El ideal del abogado auténtico es el triunfo de la justicia y luchar por la implantación de un mundo mejor. Su compromiso es con la justicia y la verdad. Siente el espíritu de justicia en lo más hondo del ser y así fue nuestro ejemplar hombre del derecho.
El cardenal Rosalio Castillo Lara, un venezolano universal, le pidió al papa Juan Pablo II, al llegar a los 75 años, que lo relevara de la distinción, responsabilidad y altísimo cargo de gobernador del Vaticano, para retornar a su patria y dedicarle los años que le quedaran de vida y así fue. El cardenal ha sido uno de los líderes esclarecidos de este tiempo aciago, una conciencia y una luz, en esta lucha por la libertad; y ahora desde el cielo seguimos contando con él como un aliado extraordinario. Nos dejó un legado de principios, valores y análisis, junto con las prescripciones que hay que llevar adelante para recuperar la democracia.
Juan Pablo II solía decir que en el Vaticano se hablaría de antes del cardenal Castillo Lara y después de él.
Una constante de su vida fue hacer lo que nunca deseaba. Sus deseos se vieron modificados por la realidad, era la voluntad de Dios, pero siempre reconoció que observando los resultados quedaba demostrado que era lo mejor. Sacar las máximas notas en sus estudios lo perjudicó porque lo obligó a estar fuera de Venezuela. Su vida funcionó bajo un lema muy simple: “Lo que hay que hacer se debe hacer bien”.
Trabajar con los jóvenes de Venezuela era una de las razones que impulsaron su vocación. Se dedicaba a sus tareas con el entusiasmo y rigor que solía poner a todas sus responsabilidades. Las discusiones de reforma integral del Código Canónico bajo su jefatura se hicieron en latín, por su precisión para hacer una ley y el ideal era que no sobraran palabras. No se conoce ningún documento que haya sido sometido a una consulta democrática y minuciosa, a tal punto que se prolongó por varios años. Llegando a la ciudad de Roma luego de un foro sobre el nuevo Código, sufrió un grave accidente automovilístico; después de dos operaciones, el cirujano le comunicó que tendría que utilizar silla de ruedas de por vida. El cardenal se encomendó a Sor Eusebia Palomino, religiosa salesiana que hacia milagros y que accedió a la santidad en 2004. Ella le hizo el milagro y después de tres meses enyesado quedó totalmente restablecido,
Juan Pablo II lo llamaba “l’uomo del diritto”, el hombre del derecho. El Código de Derecho Canónico es su obra perdurable. Lo nombró cardenal el 16 de abril de 1985 y la fecha de su designación coincide con el aniversario de la muerte de su padre. El cardenal Castillo Lara supo que esas son cosas que prepara Dios en la vida de los hombres, señales de que sus padres estaban, desde el cielo, asociados a la decisión del Papa. La Providencia siempre lo acompañó a lo largo de su vida.
“Libertad para Javier Tarazona. No más prisioneros políticos, torturados, asesinados, ni exiliados”.