OPINIÓN

Luchando por la vida

por Salvatore Giardullo Russo Salvatore Giardullo Russo
Comida

Foto EFE

El pasado 18 de julio se celebró en Venezuela el Día del Niño, pero, nunca falta un pero, es por todos conocido que nuestra infancia no goza de todas las facilidades y recursos que ellos necesitan. Esa realidad la podemos apreciar en nuestro acostumbrado andar por las calles de Caracas y por las principales ciudades, pueblos y caseríos del país. Está a la vista de todos que muchos pequeños trabajan y luchan por el diario vivir, otros, deambulan en la búsqueda de un destino incierto. Bajo el peso del abandono, se nos está frustrando una carga de esperanza y futuro en medio de una sorda indiferencia; el niño de la calle debe enfrentar cada día la lucha por la subsistencia, alejándose cada vez más de la esencia de su propia infancia, de la posibilidad de realizarse en un medio adecuado a su naturaleza y su potencialidad. Esta es una vieja historia de egoísmos y crueldades, en todas las épocas y en todas las civilizaciones; el niño ha sido explotado como mano de obra barata, fácil de manejar porque desconoce sus derechos, fácil de chantajear porque casi siempre se mueve en las sombras. Por estas sencillas razones y por la apremiante realidad de su pobreza, hoy en nuestro país, hay muchos más infantes abandonados que nuestra tolerancia pueda soportar.

Los antecedentes de la infancia desamparada y desvalida son muy variables y complejas; tratar de solucionarlas parece difícil muchas veces, por lo arraigado del problema, y entre ellos podríamos destacar los siguientes:

1. Falta de educación de nuestro pueblo

2. Irresponsabilidad de los padres

3. Ausencia física de los padres o uno de ellos

4. Diversas causas sociales

5. Problemas económicos

6. Razones políticas

7. Carencia de asistencia o deficiencia sanitarias y asistenciales

8. Falta de formación de los padres que les dificulta alcanzar un mejor empleo

9. Fallas culturales

10. Insensibilidad social

Estas causas son muy difíciles de analizar separadamente, porque en ellas existen todo un encadenamiento, una interdependencia. Por ejemplo, la falta de educación puede considerarse como una de las causas más importantes. Si el pueblo y los padres recibiesen una formación adecuada, aprovecharían al máximo sus potencialidades para constituir y sostener una familia, proporcionando a sus hijos lo necesario dentro de las posibilidades, evitando que ellos sientan desamparo.

Sin embargo, es muy frecuente al hablar de abandono, llevarlo a sus raíces, es decir, a la irresponsabilidad de los padres. Pero si nos detenemos a pensar, muchas veces los progenitores quieren evitar o mejorar el estado de abandono en que están sus hijos, siendo la sociedad las que cierra todas las posibilidades. Por ejemplo, la falta de empleo, la mala asistencia médica y sanitaria tanto para el niño como para los adultos. Se crea un círculo vicioso; la irresponsabilidad de los padres muchas veces tiene como base la ignorancia o las costumbres de una determinada comunidad; otras veces, a pesar de que se les trata de enseñar, son renuentes a la atención de sus familias y huyen de los problemas. Se esconden tras una botella de licor o la ilusión pasajera de las drogas, pero con el agravante de no alcanzar el efecto deseado.

Al faltar un elemento, se caen los pilares del triángulo familiar (padre-madre-hijo), pudiendo pasar los hijos a engrosar las filas de la infancia abandonada, entonces estos niños no tendrían patrones de conducta a quienes imitar y comienzan a buscar cariño, apoyo y consejos en otras personas, que a veces no son las más idóneas.

Por su parte, las causas sociales, en el cual muchos padres, debido a sus tradiciones, no sienten la menor obligación con la educación y acercamiento a sus hijos, construyendo una barrera entre ellos que cada vez es más infranqueable. Como consecuencia, el niño siente la soledad y el abandono psíquico de sus padres. Hay casos en que el/la padre/madre llega cansado del trabajo y no logra la necesaria comunicación con sus hijos, generando el abandono psíquico, agréguese a esto que el/la padre/madre no le importa lo que están haciendo sus niños y caen en el abandono moral. Muchas sociedades segregan a muchachos provenientes de familias de escasos recursos, que se ven obligados a cuidar carros, vender periódicos, dedicarse a la economía informal, drogarse y en el peor de los casos, delinquir o prostituirse.

En el país, existen instituciones que tratan de guiar y de ayudar a estas familias, orientando a estos padres en la forma de conseguir un empleo o aprender una profesión. No obstante, la actitud de estos es variable, pasando algunos de ser muy receptivos, llegando a otros que son completamente indiferentes, expresando su poca importancia sobre el futuro de su hijo o hijos.

Otro punto importante a destacar, son los diferentes problemas económicos y políticos que enfrenta la nación, ya que repercuten en todos los estratos sociales. Los inconvenientes antes señalados, pueden generar pocas posibilidades de empleo. En el caso negativo, puede ocurrir que no se produzca el abandono psíquico y moral, pero está ausente el dinero para cubrir las necesidades básicas y el niño se ve obligado a trabajar, a abandonar sus estudios y truncar así la posibilidad de disfrutar los momentos que les depara su corta edad. Comienzan así desde muy pequeños y antes del tiempo que le corresponde, su lucha para sobrevivir. Ese niño ve entorpecido su desarrollo físico, psíquico, moral y se convertirá o se verá obligado en convertirse antes de tiempo, en adulto.

Se debe resaltar, además, que uno de los factores que no se pueden obviar, son las causas políticas. Muchas naciones en general y Venezuela en particular, toman una dirección frente a la infancia abandonada y, por lo general, en plano teórico, pretenden buscar correctivos y mecanismos de protección al niño, que a la larga no se cumplen, es decir, leyes, decretos, normativas, ordenanzas, todas reposan el sueño de los injustos y los niños de la patria siguen abandonados.

Otro elemento que hay que destacar es la deficiencia sanitaria. La falta de educación provoca un desconocimiento de la medicina preventiva y por consiguiente, hay un aumento de niños enfermos, por un lado y embarazos precoces por el otro. Los hospitales pediátricos no se dan abasto para la curación o restablecimiento de la salud perdida, trayendo como consecuencia, un problema sanitario y asistencial, y a veces un aumento del coeficiente de mortalidad infantil.

Un elemento adicional que hay que tomar en cuenta son las fallas culturales, es decir, existen diferencias entre los pueblos, así como persisten las tradiciones que los caracterizan. En Venezuela se mantienen algunos mitos que se reflejan negativamente en la actitud y acción frente a las descendencias. Podría citarse entre ellos el machismo, que se caracteriza porque el hombre tiene varias mujeres, considerando que su virilidad es mayor cuanto mayor sea el número de mujeres que posea, y de ello se enorgullece. Esta errónea creencia trae como consecuencia el abandono material, psíquico y moral de los hijos que engendran, estando ausente el patrón de conducta a quien imitar. El padre no podrá repartir afecto entre los diferentes hijos procreados en dispares mujeres.

No olvidemos la insensibilidad social, la comunidad ha desarrollado una caradura y un corazón de piedra, ante la vida que les toca enfrentar a estos niños, que día a día aumenta de una forma tal, que se ven obligados a dejar a un lado su mundo imaginario, para subsistir en esta sociedad que los considera como una imagen pintoresca. No obstante, esta situación lamentable, tiene otras causas que no hay que olvidar, como el abandono de uno de los padres, en el cual se rompe el vínculo afectivo, así como familias numerosas, con las dificultades económicas que acarrea dar de comer a tantas bocas, por lo cual lo anteriormente descrito, impiden la creación de un entorno adecuado para su crecimiento.

Los factores antes esbozados, detallan cuando el menor se ve obligado a salir a la calle a buscarse la vida, sea trabajando, delinquiendo o prostituyéndose, en su mundo de ingenuidad, se ven impulsados por las circunstancias, sea de abandono, sea por padres explotadores, sea por el entorno nocivo en el cual se desempeñan, les toca hacer frente a una realidad que escapa de su comprensión. Por lo tanto, es el dinero quien manda y fija las reglas del juego de la existencia, ya que es utilizado en su totalidad, para la compra de alimentos, debido a que no pagan vivienda porque casi todos viven en ranchos, o en el peor de los casos, en casas hechas de cartón piedra.

Esta historia lamentable se ve reflejada en cada rostro de los infantes que vemos deambulando por las calles, como queriendo dar un toque familiar a la apariencia anónima de la muchedumbre, formando parte del paisaje indolente, entre miradas indiferentes, hostiles o desconfiadas; estos pequeños vagan por los callejones luchando por la vida. Para el ciudadano común, son sólo una imagen habitual y hasta típica; para las estadísticas, una cifra muy significativa, miles de niños que tienen esperanzas que difícilmente se realizarán.