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Abril 29, 2025


Luis Herrera Campins y la Fuerza Armada Nacional 

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Convencidos estamos de que Luis Herrera Campins fue un conocedor de la materia militar venezolana no sólo desde el punto de vista histórico sino puntualmente a su presencia activa en los procesos políticos-militar entre 1945-1948 y 1948-1958 para no adentrarnos en lo sucesivo que incluiría su ejercicio de comandante en jefe de la Fuerza Armada como presidente de la República (1974-1984), para lo cual nos remitimos a sus opiniones expresadas en su  medio Frente a 1958 aproximándose a unas estrategias acerca de su rol para el rescate de la democracia previo a un análisis de cada uno de sus componentes sumado a las experiencias de los golpes militares de 1945-1948 revividos en 1992.

Herrera Campins rechaza el decir que la oficialidad respaldaba a Pérez Jiménez por las ventajas materiales que recibía, considerando “ofensivo a la dignidad humana al considerar a los hombres con la medida de la mercancía: el precio” y denuncia al ministro de Relaciones Interiores, Vallenilla Planchart y a Pedro Estrada, jefe de la policía, como los  “arquitectos y teóricos de la política dictatorial”, lo que no es bien visto por los mandos militares… «La desconfianza se manifiesta en el temor a ser removidos, además de la situación de los jóvenes oficiales que están lejos del festín”… «Que se saben espiados que viven con la impresión de poder ser delatados cuando menos lo esperan” y se interroga: ¿Cuál puede ser el futuro de un ejército en el que la solidaridad sólo existe en la complicidad deshonesta  en el inmenso temor? …»Esa angustia por la institución Armada pueda ser levadura que haga fermentar la necesidad de una rectificación a fondo”…En ese sentido, olfatea que dentro de la oficialidad “saben que la dictadura se ha colocado en un abajadero peligrosísimo y que es necesario hacerla rectificar para que no siga comprometiendo la función histórica de la Fuerza Armada”. No se trata –precisa– en su análisis “de insinuaciones conspirativas ni de instigaciones golpistas, reñidas con la idiosincrasia del autor y con su pensamiento político muy definido, sino de valoraciones éticas e históricas”.

Como se puede entender la visión militar de Luis Herrera Campins, previo al 23 de enero de 1958, todo estaba a la vista, aproximándose a que “un error de perspectiva, una precipitación” derrotarían a la dictadura y fue cierto en primer lugar, recordándole a los militares que “o gobernaba la dictadura o Acción Democrática” y luego haber dejado en manos de Vallenilla y Estrada los métodos represivos de intimidación, caso la Pastoral del Arzobispo de Caracas, monseñor Arias Blanco el 1º de mayo de 1957. Ingredientes aquellos que resultarían un polvorín que no se pudo evitar, con la salida de los citados personajes porque la procesión andaba por dentro y es probable que ni los represores leyeran al exiliado Herrera Campins.

A manera de corolario, el doctor Marco Tulio Bruni Celli en su libro 24 de noviembre de 1948 (2021) asienta una gran verdad…»el mundo político-civil venezolano está obligado a reconocer, con propósito de futura corrección, que hubo evidente y exagerada complacencia y hasta debilidad frente a las demandas y presiones indebidas, y en el reparto y entrega a las cuotas de poder exigidas por los militares a lo largo de la historia, incluyendo las últimas cuatro décadas de democracia”.

Efectivamente, los políticos desdeñaron tocar la temática militar comenzando con las reservas en los ascensos como permanente dolor de cabeza y más evidente no pudo ser las actividades conspirativas de los comandantes del 4 de febrero de 1992 ¿y qué no decir de la salida de aquel convoy de tanques del Fuerte Tiuna al centro  de Caracas? Nadie se sintió aludido, menos Herrera Campins, el año de 1957 y el “abajadero peligrosísimo” de la dictadura de Pérez Jiménez en el marco del pretorianismo definido como la «influencia política abusiva ejercida por algún grupo militar» inscrito en nuestra historia republicana como un karma.

ardive@gmail. com

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