OPINIÓN

Macron: “No sabemos dónde estamos”

por Beatriz De Majo Beatriz De Majo

Avasallados por exceso de información como estamos algunos en diversos lugares del planeta o hambrientos de información como están otros en latitudes como la venezolana, lo cierto es que vivimos dentro de un marasmo del cual no sabemos bien cómo saldremos parados. Unos y otros, quienes ignoran las realidades por falta de data y análisis y quienes estamos hasta el cuello abarrotados de estadísticas y curvas de tendencias, no tenemos idea de cómo lucirá el paisaje después de la batalla.

Hay profetas del mañana que son capaces de interpretar a futuro las frenéticas subidas y bajadas de las bolsas y de saber hacia dónde se dirigen los precios del petróleo que hoy, de manera impredecible, descendieron a los niveles de 1999. A estos que son capaces de imaginar el mañana como que si se tratara simplemente de extrapolar datos de otra crisis mundial, habría que pedirles que revisaran la única posición cuerda transmitida hasta el momento por algún líder, que es la del presidente Emmanuel Macron, quien entre otras cosas y muy humildemente le reconoció al Financial Times que “ni siquiera se sabe si se está al principio o en medio de la crisis».

Haciéndole honor a la afirmación del presidente de Francia, la realidad es que los neófitos en los temas de salud poco sabemos cómo manejar una crisis sanitaria del porte de la actual, así que mal podemos elaborar sobre ello y sobre cómo saldremos parados de estas dolencias generalizadas que no distinguen raza, ni sexo, ni territorios. Se lo dejamos a los expertos de la medicina.

Lo que no podemos es creer, de manera simplista, como se asegura en algunos países de Europa, que el peligro del colapso de la salud pública está superado. Y que por ello podemos de una vez concentrarnos en buscar fórmulas para reparar las secuelas económicas. En ese debate ya están inmersos todos los países del viejo continente, donde la “desescalada” del confinamiento y el retorno a la dinámica económica de antaño están siendo programadas con todo detalle en cada uno de ellos.

¡Si es que aún no hemos visto nada! Las atrocidades capaces de generar esta pandemia no se han manifestado todavía con toda su voracidad ni en América Latina ni en África, cuya población sumada alcanza a 1.866 millones de seres. Eso representa más que la población de China y la de Europa unidas. Es clarísimo que ni siquiera los países más desarrollados de cualquiera esas dos regiones, haciendo uso de todos sus recursos económicos, científicos y sanitarios de que disponen y de toda la ayuda humanitaria a su alcance, son capaces de ponerle orden al caos que se puede manifestar dentro de sus fronteras. ¿Alguien ha visto o escuchado a un líder de algún país desarrollado imaginarse las secuelas de salud que puede tener esta pandemia en esos dos vastísimos territorios, ni mucho menos cuál puede ser el corolario económico de esa tragedia para el mundo entero? ¡Cuánta razón le sobra a Macron de que no se puede a esta hora anticipar nada!

Con esto en mente, todo lo que queda por decir es que si es cierto que esta atípica situación es una buena ocasión para replantearnos nuevas hojas de ruta en lo personal y en lo colectivo, al no disponer de una idea clara del resultado final de la misma, mal podemos inventarnos una estrategia o una orientación filosófica para ese mañana que muchos aseguran está en camino y que tantos inteligentes y letrados consideran, con razón, que tendrá las características de una “nueva normalidad”.

Vayamos más despacio. Si hay una verdad palmaria es que a la hora actual los países que se han contaminado y que creen ver la luz al final del túnel, apenas han experimentado una fracción de la tragedia. Queda aún mucho por remar para sentir algo de tranquilidad y de confianza en el futuro, Macron dixit.