“…una cultura de lo trascendente, la única que puede generar sociedades justas, superando fanatismos y fruslerías.” Afirma el sacerdote Luis Ugalde, s.j., en su libro “El pensamiento teológico-político de Juan Germán Roscio”.
En el texto citado, el padre Ugalde plantea la importancia de una cultura trascendente como generadora de sociedades justas y capaz de superar los fanatismos y las miserias humanas. Dentro de este contexto, se aborda el tema de la lucha espiritual en la perspectiva de la teología política, lo que permite reflexionar con mayor amplitud sobre la posibilidad de una transición en el país.
En el contexto venezolano, la lucha espiritual y la búsqueda de una transición hacia la democracia se entrelazan de manera íntima. La crisis política y social que atraviesa el país ha generado una profunda polarización y ha llevado a la necesidad de plantear soluciones desde diferentes ámbitos, incluyendo el espiritual, que suele hacerse a un lado, sin conocer su papel en los actuales procesos políticos.
La cultura de lo trascendente, a la que hace referencia Ugalde, puede ser un motor para la transformación de la sociedad venezolana. Esta cultura implica una mirada más allá de los intereses particulares y una búsqueda de valores éticos y morales que trasciendan las diferencias políticas y promuevan la justicia y el bien común, en orden al éxito en una eventual transición.
Efectivamente, la cultura de lo trascendente puede ser un motor para la transformación social y política del país, pero es necesario tener en cuenta que la transición no es un proceso automático ni garantizado, suele ser un proceso complejo y desafiante. Requiere de esfuerzo, voluntad política, participación ciudadana y la construcción de instituciones sólidas. Solo a través de un proceso integral y comprometido se podrá alcanzar una democracia plena y justa en Venezuela.
Por otra parte, es importante tener en cuenta que no toda transición conduce necesariamente a la democracia y que la transición hacia la democracia no es un proceso lineal e inalterable. Requiere de un esfuerzo constante, de la voluntad política de todos los actores involucrados y la garantía de derechos. En lo último insistiría el Estado colombiano de cara a las elecciones.
El canciller de Colombia, Luis Gilberto Murillo, ha expresado que su país busca garantizar una “transición tranquila” en Venezuela después de las elecciones presidenciales. Esto se lograría a través de la propuesta del presidente Gustavo Petro de aprobar un “acuerdo de garantías democráticas”.
La preocupación por la crisis en Venezuela es evidente, especialmente considerando los casi 3 millones de migrantes venezolanos que han llegado a Colombia. Además, existen razones de seguridad, económicas y humanitarias que motivan a Colombia a apoyar el proceso de negociación iniciado en México, con un hito de especial significación en Barbados.
El objetivo sería avanzar hacia una apertura democrática y el levantamiento de sanciones, con la esperanza de que las elecciones sean justas, competitivas y libres. El presidente Petro estaría en conversaciones con el gobierno y la oposición para lograr un acuerdo que brinde salvaguardias y garantías para un proceso democrático dinámico después de las elecciones.
Así las cosas, esa “transición tranquila” se refiere a un proceso de cambio o sucesión en el que se busca que la transferencia de poder o responsabilidad se realice de manera pacífica, ordenada y sin conflictos significativos. Cuando el río suena, piedras trae, dicen en mi pueblo.
En el ámbito político, el término “transición tranquila” también se ha utilizado para describir el proceso de transferencia de poder de un gobierno saliente a un gobierno entrante después de unas elecciones. En este contexto, implica que el gobierno saliente coopere y facilite la transición al nuevo gobierno, asegurando una transferencia de poder sin conflictos ni interrupciones significativas. ¿Sería lo que el gobierno colombiano anticipa en Venezuela?
La “transición tranquila” aludida es un tema relevante. Sin embargo, debemos insistir que no todas las transiciones conducen automáticamente a la democracia. Algunas pueden desembocar en regímenes autoritarios o en situaciones aún más precarias. Por lo tanto, es crucial analizar cuidadosamente los pasos hacia la transición y considerar cómo se pueden preservar los valores democráticos.
Y hablando de valores, una cultura trascendente enfatiza la importancia de la tolerancia y el entendimiento mutuo, también recuerda la importancia de la honestidad, la integridad y la responsabilidad en la política y la administración pública. En un país como Venezuela, donde la crisis política y social ha afectado profundamente a la población, la búsqueda de lo trascendente puede ofrecer esperanza y guía.
En el contexto venezolano, la lucha espiritual y la transición están intrínsecamente vinculadas en la búsqueda de una Venezuela más justa y democrática. Desde esa óptica, la reflexión sobre lo trascendente debe traducirse en acciones cotidianas que transformen positivamente la realidad venezolana. Cada pequeño gesto cuenta y puede contribuir a un futuro más esperanzador.
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