OPINIÓN

Lozana valentía

por Eduardo Viloria y Díaz Eduardo Viloria y Díaz

En las páginas de la historia, encontramos a este valiente y audaz soldado que se destacó por su osadía en la lucha por la independencia de nuestra nación

El pensamiento independentista gestado por los americanos ilustrados en esta parte del continente, es una herencia que se debe salvaguardar y mantener vigente. Esos valientes abogaron por el desarrollo de la cultura y el fomento de las virtudes del ser humano, elementos de fundamento en la aspiración por un mejor destino en todos los países de la región. Fray Camilo Henríquez (1769-1825) héroe chileno de la emancipación americana, sentenció en su ensayo Proclama de Quirino Lemánchez sobre la necesidad que tienen los ciudadanos de escoger a hombres capaces de luchar por los valores y que estos estén prestos a dar la vida en pro de bienestar colectivo y republicano. Algo que resalta en los procesos de emancipación es el rol determinante de una juventud que fue acuñada con el ideario de libertad y que se opuso a condiciones que envilecen a la humanidad: la dominación del hombre por el hombre y el sometimiento de los pueblos a favor del poder colonialista.

La juventud americana de finales del siglo XVII e inicios del siglo XIX, con su inagotable espíritu de rebeldía y disconformidad ante el sistema colonial, fue la semilla para que las ideas revolucionarias eclosionen y, se desperdigue por toda América la insurgencia armada como la forma de transformación de las sociedades y la creación de un nuevo Estado. En las guerras de independencia son inagotables los relatos que engrosan el ideario del joven héroe que corajudo se alzó en armas tras un sueño de libertad. En nuestra historia resaltan verdaderos ejemplos de valentía e integridad, unos han contado con la fortuna de ser habituales para la historiografía y sus nombres son conocidos con cierta relevancia en el presente, otros duermen en lo profundo de los hechos que dieron forma a Venezuela.

A los 22 años se convirtió en el primer gran héroe de la independencia. Atanasio Girardot, anónimo 79,6 x 64cm, Universidad del Rosario

Manuel Atanasio Girardot Díaz (San Jerónimo, Antioquía, 1791- Naguanagua, Carabobo, 1813), este ilustre patriota neogranadino, representa con gallardía al espíritu independentista que marcó el fin de la dominación española sobre sus colonias americanas. Una vez titulado en leyes por la Universidad del Rosario en Bogotá en 1810, pasó a formar filas como teniente en el ejército de la Nueva Granada.  Atanasio Girardot, con tan solo 22 años, logró ser abrazado por la inmortalidad, aquella que abriga a quienes con su gesta construyeron un destino para millones de personas.

En marzo de 1811, Girardot protagonizó la hazaña de la Batalla del Bajo Palacé; al frente de 75 infantes, 35 jinetes y 80 lanceros a pie, plantó combate en el puente que abría el paso a esa importante región. El enemigo comandado por el temido Miguel Tacón y Rosique estaba compuesto por 2000 soldados, 700 combatientes se lanzan a la carga contra los patriotas. Con arrojo, Atanasio Girardot lidera a sus hombres y estos, convencidos de morir antes que ceder un palmo de terreno, lucharon con ahínco. Desde la carga inicial los monárquicos una y otra vez se despedazaban ante la feroz resistencia colombiana. Al mando de Girardot, aquellos hombres ennegrecidos por la pólvora y la sangre, luchan con los fusiles, el acero, las manos y los dientes, mientras los gritos ahogan el rugido de los disparos… regados por el campo yacen cien cuerpos de realistas.

Su sacrificio representa la esencia misma del valiente y apasionado en la lucha por la libertad. Cristóbal Rojas, Muerte de Girardot en Bárbula

Gracias a los méritos en el combate, Girardot se convierte en el comandante de las tropas de las Provincias Unidas de la Nueva Granada, fuerza que hace parte del ejército del Libertador en la épica Campaña admirable de 1813, con la que Simón Bolívar libera el occidente de Venezuela y que sumada a las victorias de Santiago Mariño y José Francisco Bermúdez en el oriente permitió la fundación de la Segunda república. El joven militar antioqueño participó en la toma de Mérida y Trujillo; descolló en las batallas de Cúcuta, Niquitao, Agua de obispo y la de Taguanes. Girardot combatió junto a los más célebres protagonistas de la historia venezolana: Rafael Urdaneta, José Félix Ribas, Vicente Campo Elías, Jacinto Lara, José Florencio Jiménez, Luciano D´Elhuyar, Antonio Ricaurte entre otros y, no solo se hizo de un espacio entre la pléyade de héroes sino, que ganó el respeto y afecto de Bolívar.

El cenit de la heroicidad con la que se instauró en la historia Atanasio Girardot tuvo como escenario la Batalla de Bárbula el 30 de septiembre de 1813, conflicto que comandó junto a Urdaneta y que los enfrentó a Domingo de Monteverde, jefe militar español. El Libertador, habiendo sitiado Puerto Cabello, puso en peligro la plaza realista, en una hábil maniobra del Regimiento de Granada al frente del coronel Miguel Salomón, cambió el curso de la operación a favor de las huestes del rey; ante la huida de los patriotas, Monteverde decide atacar Bárbula; posición del ejército de Bolívar en las proximidades de Naguanagua. Girardot, Urdaneta y D´Elhuyar salen al paso y se produce un cruento choque, la aguerrida disposición de los tres comandantes desbarató al bando enemigo. Al final de la lucha y con la victoria asegurada, el coronel Girardot toma una bandera de las Provincias Unidas de la Nueva Granada y emprende una frenética carrera a la cima del cerro entre las balas y los golpes de sable, empuñando el asta, se abre camino esquivando las garras de la muerte, una vez coronada la cúspide el ondear del pabellón sería una señal para el resto de batallones revolucionarios. Un certero disparo hiere al joven héroe, la mortal herida lo hace tambalear y con el último aliento se desploma entre los zumbidos del plomo, cubriendo el sagrado manto su inerte cuerpo.

En Venezuela, Colombia, Ecuador y Argentina, municipios, calles, estadios, plazas y unidades educativas llevan por nombre Atanasio Girardot

Un imponente monumento erigido en su honor remata la cúspide de una montaña cercana a La Entrada, poblado que forma parte del área urbana de Valencia, estado Carabobo. Desde la altura, Atanasio Girardot domina el vasto paisaje que a sus pies se tiende; mientras su historia de lucha y muerte pasa casi desapercibida para la mayoría de los venezolanos. Las proezas de este importante personaje son lecciones de un profundo patriotismo y que nos dejan como mandato el combatir las tiranías y hacer la guerra contra todo aquello que nos prive de nuestros principios y, amenace la existencia en dignidad de la nación.

La figura de este gran colombiano está bañada de gloria, su recuerdo se mantiene fresco hasta nuestros días. La voluntad y la firmeza de sus convicciones no dejan duda de la admirable esencia de este hombre, quien escribió grandiosos capítulos de la independencia de América. El sacrificio de su vida reafirma los fuertes lazos de hermandad que atan a Colombia y Venezuela. Atanasio Girardot representa un formidable ejemplo para los jóvenes, en él se concentran los principios más honrosos del ser humano y es muestra de la fuerza inquebrantable que, desde los inicios del tiempo, mueve a los hombres a luchar por la inagotable aspiración de la libertad.

@EduardoViloria