OPINIÓN

¿Lula estadista?

por William Santana William Santana
Lula da Silva

Foto: Mauro Pimentel / AFP

Muchos venezolanos quedaron gratamente sorprendidos por las declaraciones del presidente brasileño Luiz Inácio da Silva en una rueda de prensa el lunes 22 de este mes. Lula dijo a Maduro: “En democracia el que pierde se lleva un baño de votos, no un baño de sangre”. Se mostró sorprendido por las expresiones del personaje en cuestión y agregó que “las elecciones del próximo domingo serán la única oportunidad para que Venezuela vuelva a la normalidad y que el país se reintegre a la comunidad regional e internacional”.

Después de un paulatino desafecto del brasileño a Maduro, se desmarca definitivamente de cualquier apoyo a un régimen que fenece consecuencia de sus fracasos y felonías contra su propio pueblo. Se reivindica Lula después de cometer graves desaciertos en su política exterior como ha sido revitalizar la inútil Celac, el fracaso del relanzamiento de Unasur y el alejamiento de la OEA.

Me permito reponer a los lectores un párrafo de un artículo mío, en este mismo diario, del 3 de julio del 2023 titulado Lula, Lula, no aciertas una: “Un breve resumen de algunos dislates recientes del señor Lula en materia de política exterior. A su regreso de una visita oficial a China realizo unas declaraciones sobre el papel de Estados Unidos en el conflicto ruso ucraniano. Debió retractarse inmediatamente después que un vocero de ese país le reclamara llamándolo ‘repetidor como un loro’. Inmediatamente en su visita a España y Portugal continuó con su discurso pro-ruso, criticando la actuación de Occidente en el mismo caso. En Hiroshima se hizo el desentendido cuando le pidieron se reuniera con Zelenski, llegando incluso a ignorarlo de manera ostensible en una sala donde todos saludaron al presidente ucraniano menos él. El G-7 lo privilegió invitándolo de manera expresa para nada. Luego invita a una cumbre donde de manera sorpresiva da tratamiento de Estado a Nicolás Maduro distinguiéndolo por encima de los otros presidentes y acto seguido dice que el autoritarismo del gobierno venezolano es una ‘narrativa”.

Recordemos que Lula inició su mandato bajo el lema “Brasil ha vuelto”.   Desde su regreso a la presidencia de Brasil en enero de 2023 su prioridad fue reconstruir la política exterior regional y recuperar la confianza de sus socios latinoamericanos y de las organizaciones internacionales. Sin embargo, ello ha transcurrido en una coyuntura internacional conflictiva –como las guerras en Ucrania y la Franja de Gaza– poco favorable a posiciones de neutralidad y autonomía. Se colocó al lado de los países emergentes, adoptando una política hacia Asia Pacífico que cambia la jerarquía de prioridades externas a favor de China y otros países BRICS. Sus declaraciones revisionistas frente a la comunidad internacional han causado fricciones, especialmente con Estados Unidos y la Unión Europea, aunque con pragmatismo ha evitado la confrontación directa

Sin embargo, ha debido transcurrir año y medio para que su aspiración de liderazgo regional se asuma nuevamente de manera positiva. Después de la aversión mutua que ha mantenido con Javier Milei y visto el debilitamiento del Mercosur, que hasta ahora ha puesto en jaque la ratificación del tratado de asociación con la Unión Europea, esperemos de Lula expresiones conciliatorias. Está claro que en aras de un interés superior a las desavenencias ideológicas hay que tender puentes.

En cuanto a Venezuela complementa su asertividad al cambio democrático tanto con sus declaraciones como con él envió de observadores a nuestro país para el 28J. La presencia de su asesor en política exterior, Sr. Celso Amorin, eleva la jerarquía de la representación.  En 2009 Amorin fue calificado por la revista estadounidense Foreign Policy como «el mejor ministro de Asuntos Exteriores del mundo”. Acciones como esta le agregan méritos a Brasil en su aspiración de vieja data de ingresar al Consejo de Seguridad de la ONU.

Por tanto, el giro de Lula es un hecho positivo que debemos agradecer y reconocer al alinearse con la gran mayoría de Estados latinoamericanos que han expresado su deseo de que en Venezuela se realicen unas verdaderas elecciones: libres, transparentes y competitivas. Importante también es que eso significa desmarcarse de los nefatos Foro de Sao Paulo y el Grupo de Puebla.

Estamos confiados que el gobierno brasileño nos acompañará de manera fundamental, tal como lo está haciendo hoy, en el difícil tránsito hacia la democracia que se producirá el 28 de julio bajo la responsabilidad histórica de María Corina Machado y Edmundo González.

Para finalizar: ¿Tendremos en Lula un estadista a la vista?

Nota: Agradezco al exembajador en Brasil y amigo Milos Alcalay por haberme incitado con la interrogante que lleva por título el escrito.