La nación venezolana se fracturó cuando, después de cuarenta años democráticos, difíciles y perfectibles, la mayoría poblacional se cansó de los partidos políticos carentes de doctrina y de renovados programas para la gobernanza, que continuaban absortos en sus propias candidaturas tribales para las elecciones de 1999. Errores que empoderaron con facilidad al narcomilitarista castrochavismo.
Todas las siguientes votaciones hasta hoy fueron fraudulentas y en una ocasión especial, en diciembre de 2015, cuando se ganó legalmente el derecho a reinstalar un Congreso democrático, la decadente dirigencia partidista, otra vez, no supo defender la libertad política y se limitó a exhibir actos de prepotencia sin sustento popular. También los nuevos partidos generacionales -algunos castigados con cárcel y torturas- incurrieron finalmente en luchas internas por la primacía en candidaturas.
Aquella repetida polvareda nutrió al criminal pantano movedizo durante un cuarto de siglo totalitario.
De cuándo y cómo resucita o despierta la reacción libertaria individual hasta tornarse movimiento colectivo hay bibliotecas repletas de estudios académicos, entre ellos el de Sigmund Freud, Psicoanálisis de las masas y análisis del Yo. De José Ortega y Gasset, La rebelión de las masas. De Elías Canneti, Masa y poder.
Igualmente se registra el origen y trayectoria de los partidos políticos a nivel mundial. Abundan ediciones digitales y en papel de sabios analistas, algunas de la Fundación Empresas Polar destacan por su síntesis didáctica y bibliografía de consulta tan necesarias para informar al llamado “pueblo”, verdadero protagonista de este importante y complejo fenómeno explicado por clásicos teóricos griegos y precursores intelectuales de la Revolución francesa. Partidos políticos forjados contra ancestrales teocracias, tiranías, monarquías, autocracias, regímenes ahora fortalecidos con fachadas modernizadas que arremeten contra la democracia bajo etiquetas populistas como socialismo del siglo XXI inspirado en el neosovietismo del zarista Putin, el capitalismo racista fascistoide del trumpismo y la sesentona dictadura colonialista de Fidel Castro con sus imitadores y sirvientes en Centro y Suramérica.
A toda acción corresponde una reacción, conducta individual o masiva que paraliza o moviliza rebeliones de las cuales depende, o no, su manera de existir, padecer o desaparecer.
En Venezuela 2024 la certera conducción opositora de María Corina Machado y Edmundo González Urrutia logra juntar a los yo-me-mi-conmigo, por tanto tiempo despojados de sus derechos constitucionales. Hambreados, humillados, sometidos, vejados, vendidos, separados de sus familias, expulsados, desaparecidos, torturados y asesinados. Así se configuró una respuesta pacífica y apartidista. De novedosa manera igualatoria reúne a diversas edades, clases sociales y tendencias ideológicas incluidos civiles chavistas y militares -aun bajo el generalato- maltratados, degradados, desengañados y muy avergonzados, que respetarán sus obligaciones constitucionales. Unión dispuesta para las etapas de transición y cambio.
Antonio Guzmán Blanco, expresidente en el siglo XIX, definió el modo de ser políticamente venezolano: “Este país es un cuero de res seco, si lo pisas por un lado se levanta por el otro”.
Llegó el momento de pisarlo completo votando, vigilando y actuando para impedir que otra vez lo levanten de modo criminal. Y por fin se pueda rescatar y elevar con equilibrio a la pisoteada condición humana de todas sus víctimas.
Resiliencia vs resignación. Unidad vs dispersión. Civilismo vs barbarie. La justa justicia, por ahora, está en tribunales internacionales.