hoy ante la asombrosa rapidez del progreso tecnológico, importantísimos cambios mundiales habrán de ocurrir ante el orden de tales cosas inaceptables. El logro de mejores niveles de calidad de vida para las naciones se hace hoy día un reto internacional inaplazable.

Dentro de las sociedades de nuestra nave común planetaria, la mayoría de mis artículos, en El Nacional desde 1989, han estado enfocados por razones obvias a la mirada específica hacia mi país natal, Venezuela; así es constante mi atención a la suerte de los conciudadanos de mi madre patria. Hoy en muy variados países es asumido por todos los gobiernos y legislaciones internacionales la atención, como obligación constitucional, a sus ciudadanos, sin importar el lugar del mundo donde estén. En nuestro caso sencillamente la dictadura les ha echado de país a deambular por caminos y territorios del mundo, más allá de la América Latina y sin espada de Bolívar.

Ante la inminente realidad de aproximación a un 10 de enero, que fija la “Constitución de la República Bolivariana de Venezuela”, como fecha para la juramentación, y transmisión del mando presidencial, a quien ha sido elegido por la soberanía ciudadana para conducir el gobierno, aún persiste un atrincherado grupo negacionista de la verdad, frente al abrumador triunfo de Edmundo González Urrutia con más de 67%, es decir, más de 2 tercios de los votos, y que es por tanto el presidente electo de Venezuela.

Mañana domingo, 1º de diciembre, en lugar de pretender fingir unas navidades que, como todos las desearíamos, podrían ser de paz e inicio de la recuperación del tejido de hermandad social en nuestra nación, es nuestro deber ciudadano, dentro de Venezuela y fuera del territorio nacional, como nos lo ha pedido la líder María Corina Machado junto a su equipo directivo, el manifestarnos ante el mundo por nuestra decisión irrevocable de volver a ser un país libre y democrático.

Éstas serán unas navidades especialmente recordadas por nuestra historia. En cualesquiera de las modalidades en que el desenlace se produzca, según nos obliguen las circunstancias que debamos asumir, lo seguro es que siempre es preciso estar preparados para la lucha por la libertad y la democracia de Venezuela. Así lograremos la libertad de todos los presos políticos. Así podremos asumir el compromiso inmediato de restablecimiento de todos los derechos humanos y para todos. Reinstitucionalización y la reconciliación nacional e internacional, para dar al plan productivo que genere progreso compartido y abatimiento de la pobreza. Unido a esas medidas urgentes de contingencia y corto plazo, se comenzarán a implementar las más importantes y decisivas reordenaciones, y activaciones de políticas públicas libertarias.

La verdad ha salido a la luz y es imposible ocultarla; o como se dice popularmente, “no se puede ocultar el sol con un dedo”. ¡Ya todo está al descubierto! No hay manera de guarecerse con una argumentación de duda razonable inexistente.

Si algunos pocos finalmente deciden quedarse así, debajo del aguacero que se les vendrá por la furia de un pueblo que decidió ser libre, entonces, literalmente ¡el rayo de luz se les irá pa’ encima!, ¡desde el Catatumbo pa’bajo!

Sin embargo, a los que aún mantengan su cabeza sobre los hombres y piensen con lógica sobre la historia de Venezuela y del mundo, verán como la misma ésta llena de momentos de lucidez, donde ha logrado privar por sobre la locura del homicida-suicida, el acuerdo y la salida del conflicto permanente para transitar con coraje el camino del progreso compartido. Ello ha permitido a las sociedades atravesar los momentos más difíciles, con los menores costos en penurias para madre e hijos. Con padres sobrevivientes, en lugar de más huérfanos, más llantos y más dolores. Sólo se trata de aceptar que es posible aún, y conveniente para todos, mirar hacia al futuro con la luz del entendimiento, y no perderse en la oscuridad del resentimiento y el odio.

Venezuela sería también un ejemplo mundial:

Entre los más terribles tiempos vividos por algún pueblo, como lo sufrió también el pueblo americano, está el ejemplo de superación y resiliencia de Suráfrica sobre el oprobioso régimen del “Apartheid”. Durante el juicio al que su líder Nelson Mandela, acusado de sabotaje, traición a la patria e insurrección contra la autoridad, y bajo amenaza de una condena a la pena de muerte, o a la prisión perpetua, ejerciendo su propia defensa dijo: “He anhelado el ideal de una sociedad libre y democrática, en la que todas las personas convivan juntas en armonía y con igualdad de oportunidades. Es un ideal por el que espero vivir y que aspiro a alcanzar. Pero si es necesario, es un ideal por el que estoy dispuesto a morir”.

Condenado a prisión perpetua el 16 de junio de 1964, Mandela fue liberado el 11 de febrero de 1990, gracias a la presión internacional y a las negociaciones con el gobierno surafricano. Con las elecciones generales de abril de 1994, prácticamente treinta años después de aquella su condena perpetua, el Congreso Nacional Africano ganaría con su gran líder y candidato presidencial Mandela, obteniendo más de 62,65% de los votos; en la primera vez que sin discriminación de raza el pueblo surafricano pudo votar y marchar juntos hacia una transición de todos ganadores.

Un auténtico líder, como lo era sin dudas Nelson Mandela, al ser liberado de la isla-prisión Robben Island, luego de 27 años, con sus bisiestos, es decir aproximadamente 10 862 días, supo interpretar los deseos de libertad y paz de su pueblo. Con Frederik De Klerk, y bajo el subyacente influjo británico y mundial, Mandela sabía que no debería perder un sólo día en el odio, para dar oportunidad al paso hacia una sociedad democrática, plural, diversa.

Nuestro mensaje al mundo:

Claro, sin estridencias, ni cortes guerreristas, nuestro mensaje a todos los hijos nacidos en nuestra Madre Patria Venezuela, y también para aquellos que quieran convivir entre nosotros, bajo el cumplimiento de las reglas constitucionales y de sus fórmulas democráticas, es que no hay alternativa entre seguir en dictadura o cambiar. ¡Es imprescindible el cambio a la libertad y a la democracia, ahora!

Con humildad, pero con gran orgullo histórico desde nuestra Fundación Venezuela Siglo XXI y de su Cátedra Internacional por la Libertad Francisco de Miranda, estamos a las órdenes del presidente electo, Edmundo González Urrutia.

Como lo expresó en su poesía nuestro inspirador de dicha fundación: “Llegó por fin la hora esplendorosa, sufrida y noble Patria ¡Venezuela!, en que tu bravo pueblo se rebela y rompe la coyunda ignominiosa”. (Poema de Néstor González del Castillo. «19 de abril». Vorágine y Remanso. Caracas, 1974). Así pues, ¡nos ha llegado la hora esplendorosa de conquistar la libertad!

El constitucional gran movimiento de movimientos de la asamblea nacional de ciudadanos, a través de la abrumadora mayoría de millones de venezolanos de bien, sus cientos de organizaciones no gubernamentales, miles de movimientos cívicos y militares institucionalistas, todos decididos a asumir la transición inevitable, con la fuerza democrática del pueblo venezolano, bajo la correcta conducción de su “Fuerza Armada Nacional Bolivariana”, dará inicio a la fehaciente etapa de transición con nuestro presidente electo, Edmundo González Urrutia, bajo la protección del Supremo Autor del Universo, y por la decisión tomada por el pueblo venezolano el 28 de julio de 2024. ¡Avanzar!

catedrainternacionallibertd@gmail.com

@gonzalezdelcas

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