En los momentos actuales la crisis de la democracia pone en cuestionamiento la representación política. La problemática socio-económica en diversos países, no solo en los democráticos, ha llevado a un desencanto de la política. La voracidad de la nueva clase política, su falta de sentido del límite y el desprecio de las reglas exhibido en el vértice del Estado han hecho extenderse de nuevo los abusos de poder y los negocios sucios, que han salido a la luz gracias al hecho de que existe cierta libertad de averiguación e información. En Venezuela en la actualidad se han conocido los desfalcos al Estado, bien por las purgas internas (caso Tareck el Aissami), bien por el fracaso de las obras a las se han asignado cifras multimillonarias, o por la ostentación de los gobernantes y sus familiares. En el período chavista se ha llegado incluso a la compraventa de votos de diputados para la formación de mayorías parlamentarias o para destruir a los partidos políticos. La población venezolana en 86,7% rechaza los partidos políticos, en cuanto a credibilidad de políticos, no hay quien llegue a 55%, salvo MCM que mantiene 71,2%.
Desde esta perspectiva y a propósito de que el 4 de mayo se cumple el centenario de su nacimiento, quiero destacar la figura de Luis Herrera Campins. De Luis Herrera se han dicho muchas cosas, desde la supuesta pasión por los Torontos, como su incuestionable solidaridad con sus amigos, algunos de ellos con malas cuentas, como el ministro Carrera. Solo cuando conoció pruebas irrefutables, aceptó su enjuiciamiento junto con sus cómplices (Uzcátegui, Miralles y Araque).
Lo que deseo resaltar es que a Luis Herrera nadie le acusó de corrupto o cómplice de corruptos. Su vida siempre fue austera y sin ansías de riqueza. Lo segundo que brindaba su amistad y defendía a sus amigos, siempre presumía la inocencia o pensaba que era honrados como él, frente a señalamientos exigía pruebas fehacientes, si las había permitía su enjuiciamiento y sentía depresión por haber perdido un amigo, nunca se ensañaba contra ese, evadía hacer comentarios, dejando que la justicia dijese la última palabra, sin mover un dedo a favor o en contra.
Además, quiero subrayar su apego al humanismo cristiano. No era solamente una concepción filosófica o política, era una vocación de compromiso con el ser humano, especialmente, con el menos favorecidos. Su acción política la encaminó para colocar el Estado al servicio del interés general y lograr el bien común. Era fiel creyente que el ser humano debía alcanzar altos niveles culturales, por ello en su gestión hubo altas inversiones en Educación y Cultura. También fue preocupado por el sector rural, completo un plan nacional de electrificación rural, sistemas de agua potable y riego y de vías de penetración. En el sistema educativo fue optimizado y expandido a toda la población venezolana, se establecieron los programas de alimentación para los educandos, Programa de atención al niño de 1 a 6 años, proporcionar productos lácteos al 54% de la población asistente a los servicios del MSAS; programa de atención a escolares de 7 a 14 años. Pretendía suministrar los alimentos necesarios para el desarrollo del escolar a través de almuerzos, vasos de leche y programa de atención a los adolescentes en escuelas técnicas y liceos.
A Luis Herrera se le satanizó, se magnificó la devaluación del viernes 18 de febrero de 1983. Se bautizó por la gran prensa, los empresarios y la oposición como viernes negro. Luis Herrera venía siendo atacado soterradamente desde marzo del 81 cuando prohibió la publicidad alcohol y tabaco, que producía inmensas ganancias a los medios y a los importadores de esos artículos, pero a costa de perjudicar a la población. Por otra parte, el gobierno de Pérez con su V Plan de la Nación que se dirigía a producir bienes de capital y superar la fase de sustitución de importaciones, provocó un gran endeudamiento por la proyección estable de precios petroleros, lamentablemente, productores no afiliados a la OPEP inundaron el mercado, lo que trajo una caída brusca de los precios. El presupuesto aprobado por el Congreso Nacional en el gobierno de Luis Herrera se había formulado sobre la base de precios altos. Esto puso al descubierto que no había como cumplir con el servicio de la deuda, el empresario, acostumbrado al dólar barato y al subsidio, sacó del país la inmensa suma de 5.800 millones de dólares, 2 veces el presupuesto nacional para la época). Al producirse la devaluación gritaron, hipócritamente, que se hundía el país y calificaron ese viernes de negro. Pero, nada dijeron de la perversa fuga de capitales que hicieron, ni dijeron nada de los créditos impagos que les había dado el Estado para construir fábricas de bienes de capital y no construidas. Falsearon la realidad. Cuestión repetida por los medios para ocultar la verdad.
La historia, con investigadores imparciales, rescatará lo sucedido. A pesar de esos ataques, debemos reconocer que nunca hubo acusación de corrupción contra Luis Herrera, vivió y murió sin bienes de fortuna, con humildad y en paz.
Rodrigo Rivera Morales es doctor en Derecho. Capítulo España. Bloque Constitucional
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